XXIV: Conociendo mi historia

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Mientras me acerco, a lo que era mi hogar cuando era niña, observo como el viento hace que la choza haga sonidos como si estuviera viva. Lo que era antes una madera limpia ahora es una madera negra y algo podrida. Doy un paso hacia las escaleras de la entrada haciendo que esta cruja, quejándose de lo vieja que esta. Al subir las escaleras miro el paisaje que rodea la choza y asiento.

—Sí, me acuerdo de esta vista. — me digo a mi misma.

Busco las llaves debajo de una tabla de madera, estas tienen un poco de moho. Paso mi pulgar por la llave sintiendo sus dientes para luego abrir la puerta con un movimiento ligero. La sala está completamente vacía, polvo cae del techo cuando el viento hace que se mueva un poco la choza. Voy hacia la cocina donde sigue igual con su estufa, nevera y el juego de la cocina, pero obviamente esta maltrata.

—Necesito aire. — comento limpiándome las lágrimas las cuales note ahora.

Camino hacia la puerta trasera, el único sonido que se escucha es el del viento y mis pasos secos sobre la madera. Abro la puerta con la misma llave, inhalo el aire salino y exhalo. Entro a la casa, limpio una ventana la cual solo la decora el polvo y me siento en una silla mirando como las olas tranquilas vienen y van.

—Sí que hace frio. — describo pasando mis manos por mis brazos para calentarme.

Miro el techo encontrándome con un cuadrado que lleva al sótano.

—Siempre hay que anotar todo. — me dice mamá poniendo una pila de libros en el sótano.

—¿Te abro o no? — le pregunto a la pequeña puerta sin recibir respuesta.

Decido levantarme, busco la llave que es para abrir el sótano, pongo la silla debajo del mismo y la trepo. Siento como la silla sede ante mi peso haciendo que de un salto hacia el sótano. Miro hacia abajo encontrándome con la silla con una pata rota.

—Lo siento. — me disculpo como una tonta para luego concentrarme en el lugar donde me encuentro.

Grandes pilas de libros decoran el lugar oscuro. Tomo un libro y empiezo a leer, varias voces aparecen en mi cabeza. Especialmente la voz de mi bisabuela...

—Sacar a tu lobo de ti tiene que ser un pecado, pero el sentimiento de hacerla sentir como si estuviera en casa me hizo hacerlo. Es algo doloroso, te sientes vacío. Tuvo que ser en una noche de luna llena para sacarla de mí. Siento como la Luna no me ha bendecido desde esa noche. Pero la sonrisa de Iris me llena más que el amor de la Luna.

«Mía, es el nombre que le puso Iris cuando la vio. Porque la loba es mía. ¿Cómo uno puede ignorar tanta belleza y felicidad en su rostro? Eso llena a uno como persona, espero que valga la pena. »

Paro de leer lo que ha escrito gracias al apretón de pecho que siento. Todo lo que hizo para hacerme creer que somos iguales. Empiezo a buscar libros donde hablen de la energía natural, pero no encuentro ninguno.

—Tengo que encontrarlos. — comento moviendo cada libro que encuentro, que no se parezcan al que yo recuerdo.

En realidad tengo miedo de que Anastasio o Killa los encuentren en un futuro. Esto haría que muchas vidas estén en juego.

—Maldición. — digo pensando que lo tiene Anastasia. Bajo y cierro en sótano. Camino de un lado para otro, nerviosa —No sé qué hacer.

Voy al cuarto de mi bisabuela chocando con el viejo olor de ella. Inhalo tomando su olor y me relajo. Debajo de la cama encuentro el libro de los guardianes, era mi libro favorito ya que tenía dibujos.

Alfa Iris: Buscando Mi Otra MitadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora