Molesto, se subió la bota negra de un tirón, moviendo a continuación la caña de está para acomodarla a su pierna. Cuando finalizó, apoyó los codos en sus muslos, contemplando el suelo lánguidamente con sus ojos azules. Los cerró un instante, negando con la cabeza.
Iba a ponerse en pie, cuando unos suaves golpes en la puerta lo alertaron, aunque no dándole mayor importancia.
-Anmeldung!(1)-ordenó.-
Sin apenas hacer ruido, entró en el vestuario el nipón, comprobando que el alemán ya estaba listo. En ese momento, Alemania se giró, observándolo en silencio, cogiendo la chaqueta de su traje militar, para cerrar la taquilla de un golpe.
-Parece molesto, Doitsu-san.- puntualizó Japón.-
-¿Sólo lo parezco?-ironizó, poniéndose la chaqueta, dándole la espalda.-Al menos estarán listos...-
-Diría más bien impacientes.-comentó el japonés.-Si no desea ir, ¿por qué accede?-
Alemania lo miró por encima de su hombro, acabando de colocarse los puños, suspirando.
-Piensa un momento... ¿Qué sucedería si dejáramos a mi hermano y a Italia solos?-interrogó.-
El japonés lo miró con aquel rostro inexpresivo, pero poco a poco, empezó a empalidecer, entornado sus ojos oscuros, notando como una descarga le recorría la espina dorsal: de aquel dúo no podría salir nada bueno.
Sintiendo lástima de él, le señaló con la mano.
-Ahí lo tienes... ¡es una mala combinación!-rió sin ganas el alemán.-
-Se me ocurren combinaciones menos destructivas...-señaló Japón, llevándose la mano a la cabeza, negando con suavidad.-
-Será mejor que salgamos o esos dos entrarán a buscarnos...-comentó, pasando junto a él, pero a su altura, se paró.-¿Y el resto?-
-Chugoku-san me dijo que se iban...-informó sacando el móvil, mirándolo.- Ignoro si abran salido.-
Alemania asintió, tomando aire.
-¿Quiénes...?-
-Los Aliados al completo más Canadá-san, si no voy mal informado.-contestó pensativo, creyendo que no había olvidado a nadie.-
-¡Vaya grupo! Cada cual más loco...-gruño saliendo del vestuario, seguido del japonés.-
Miró por ultima vez el lugar, cruzándose entonces una idea por su mente, mirando de reojo a Japón.
-¡Adelántate y diles que ya voy, se me olvidó una cosa!-
El alemán fue de nuevo a su taquilla. No esperaba necesitar armas, pero algo le decía que no fuera con las manos vacías y comprobó que el japonés llevaba, como siempre, su espada colgando a un lado. Cogió su látigo, mirándolo un instante y, sin más, se lo colgó de su cinturón, saliendo con rapidez de allí para poder reunirse con sus compañeros.
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(1)-¡Adelante!-

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Hetaoni
FanfictionUna mansión en medio de la montaña, rodeada de un oscuro y profundo bosque, a tres horas a pie de la civilización. Nadie sabe cuanto lleva allí y si alguna vez estuvo habitada por alguien... Pero se dice que todo aquel que se atreve a cruzar el umbr...