Sos idéntica a mi

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Dos días habían pasado desde que Angie había decidido conocer a Thiago. La rubia se estaba muriendo por conocer a su hijo. En su mente imaginaba miles de caritas, todas con las facciones de un angel. Mientras tanto el peque;o esperaba sentado en la sala. Las manos le sudaban y su peque;o corazon latia a mil por hora. Estaba a tan solo minutos de vover a su madre y el nerviosismo invadia cada centímetro de su cuerpo. Su padre lo había dejado en la sala esperando a que su mama llegara y se veía tentado a subir las escaleras y ver como estaba Angie, pues sabia que los distanciaba era tan solo una escalera. Pero si su padre le había dicho que lo esperara era por algo. El rubio respiraba hondo en un intento por calmarse sin darse cuenta que alguien lo observaba desde lejos, desde la escalera.

Angie sintio como su respiración se cortaba al ver a un nene sentado en el sillón de la sala. Solo lo podía apreciar desde atrás, notando asi su cabello rubio. Un vértigo recorrio su cuerpo al pensar que ese era su hijo, después de todo se notaba que estaba esperando a alguien. La mujer no podía esperar a que alguien la bajara por las escaleras asi que intentaría por si misma. Con cuidado y lentitud dio un paso que hizo crujir la madera bajo sus pies. De inmediato el peque;o pego un brinco y la observo con los ojos abiertos como platos. Angie sintio como una corriente eléctrica recorria cada centímetro de su cuerpo, haciéndola temblar de la emoción. El peque;o solo la vio por una fraccion de segundo y salio disparado hacia la cocina.

-Hey! Espera!-exclamo Angie imposibilitada para poder salir corriendo tras el- no te asustes!

Thiago se quedo parado en cero, justo en medio de la sala.Su pulso yendo rápidamente.

-No tenes porque tenerme miedo-continuo Angie con una voz llena de dulzura- no muerdo.

El peque;o se volteo y la vio a los ojos a su madre. Por un momento ella pudo sentir como su alma se fundia con la del peque;o y sin saber porque sintio la necesidad de protegerlo. Como si la vida de ese peque;o dependiera de ella. Quería abrazarlo, besarlo y decirle que todo iba a estar bien. Pero no sabia como el reaccionaria.

-Queres venir a sentarte conmigo?-pregunto ella desde lo alto de las escaleras mientras golpeaba la madera a su lado.

El peque;o giro su cabeza hacia la puerta y luego hacia Angie. Pareciera que estuviera asegurándose de que nadie lo estuviera viendo.

-Papa dijo que no tenia que hablarte hasta que el me lo dijera-dijo el con timidez.

Angie sonrio. "Papa" pensó. Viniendo de ese peque;o se escuchaba hermoso el como le quedaba ese nombre a German. Por un momento su corazon casi explotaba de tan solo pensar que el nene en su sala había sido fruto de su amor.

-Bueno y de seguro nunca le desobedeces a tu papa, no?-pregunto ella sentándose en la ultima grada de las escaleras sin perder de vista a su hijo.

-Casi nunca-contesto el peque;o con la mirada clavada en el suelo.

-Bueno pues esta será una de esas veces en la que le desobedezcas, te parece? Yo no digo nada, tu no dices nada.

El peque;o se atrevio a levantar la vista y se encontró con que Angie lo observaba sonriendo. Sin poder evitarlo rio por lo bajo y empezó a subir los escalones hasta llegar a donde Angie estaba sentada. El peque;o sentía miedo e inquietud por el estado de su madre. Sin saber que decir se sento al lado de ella, con incomodidad y volvió a bajar la mirada. Angie lo vio con ternura, no podía ni imaginarse lo que seria que tu madre perdiera la memoria. Por un momento quizo lanzar algo por los aires debido a la impotencia que tenia. Quería recordarlo todo, abrazar a ese ni;o y decirle: te amo hijo, no tenes nada que temer.

-Thiago-dijo ella casi en un murmullo-mirame.

El peque;o levanto la mirada, sintiendo como su corazon daba un vuelco al sentir como su madre lo llamaba por su nombre. El tomo aire y observo esos ojos idénticos a los suyos. Quería abrazar a su mama pero el temor no lo dejaba. Angie examino cada centímetro del rostro del peque;o hasta el punto de incomodarlo. El peque;o sin saber que hacer simplemente sonrio y espero a que ella dijera algo.

Lo que nos mantiene unidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora