Me quedo ahí parada mirando como las olas abrazan las rocas, en algún momento se me pasó toda la tarde y comenzó a caer el sol. Unos brazos rodean mi cintura.
—Me gustaría detener el tiempo en este momento–Me susurra al oído.
—Es un hermoso atardecer ¿no?– le pregunto en susurro también.
—El más lindo que he visto nunca, pero tú tienes que ver con eso.
—¿Lo guardamos para siempre?– le pregunto, él me mira sin entender. Me salgo de sus brazos y de mi mochila saco la cámara de fotos. Espero a que una pareja que viene caminando hacia donde nos encontramos esté cerca y les pido que nos tomen una foto.
—Listo– le digo.
—Hay que volver, los chicos deben estar esperándonos–me dice.
—Ve, yo me quedaré en el hotel– le digo mientras deposito un beso en sus labios–no soy buena en ese juego y menos de noche.
—¿Segura?
—Claro, nos vemos para la fiesta– le sonrío.
Benjamin me besa y corre hacia donde están los chicos, yo me despido con la mano pero no voy directamente al hotel, sino que me siento en la arena, sé que tendría que haber vuelto al hotel y hacer un montón de cosas, por ejemplo, contestarle los mail a mamá y a Tori, pero no tengo ganas de hacerlo, asique solo observo el horizonte hasta que no queda ni un solo rayo de sol.
Vuelvo al hotel, se me hizo tarde ya que me quedé viendo una obra de teatro callejero muy divertida, ahí conocí a un chico muy amable que me invitó a tomar un helado y al ver que no tenía segundas intenciones, acepté. Mike, el chico, resulta ser enormemente simpático, entretenido y completamente gay, aunque a simple vista no se nota. Después del helado me acompañó a comprarme un vestido para la fiesta de esta noche y luego caminó conmigo hacia el hotel donde lo saludo y cada uno sigue su camino.
Soy consciente de que se me hizo mucho más tarde de lo que pensaba, los chicos de seguro ya están preparándose para la noche. Tomo el ascensor y me dirijo a mi habitación. Benjamin ya está allí y me mira algo ¿enfadado? desde la cama.—Hola– saludo.
—Hola– dice secamente.
—¿Cómo lo han pasado?–pregunto.
—Bien ¿y tú?– pregunta con el mismo tono que antes.
—Bien–digo mientras tomo un conjunto de ropa interior y me dirijo al baño. Después de todo yo no tengo la culpa de su mal humor, ni tampoco quiero soportarlo.
—¿Me quieres decir dónde estuviste?– entra detrás de mí.
—Conociendo– le digo. Técnicamente es verdad.
—¿No pudiste avisar? Estaba preocupado.
—Lo siento, la próxima vez que me tarde les diré– Argggg ¿quién se cree que es, mi padre?– ¿tu mal humor es por eso?
—Estuve preocupado, ¿qué si te había pasado algo? Deberías ser más
—¿Mas qué?– le interrumpo algo alterada.
—¡Mas considerada Emma!Te busqué por todos lados y no estabas, la última vez que pasó eso casi te...–deja la frase ahí, se lo que quiso decir. Casi abusan de mí. Se nota que está frustrado. Lo sé porque está agarrando su cabello con las dos manos y apretando los ojos. Hace eso cuando no quiere decir o hacer cosas de las que después se arrepienta, creo que ya lo conozco suficiente como para saberlo, pero ahora soy yo la que está enojada.
—Pues ya estoy grande, sé cuidarme solita–digo aunque sé que no es del todo cierto. Me doy media vuelta y me meto a la ducha.
Cuando salgo, me envuelvo en una bata y comienzo a maquillarme.
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The Perfect Summer
Novela JuvenilCuando Emma Widner, una adolescente de 17 años, es prácticamente obligada a pasar unas cortas vacaciones con su abuela en un pequeño pueblo, lo único que desea es que esos días pasen lo más rápido posible. Lo que no se imagina es que durante este vi...