Esperanza despertó en medio de la algarabía del reino oscuro al ver llegar triunfante a su rey y a todo su séquito.
—¡Bienvenido, maestro! —Soledad se dirigió a su superior—. Permítame encargarme de su caballo, señor.
—Gracias, Soledad. —La muchacha sujetó las riendas con una sonrisa—. ¡Soledad! —la llamó antes de que se marchara.
—¿Sí, maestro? —Sus ojos grises brillaron al oír su nombre en sus labios por segunda vez. Él sólo pudo compararla con la luna con aquella blanca melena pasando su cintura.
—Yo... Ahora, voy a descansar, luego, búscame; debes ponerme al tanto de todo durante mi ausencia, ¿sí?
—Lo que guste, maestro. —Le sonrió y Sacrificio perdió el aliento, por un segundo, hasta que se recordó que apenas era una chiquilla de quince años.
—¡Destino, mi amado! —Malicia fue a su encuentro como si se tratase de una practicada escena—. ¿Qué me has traído? —De pronto, se le borró la alegre expresión al ver a la otra joven, aún, en el regazo del rey—. ¡Vaya, supongo que estaba de paso! —Gesticuló una falsa sonrisa—. ¿A quién se la darás esta vez? No era necesario que tú la trajeras... —Esperanza no necesitó de presentaciones.
—Malicia, lo sé. —La miró de frente—. Y no se la daré a nadie. ¿Entendido?
—¡¿Qué?! —Se horrorizó, en tanto, él descendía con la muchacha—. ¡¿Me cambias por esta pequeña zorra?! —Destino la aferró del brazo, la princesa ignoró la situación con majestuosidad.
—¡Te cambio por quién se me dé la gana! ¡No tengo ningún compromiso contigo! —La soltó y comenzó a caminar guiando a la prisionera.
—¡Pues, más vale que la cuides, alguien como ella no durará mucho aquí!
—Espera aquí —pidió a Esperanza deteniéndose para ir rumbo a Malicia—. ¿Me estás amenazando?
—Por supuesto que no... Sólo que... se ve tan frágil...
—¡Oh, bueno! Por eso no te inquietes... —Le sonrió cínico—. Me tiene a mí. —Y regresó junto a su cautiva, la cual sentía escalofríos tan sólo viendo el triste y desconocido paisaje haciendo juego con el tétrico castillo—. ¿Tienes frío? —Volvió a cubrirla con su capa.
—No sé si... exactamente es frío —respondió estudiando su entorno; él la atisbó curioso.
—Entremos. Podrás descansar y comer en el cuarto.
—¡Cautiverio! —Lila exclamó llorosa corriendo hacia sus brazos.
—¿Qué sucede? —él se preocupó y la aferró más.
—¡Pensé que nunca más te vería y que quedaría sola por completo en este horrible lugar! —Él sonrió por la sinceridad de la muchacha.
—¡Oh, bueno; cálmate...! Aquí estoy contigo, cariño, en este "horrible lugar..." —Lila lo miró con sus ojos aún humedecidos.
—¿Te estás burlando de mí?
—No, cielo. ¿Cómo sería capaz? —La besó.
—¡Sí, lo estás haciendo! —Le dio un pequeño golpecito y siguieron besándose y riendo.
Finalmente, todos estaban a resguardo tras las negras piedras de la construcción, a lo lejos, se avecinaba una tormenta. Destino llevó a Esperanza a través de unas escaleras iluminadas por antorchas que conducían a los aposentos, los cuales, tenían muchos objetos de diferentes estilos, productos de sus atracos.
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El Eclipse Eterno.
RomansaEsperanza era la princesa más joven del reino de la Luz. Su padre, Poder, un rey bastante dictador, la sentenció a casarse con el amigo de su hermano mayor y capitán de su reino, al cual ella no tolera y él sólo la ve como un trofeo a conseguir. ...