Llegó mi cumpleaños. Quién diría que había pasado más de un mes desde que me había venido a vivir con mis padres. Ha sido un tiempo muy relajante. Paso mi tiempo escribiendo, pronto podría subir mi novela a Amazon, para probar suerte.
―Feliz cumpleaños, preciosa. ―Fue el saludo matinal de mi pez, las sirenas me despertaron con una hermosa melodía y muy hermosos colores llenaban mi cuarto, más que lo habitual, si eso era posible.
―Gracias ―respondí sinceramente, todo era muy bello, un hermoso regalo.
―De nada ―contestó suavemente―. Espero que cuando llegue mi regalo, te guste.
―¿Otro regalo?
―Sí, el verdadero.
―¿Y qué es? ―pregunté curiosa.
―Es una sorpresa ―expresó enigmático.
―Malo ―repliqué fingiendo molestia.
Él rió, su risa era tan… bella. Parecía como si las olas del mar bailaran a mi alrededor.
―No soy malo, lo sería si contara la sorpresa que te espera.
―Pero yo quiero saber ―objeté haciendo un puchero regalón, era mi cumpleaños, me lo merecía.
―No me dejaré manipular por ti, niñita ―refutó de buen humor.
Me quedé en silencio. Si no me quería decir, allá él, ya no insistiría, al final, me iba a enterar igual.
Volvió a reír. Parecía muy contento aquel día.
Por la tarde, llegó Loreto con Benjamín y Bernardo. Poco rato después llegó Felipe con su familia. Pero antes de entrar, mi hermano llamó a mi papá afuera y al rato llamaron a Bernardo. Yo quise ir, pero no me dejaron. Algo se traían entre manos y yo quería saber qué era, pero mi mamá, mi hermana y mi cuñada, me detuvieron y me llevaron a la cocina.
Entraron unos minutos más tarde, mi papá venía muy contento.
―Bueno, hija ―dijo mirándome―, acabo de “ver” tu regalo.
Estiró sus brazos a mí, para que me acercara y así lo hice, todavía no era momento de abrir ningún regalo, pero al parecer, ese sí debía verlo.
―Cierra los ojos ―ordenó suavemente guiándome hasta la sala.
Con los ojos cerrados inquieta, me sentía nerviosa, no sabía lo que me esperaba. Tampoco me lo imaginaba. ¿Qué podía ser aquello que tenía tanto misterio? Los segundos parecían horas interminables.
―Ábrelos ―ordenó nuevamente.
Los abrí y allí, frente a mí, estaba él. Poseidón. Mi pez favorito. Quedé sin aliento. ¿Había venido a verme? ¿Él era mi “regalo”?
―Hola, preciosa, feliz cumpleaños. ―Su sonrisa podía derretir el hielo más frío.
―Viniste… ―Fue lo único que pude murmurar.
―Así es, preciosa.
―Él no sabía si podría venir, por eso no te dijimos nada, no quería ilusionarte y luego decepcionarte si no alcanzaba a llegar ―explicó Felipe.
Me abalancé sobre mi Poseidón sin pensar, abrazándome a su cuello.
―Viniste ―susurré en su oído.
―No podía dejar de venir ―ronroneó dulcemente.
Se separó de mí y se acercó a mi mamá, la saludó cortésmente, luego saludó a Loreto, presentándose a ambas. A Teresa ya la conocía, lo mismo que a Rocío. Benjamín se avergonzó para saludarlo escondiéndose detrás de su mamá, Poseidón sacó de su bolsillo una pequeña figura de un tiburón blanco, que brillaba en la oscuridad. El niño sonrió feliz con su nuevo juguete.
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Una Tarde Especial
FantasyFantasía y Romance. Dioses mitológicos, sirenas y humanos se mezclarán en esta historia de amor donde el amor sobrevive por los siglos de los siglos... Portada: Muelle del Faro del Mall Antofagasta Karolina Asgard Disponible también...