—Oigan... —Alegría murmuró en una de las acostumbradas caminatas, pero, ya sin Esperanza— ¿qué le sucede a Esperanza? Se la nota rara...
—Es cierto... ¿Tú sabes algo, Optimismo?
—N-no. No sé nada, Fe... —Se puso nervioso, pues, si bien la princesa estaba preocupada por su compromiso con el capitán, aquel suceso en el río tenía mucho de responsable—. Si no sabes tú que eres su prima... —Fe lo estudió unos minutos.
—Últimamente se la nota muy pensativa y solitaria. Debe estar muy afligida por la decisión de su padre con respecto a entregarla en matrimonio a Triunfo —acotó Paz.
—¡Qué afortunada es! —Alegría entrelazó sus dedos, soñadora—. ¡Nada menos que con el más popular entre las chicas!
—No lo es, Alegría; ella no lo desea —Fe recordó.
—Cierto... —se desanimó—. Lo había olvidado.
—En una semana, Triunfo y tú estarán casados —el rey notificaba a su hija menor—y no quiero ningún truco ese día, ¿entendido?
—Sí, padre; entendí. Sólo que, quizás, ese día nunca llegue para mí. —Recogió su falda y se marchó del salón.
—¿Quieres que vaya por ella, padre? —su primogénito preguntó, en tanto, Pensamiento sentía deseos de pegarle por idiota.
—Orden, no interfieras en la vida de tu hermana —Sabiduría advirtió y su hijo menor miró a su hermano que estaba a su lado con deleite—. Ahora, retírense; su padre y yo debemos hablar. —Los dos muchachos se fueron—. Armonía, hija, tú también.
—Disculpa, madre; sólo quería decir algo al respecto.
—Armonía, no tienes que preocuparte por nada; tu hermana...
—Padre —lo interrumpió—, me siento con derecho a hablar porque pasé por la misma situación que Esperanza. Sólo que... bueno, yo... me enamoré de Bienestar antes de casarnos; pero, créeme que es horrible saber que se debe estar con alguien de por vida sin sentir nada. —Hubo un silencio.
—Gracias, hija. —La reina sonrió con dulzura en sus castaños ojos.
—Con tu permiso, padre; me retiro. —Hizo una inclinación y el rey dio la afirmación con gesto grave y un movimiento de su mano.
—¿Te das cuenta, Poder, que no puedes imponer tus órdenes sobre el corazón de las personas?
—¡De lo que me doy cuenta es que si mi familia me desafía, pronto, tendré a todo el reino en mi contra!
—¡No seas dramático! ¡¿A ver, dime, de qué servirá casar a Esperanza con ese hombre?!
—¡Servirá en que tendrá a su lado a un hombre fuerte en quien deposito mi confianza y que sé que la cuidará! ¡Es un campeador!
—¡Por todos los cielos; deberías oírte! ¡Recapacita y anula todo!
—¡No, señora; no tengo nada que recapacitar! ¡Soy el rey!
—¡¿Es tu decisión final?!
—¡Así es!
—¡Muy bien! ¡Pero, déjame decirte algo, yo no estoy de acuerdo con esta unión! —Comenzó a retirarse.
—¡Pues, me importa bien poco que estés o no de acuerdo con mis decisiones! ¡Mujeres! —protestó regresando a su trono.
—Pensamiento, si vuelves a mirarme de esa manera... — Orden advirtió.
—¿Qué? —lo desafió el sacerdote—. ¿Vas a golpearme?
—No me provoques... Sólo eres un niño consentido tras la falda de su mami. Nunca mostraste agallas.
—¿Qué son agallas para ti? ¿Ir y golpearte con otro infeliz hasta la muerte? ¡Vaya concepto; propio de bárbaros! —Lo dejó con la palabra en la boca.
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El Eclipse Eterno.
RomanceEsperanza era la princesa más joven del reino de la Luz. Su padre, Poder, un rey bastante dictador, la sentenció a casarse con el amigo de su hermano mayor y capitán de su reino, al cual ella no tolera y él sólo la ve como un trofeo a conseguir. ...