I: Experimento

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Diez años después:

Doy varias veces con el lápiz sobre el libro de física mientras estudio. Estiro mi cuello y mi espalda por las tantas horas que he estado estudiando. Me fijo en el embace donde tengo hecho mi nuevo experimento. Pienso en quien puedo usar mi nuevo experimento, pero en realidad en esta casa tengo más de una persona en la que puedo probar mi hipótesis. Tomo un trozo de carne que tengo en un plato y dejo caer mi mano esperando a que llegue una presa.

A los pocos minutos escucho como la puerta de mi cuarto se abre sin hacer mucho ruido y como alguien olfatea la atmosfera persiguiendo el exquisito olor que emite la carne. Suelto el lápiz y tomo con disimulo mi experimento. Siento como mi presa se acerca a mi mano cada segundo más y más, giro mi silla y ¡pam!

—Ay, Iris. — tomo el brazo de mi hermano menor mientras se queja. —Suéltame que duele. — trata de zafarse de mi fuerte agarre, pero obvio no puede.

—Quieto Peter, solo necesito tu hocico para algo. — suplico pero este forcejea haciendo que caiga de la silla haciendo que lo tome con mis piernas. Aunque este algo herido tiene fuerzas. —Solo... necesito saber si los perros no soportan este olor. — digo luchando con la fuerza de Peter.

Lo dejo inmovilizado y sin pensarlo dos veces le rocío lo que hay dentro de la botella sobre él. Siento el horrible olor y mi hermano empieza a chillar. Suelto a Peter para luego salir corriendo del cuarto que está inundado del horrible olor. Ambos nos dirigimos para diferentes baños. Entro al baño y sin pensarlo dos veces vomito por el olor tan fuerte que he creado. A los minutos me relajo un poco poniendo mi cabeza sobre la tapa del inodoro.

—Maldición, se me ha olvidado que también soy parte perro. — me digo a mi misma, escucho como mi padre, madre y otro hermano se asquean igual.

—¿Qué es ese maldito olor? — cuestiona mi hermano mayor, Zack, desde el primer piso.

—¡Iris, experimentó otra vez conmigo!— contesta Peter desde el baño de al lado lloriqueando haciendo que yo gire mis ojos al escuchar como ellos siguen quejándose.

—¡Iris! ¿Qué te he dicho de los experimentos con tu hermano? También tu eres una loba y de la manada central. — dice mi madre.

—Otra vez con lo mismo. — le contesto pero en voz baja para que no me escuche.

Suspiro y tiro de la cadena del inodoro mientras me levanto del suelo. Siento como mi estómago vuelve a su estado normal poco a poco. Paso por mi cuarto que todavía se puede sentir el olor y lo cierro de cantazo.

—Bueno, sé que es un olor sensible para los anímeles que tengan un olfato muy desarrollado. — digo acertando parte de mi hipótesis. Voy al otro baño encontrándome a mi hermanito tirado en el suelo. —Oye, ya levántate. — lo empujo con mi pie para ver que sigue vivo. —Eres un lobo de la manada central no tienes por qué estar así. — digo recibiendo un chillido de su parte. Suspiro tomándolo de la camisa y lo arrastro hacia fuera del baño. —Te dejo mi carne, ya deja de ser dramático. — al decir eso este rápido reacciona y corre hacia el primer piso donde queda la cocina.

—¡La carne de Iris es mía! — grita este bajando las escaleras lleno de energía.

Sonrió al ver que ya no cojea de su pierna, valió la pena vomitar un poco. Es tan único mi hermano menor. Camino siguiendo los pasos de mi hermano, al llegar a la cocina observo a mi familia reunida en la mesa. Peter toma la carne de mi plato y empieza a comer sin problemas. Me siento en la silla sintiendo la mirada seria de mi madre sobre mí. Como un poco de la comida que ya está servida y al seguir sintiendo su mirada dejo el tenedor en la mesa.

Alfa Iris: Buscando Mi Otra MitadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora