Una Noche Especial

1.5K 103 11
                                    

Cerca de las cuatro de la mañana, después de haber visitado a nuestros vecinos para el tradicional abrazo de año nuevo y de haber conversado animadamente los tres, nos fuimos a acostar, yo estaba un poco mareada con la champaña y el Cola de Mono, esperaba que mi Poseidón no estuviera molesto por haberlo hecho esperar tanto.

―Feliz año nuevo ―me habló nada más entrar al cuarto.

―Feliz año nuevo para ti también ―contesté alegre―. ¿No estás enojado?

―Por supuesto que no ―contestó―, pero toma un vaso de agua y acuéstate, parece que se te pasó la mano con las copas.

―Estaba muy rico el cola de mono de mi mami.

―¿Qué es eso?

―Un trago típico de fiestas de fin de año con leche, café y aguardiente.

―¿Y con eso te emborrachaste?

―No me emborraché ―protesté con un puchero.

―Claro ―rió con suavidad―, será mejor que te acuestes.

Me cambié de ropa y me metí a la cama, me saqué el collar y lo dejé en mi mesita de noche, como siempre me insertó en el mundo marino, pero esta vez, con un elemento nuevo: una hermosa cascada.

―¿Cómo te sientes? ―me preguntó mientras las olas parecían llevarme de un lado a otro.

―Mareada ―contesté cerrando los ojos.

En el instante la sensación de estar en el mar se detuvo, abrí los ojos, todavía estaba el mundo marino reflejado, pero las olas ya no me movían.

―Gracias ―dije cerrando nuevamente los ojos.

―Duerme, preciosa, descansa.

―No quiero dormir ―contesté caprichosa.

―Debes hacerlo, mírate nada más, apenas abres los ojos.

―Sí, pero no quiero dormir.

Entonces lo sentí. Su mano acariciando mi cabello y mi rostro, abrí los ojos, no lo podía ver, pero sabía que allí estaba.

―Duerme ―me rogó y me sentí una niña pequeña―. Lo eres, en este momento eres una pequeña niña que quiero cuidar.

―¿Por qué le diste a ella mi collar? ―pregunté lloriqueando.

―No, preciosa, a nadie le he dado tu collar, sólo a ti.

―Mentira ―lloré, creo que las copas de más estaban haciendo efecto.

―No, preciosa, no llores, no es lo que imaginas. No llores, por favor, que no estoy a tu lado para abrazarte y hacerte entender que no es lo que parece.

―Me voy a dormir mejor ―dije tapándome hasta la cabeza.

―No te enojes conmigo ―me suplicó.

Como no me podía enojar por mucho tiempo, me destapé un poco. Me acarició el cabello con suavidad y se me cerraron los ojos.

―Te quiero, pequeña, no lo olvides, por favor.

―Lo sé ―contesté somnolienta.

―Quisiera verte.

―¿No me ves?

―Verte de verdad, no así.

―Falta poco ―contesté intentando convencerme, yo también lo quería ver.

―Claro, sólo seis meses ―se burló.

―Claro ―me reí con ganas, habían pasado apenas unos días desde que nos conocimos y me parecían meses, pero no, faltaban muchos meses para volver a verlo. Y me entristecí, pasaba de una emoción a otra en cosa de segundos.

Una Tarde EspecialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora