Después de las palabras de mi papá no me costó tranquilizarme, pero no quería salirme muy pronto de entre sus brazos, él era más estricto que mi mamá y no le gustaban mucho las muestras de afecto, tal vez eso hacía que me costara compenetrarme con la gente, me sentía fuera de lugar cuando querían ser cariñosos conmigo, con el único que me sentía cómoda con eso era con Felipe… Y ahora con Poseidón.
Al rato, llamaron a mi papá por teléfono, un viejo y muy querido amigo nuestro había muerto por la mañana y llamaban para avisarle y pedirle su ayuda en el hospital, la esposa de él no sabía qué hacer. Mi papá fue inmediatamente, mientras yo me quedé con mi mamá para bañarme y cambiarme para más tarde ir a acompañar a la esposa. Mi mamá se dedicó a llamar a Felipe y a Loreto por si querían acompañarnos, ambos quedaron en irse inmediatamente a la casa, Bernardo no estaba, así que no tendría auto mi hermana para movilizarse, a pesar que su esposo siempre la ha instado a aprender a conducir, ella nunca se ha atrevido, por lo que Teresa se ofreció a manejar el auto de Bernardo y se irían juntas, así Felipe podría irse directamente del trabajo a casa de mis padres.
Una hora después llamó mi papá para decirnos dónde sería el velorio y los funerales. Ya estábamos todos listos para ir. El tío Aníbal era muy buen amigo de la familia y su esposa e hijas igual, de hecho fuimos al colegio juntas, por lo que aunque no eran parte de nuestra familia, eran casi parte de ella.
Cuando llegamos, la esposa y las hijas estaban abrazadas, se las veía destrozadas. Nos acercamos a ellas y se abrazaron a nosotros. La tía nos contó qué había pasado, porque su esposo era un hombre sano y todavía joven.
―Un automóvil lo arrolló esta mañana. Fue todo tan extraño, yo lo llamé como cada mañana, me contesta la secretaria y me dice que él ya había bajado a encontrarse conmigo. Yo le dije que no me iba a encontrar con él, Ginette se sorprendió y me dijo que cómo no, si habíamos hablado hacía media hora y yo le dejé el mensaje que se encontrara conmigo en el café del centro, que ella misma había conversado conmigo. Yo jamás llamé para que saliera de su oficina y cuando cruzaba por Latorre… No sé cómo fue, un auto perdió el control… no sé. ―Volvió a llorar. Mi mamá, contrario a su personalidad, la abrazó por los hombros.
―Lo siento mucho, Amanda, de verdad lo siento, usted sabe lo mucho que queríamos a don Aníbal y a ustedes ―dijo mi mamá, estoy segura que ninguno sabía qué decir.
―Lo sé, Inesita, yo lo sé, por eso los llamamos de inmediato. No sabía qué hacer, una como mujer nunca maneja estas cosas, estos trámites, además estaba tan mal que no sabía ni lo que decía. Disculpe por llamarlos y pedirle a don Ramón que viniera ―se disculpó la mujer.
―No se preocupe, yo hubiera hecho lo mismo seguramente. ―La tranquilizó mi mamá.
Las hijas estaban igual de destrozadas, yo no sabía qué decir y temía meter la pata, como siempre hacía en situaciones así.
―Como él era del ejército ―explicó al rato la señora Amanda―, le vamos a hacer la misa mañana a las doce en la capilla de los militares.
Yo me eché un poco hacia atrás, chocando con mi hermano que me abrazó por los hombros afirmándome.
―Tranquila ―susurró sólo para mí.
Mi collar se apretó suavemente como si fuera una caricia. Menos mal que nadie se percató, estaban todos embebidos en lo suyo y en el dolor.
Salí afuera, necesitaba un poco de aire, no podía ir a esa capilla, está a la orilla del mar, en la playa misma y mi Poseidón me pidió que no fuera, el problema era cómo decirlo, no entenderían el porqué, no podría decirles nada.
―¿Estás bien, hermanita? ―Felipe salió detrás de mí.
―Sí. Bueno, no sé ―respondí sinceramente.
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Una Tarde Especial
ФэнтезиFantasía y Romance. Dioses mitológicos, sirenas y humanos se mezclarán en esta historia de amor donde el amor sobrevive por los siglos de los siglos... Portada: Muelle del Faro del Mall Antofagasta Karolina Asgard Disponible también...