Familia Especial

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Me quedé de piedra. Es cierto que había fantaseado con haber vivido en una vida anterior con él, pero… ¿en todas? Eso era demasiado.

—¿Cómo lo sabes?

—Él me lo mostró —contestó simplemente, como si fuera algo sin importancia.

—No entiendo, ¿por qué te lo muestra a ti y no a mí?

—Porque quería asegurarme que estarías bien con él, que serías feliz y que su… que él no estaba interesado en pasar el rato contigo.

—¿A qué te refieres con eso?

—A eso, sabes que a él le importa mucho que yo sepa que estás bien con él.

—Sí, eso es verdad, pero a mí no me ha dicho nada, incluso lo negó cuando lo mencioné.

—Tal vez no quiere asustarte.

—Me asusta más no saber…

—Yo creo que lo sabes, pero no quieres asumirlo —me miró fijamente.

—¿Por qué lo dices?

—Tú sabes que siempre has tenido esas cosas extrañas, no sólo con el mar, yo recuerdo cuando me decías que al pasar por la Plaza Colón te daba la sensación de haber paseado por allí en una época más antigua, ¿lo recuerdas?

¿Cómo no recordarlo si aún me pasaba? Era algo extraño. Cada vez que pasaba por la allí  me daba la sensación de estar en una época diferente, como en mi sueño. Pero eso era imposible. ¿O no?

—Lo recuerdas, ¿verdad? —insistió.

—Sí —admití a mi pesar—. Es todo muy raro, Felipe, no sé… A veces creo que me estoy volviendo loca y esto es sólo producto de mi imaginación.

—Si así fuera, yo también estaría loco, yo vi ese collar brillar. Y Rocío también lo estaría, no sabes lo feliz que está con su conchita, se durmió con ella en el oído, escuchando. No lloró ni se puso mañosa, al contrario, llegamos a la casa y se fue directo a su cuarto y cuando fuimos a verla para hacerla dormir ya estaba profundamente dormida, con una sonrisa hermosa en los labios. Teresa me llamó hace poco que se había despertado feliz, porque unas orcas la habían despertado. Ella no entendía nada, pero yo sí, lo que le dio tu enamorado es casi tan mágico como tu collar.

Loreto llegó a nuestro lado. Había ido a pagar el Agua al subterráneo del Mall y se pasó a tomar un café y nos encontró.

Mis dos hermanos tenían una conexión especial entre ellos. Aunque para Felipe yo era su “hermanita”, Loreto era su gemela y eso los hacía especiales entre ellos.

Loreto llegó a nuestro lado. Había ido a pagar el Agua al subterráneo del Mall y se pasó a tomar un café y nos encontró.

Mis dos hermanos tenían una conexión especial entre ellos. Aunque para Felipe yo era su “hermanita”, Loreto era su gemela y eso los hacía especiales entre ellos.

—Ustedes dos andan en algo muy raro, ¿me van a contar o no? —preguntó algo enfadada después que el mesero le llevó su café.

—No hay nada raro, no sé por qué dices eso —contestó Felipe un poco incómodo.

—¡Ay, vamos! —protestó mi hermana— A los papás los pueden engañar, pero a mí no. Todo eso de los recuerdos del mar, tu collar, el éxito repentino en tu trabajo. Yo sé que siempre has sido un poco rara, nunca has tenido amigos, ni siquiera has tenido novio, pero yo quiero saber qué tiene que ver el mar contigo.

—Nada —contesté lo más natural posible—, creo que estás viendo cosas donde no las hay.

Loreto nos miró a ambos, la desilusión podía leerse claramente en su rostro y yo me sentí mal por ella. Miré a Felipe. A él le dolía más que a mí, él podía sentir su dolor, pero mientras el mismo collar, o Poseidón, no nos diera el permiso para hablar, no lo haríamos.

Una Tarde EspecialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora