Era una hermosa tarde, el verano recién comenzaba, el sol alumbraba brillante en el cielo y corría una agradable brisa que refrescaba el ambiente. Aún así yo no quería salir, pero debía ir a la Biblioteca Viva a devolver el libro de Percy Jackson que ya tenía dos días de atraso. Llegué a la Biblioteca y busqué el libro que seguía a la saga que estaba leyendo y me fui al mesón de atención a entregar el libro y retirar el otro; hecho esto, salí por el sector de las terrazas.
Encendí un cigarrillo y me fui al mirador, caminando por la orilla hacia los sitios del puerto, me gustaba mirar el mar y más ahora que pensaba escribir una novela sobre sirenas y seres mitológicos del océano.
Me apoyé en la baranda y miré abajo a las rocas, siempre que lo hacía pensaba en las películas de terror, de asesinatos, pero hoy no fue así y se me ocurrió que tal vez, sólo tal vez, hubiera alguna sirena por ahí… o un tritón. Reí para mis adentros.
Un hombre se paró a mi lado sin decir nada. Yo lo miré rápidamente, él miraba al mar. Caminé y bajé hacia el muelle rompeolas del faro y él me siguió, me asusté; a pesar de ser verano, no había mucha gente en el lugar.
Me volví y lo miré intentando parecer valiente, él hizo un gesto con la cabeza en son de saludo, estaba a sólo unos pasos de mí.
—Quieres saber de nosotros —dijo como si fuera lo más natural del mundo.
—¿Qué? —me sorprendí, esperaba cualquier cosa, menos eso.
—Yo te puedo contar muchas cosas acerca de sirenas, tritones y vida bajo el mar.
—¿Cómo? Pero… ¿qué sabe usted…? —No lograba ordenar mis pensamientos y eso me enojaba.
—No te enojes —dijo con voz suave— sé exactamente lo que quieres decir —hizo una pausa—. Puedo leer tu mente, sí. En realidad no sólo yo, la mayoría de nosotros puede hacerlo.
—¿Ustedes? —Pregunté escéptica.
—Yo soy un tritón —respondió lacónico.
Sonreí irónica, ese hombre se estaba burlando de mí y no iba a permitirlo.
—¿No me crees? —Preguntó desconcertado.
Por primera vez lo miré detenidamente. Era de pelo castaño claro; con el pelo enmarañado amarrado en una cola; los ojos, azules, profundos y expresivos; su porte era otra cosa, al menos medía 1,95 mts., con espaldas anchas aunque sin exageración.
—¿Qué quiere? —Pregunté molesta, no quería sentirme atraída por él.
—Tú quieres saber de nosotros, yo puedo responder tus preguntas.
—Mire, si me quiere tomar el pelo…
—Emigramos cada verano a América del norte, ahora ya casi todos han partido, dudo mucho que veas a algún otro por acá —me contó sin tomar en cuenta lo que yo decía.
—No esperaba ver a nadie —repliqué furiosa.
—Entonces, ¿por qué viniste?
—Vine a ver el mar, cómo se mueve con las olas, los colores, las sensaciones. Eso.
—¿No querías ver sirenas? —parecía muy sorprendido.
—¡Por supuesto que no! —negué rotundamente— No existen, todo el mundo lo sabe, sólo son producto de la imaginación de algún navegante perdido.
El hombre sonrió y asintió decepcionado.
—Entonces no tengo nada que hacer aquí.
Hizo una venia y dio media vuelta.
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Una Tarde Especial
FantasyFantasía y Romance. Dioses mitológicos, sirenas y humanos se mezclarán en esta historia de amor donde el amor sobrevive por los siglos de los siglos... Portada: Muelle del Faro del Mall Antofagasta Karolina Asgard Disponible también...