I

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Primer día de vacaciones de verano, ¡Gracias a dios un descanso!

Me levanto  a las ocho de la mañana por costumbre. Yo no soy de las que usa despertador, generalmente me despierto sola o me quedo dormida, pero el tema de los despertadores como que no son lo mío. Además, no es como si tuviese un reloj, mi alarma es mi celular por lo que sin alarma me ahorro la reprimida de mamá diciéndome que no me va a comprar otro.

Me visto con los únicos shorts deportivos que tengo y las zapatillas de correr, cojo mi celular y salgo a correr por el paseo que hay cerca de casa, a unas diez manzanas. Ahora que lo pienso, me encantaría tenerlo a la vuelta de casa como en la mayoría de los libros que leo donde la protagonista siempre sale a dar un paseo al parque de a la vuelta.

Como sea, mamá quiere mandarme a un campamento de verano y hasta me da vergüenza decir la razón, pero qué más da ¡Voy a cumplir dieciocho en poco tiempo! Quiere que haga amigos porque según ella no tengo ninguno, suena patético y lo peor es que es cierto pero en mi defensa no es culpa mía que los pocos amigos que tenía en la ciudad se hayan mudado a la otra punta del país o peor, que mi mejor amiga se haya puesto de novia y ya casi no nos veamos.

De cualquier forma me niego a ir, es decir, en casa puedo hacer lo que quiera, después de todo son mis muy merecidas vacaciones y si quiero dormir todo el día, duermo todo el día, si quiero escuchar música hasta las cinco de la madrugada y levantarme a la hora de la merienda lo hago y si quiero perderme en mi mundo de lectura lo hago también porque se me da la gana.

<Uh, malota>

—Cállate– digo en voz alta y una chica que pasa a mi lado me mira asustada.

Está bien, lo acepto soy rara, no soy la adolescente normal de casi dieciocho años que "tendría que ser", no tengo amigos, no salgo a fiestas, casi no tomo alcohol, leo todo el día, no tengo novio, no me gusta nadie, nada.

Después de un rato corriendo me detengo, no estoy cansada pero me encuentro tan adentrada en mis pensamientos que no tengo la menor idea de dónde me encuentro, estoy frente a una plaza cruzando la calle y un bocinazo me aturde.

—¿No te enseñaron a cruzar la calle nena? me grita el hombre del auto.

—Lo siento–digo y termino de cruzar la calle. Voy mirando al piso cuando alguien se detiene delante de mí.

—¿Estás bien? Casi te atropellan me habla el chico. Lo conozco de algún lado, pero no puedo recordar de dónde.

—Sí, estoy bien–respondo. Miento, realmente me ha dado el bajón el hecho de pensar tanto sobre mi patética vida, pero la gente no tiene por qué enterarse de que me siento horrible y además le hubiese dado lo mismo si le hubiese dicho la verdad, hasta quizás y se me reía en la cara.

—Ven siéntate– dice mientras me guía a un banco y nos sentamos— Me llamo Bradley Hale–me extiende la mano y en vez de apretarla toma la mía y me da un suave beso en ella. Me sonrojo horriblemente. No te sonrojes Emma, no te confundas, no estás en un libro cliché de esos que tanto lees.

—Gracias Bradley, yo soy...

—Emma, lo sé, y llámame Brad– me dice–te conozco–le miro algo confundida–ya sabes del instituto– ah, de ahí es que lo conozco. –¿No me habías notado verdad?

—No, lo siento–le contesto apenada. Parece algo decepcionado y es que es algo que no debe de pasarle muy seguido. Yo no lo había notado, pero seguramente todas las demás chicas sí porque es realmente guapo. No, más que eso, es hermoso. Tiene ojos celestes, su pelo es corto de color castaño casi rojizo. Tiene una sutil y prolija barba y lleva un arete en la oreja izquierda que se le va muy bien, además de  un cuerpo bastante formado por lo que se puede ver.

Sí, no entiendo cómo no lo he visto antes. Él sonríe al verme mirarlo como psicópata por tanto rato y reacciono
—¿De qué año eres?

—Estoy en el último año, al igual que tu ¿verdad?dice sonriéndome y ¡wow! Que sonrisa–¿Te sientes mejor?

—Um, sí. Gracias por esto– digo devolviéndole la lata de gaseosa- tengo que irme, fue lindo conocerte–le sonrío.

—Fue lindo hablarte, felices vacaciones–dice mientras me saluda– Adios.

—Adiós.

Bueno, ahora voy de regreso a casa imaginándome mi felices para siempre con este chico Bradley, como la mayoría de las veces en las que veo un chico lindo, tengo el flechazo de "amor eterno" y luego no lo veo nunca más en la vida, digamos, a lo que estoy acostumbrada.

Pero dicen que soñar no cuesta nada. Y cada día de mi vida desde hace algunos años me repito exactamente lo mismo: Emma, algún día pronto, todo lo que siempre soñaste se va a cumplir. Solo se trata de perseverar.

 The Perfect Summer  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora