XXII: En tierras de Upuaut

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—¡Lo tengo, lo tengo y lo tengo! — grito señalando hacia el oeste. —Oh, en realidad soy un genio. — me doy un auto cumplido.

Sin más tomo la mochila que está en el suelo. Camino hacia el río que está algo cerca y voy hacia el oeste. Miro el cielo despejado, Dios quiera que llegue antes de que anochezca. El agua del río pasa tranquilamente por la orilla. Esta divide la tierra desértica de la jungla.

Mientras camino observo como los peces nada hacia el lado opuesto de la corriente que los lleva al oeste. Muevo mi cabeza y sigo caminando, noto que la jungla del otro lado empieza a ser menos densa dándole la bienvenida a un estado más desértico. Miro hacia adelante y veo como unas estructuras gigantes estan en ambos lados del ancho río.

—Es... — corro hacia las estructuras. —el hogar de Upuaut. — completo la oración asombrada de verdad haberla encontrado.

Paso mi lengua por mis labios resecos. No he tomado ni una gota de agua en el candente día, ya que estaba segura que no dejaría una gota para después. Al pasar la estructura me encuentro con una sorpresa.

—Ay, no. — comento al ver un pueblo deshabitado que solo la danza de la arena lo acompaña. —Upuaut. — miro que en las paredes hay dibujos de un perro negro con cuerpo de hombre.

Miro hacia adentro de un tipo de hogar pero cuando el aire sale lo acompaña un olor horrible. Empiezo a toser ante tanta peste. Miro alrededor mío y veo más esfinges de Upuaut. Y en el centro del pueblo hay una pirámide, tan grande que no puedo creer.

—Esto no puede ser. — susurro sin poder creer lo que veo. —¿Esto quien lo creo? — pregunto sin encontrar la lógica de quien habrá creada tal pirámide.

Escucho varias pisadas que corren por el pueblo. No sé porque mis piernas toman el control y me hacen esconderme por un agujero de una casa. Noto como las pisadas llegan hasta donde me escondo, pero no pueden ver el agujero en la que me metí. Miro por el agujero y me encuentro con patas de lobos.

¿Serán ellos? Un hocico olfatea el suelo haciendo que me pegue a la pared, mire hacia un lado opuesto y cierre los ojos. Noto que no he respirado desde que escuche las pisadas así que lentamente respiro lo cual es el peor error que he hecho. Empiezo a toser logrando que los lobos gruñan, la puerta de la casa, que está hecha de madera vieja, se cae dejando ver una figura negra grande. Oh, se parece a Upuaut, mí buscado mi propia muerte.

—Por favor, no. — suplico que no me lleve al juicio final.

No puedo saber lo que sucede ya que toso como si me estuviera muriendo. A mi alrededor solo veos muertos acostados en sus camas. Creo que me va a dar un ataque, es como si estuviera en una película de terror. Siento como me halan de la blusa alejándome de mi escondite.

—¡Aléjense de ella, tiene que respirar o morirá! — escucho como alguien grita a lo lejos a punto de llorar.

—Paula, solo Upuaut decidirá si va al juicio o no. — comenta alguien.

Trato de respirar pero me siento asfixiada que... Rayos, no creo en supersticiones. Cierro mis ojos, no voy a morir. Me tranquilizo poco a poco, siento la energía de esta tierra. Debajo de mis manos siento su historia, su vida, todo.

—Ya estoy aquí. — comento al sentir que esta es la tierra donde proviene Sahara.

Abro mis ojos encontrándome con las estrellas con un cuelo rojizo casi violeta, se ven tan claras desde aquí. Me siento y encontrándome con mi tía algo sorprendida. Junto a ella hay un hombre tan negro como la noche pero con ojos amarillos. Este está semidesnudo que solo tiene un tipo de falda, sus brazos estan decorados con joyería de oro y con un collar en su cuello igual de oro.

Alfa Iris: Buscando Mi Otra MitadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora