Día 45.

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  En el reino de Poder, en el calabozo, el sumo sacerdote recibía nuevos compañeros.

  —¡Entren allí! —Los guardias empujaron a los tres jóvenes al interior de la celda, con brutalidad. Deseo fue el primero en entrar y en atajar a Placer y a Optimismo. El maestro Perdón sólo observaba, sentado desde su litera.

  —Aquí es donde deberían estar todos los inútiles —Triunfo sentenció despectivo.

  —Cierto —respondió Deseo—. No entiendo cómo es que estás afuera. —Hizo reír a los otros dos ante el ofuscado capitán.

  —¡Insensato! —exclamó—. ¡Abran la puerta! —ordenó a los guardias dispuesto a pelear con el joven juglar.

  —¡Alto! —exigió Orden que acababa de llegar—. No pierdas tiempo ni energías con estos jóvenes. Mañana, partiremos y debemos estar descansados.

  —Tienes razón —fingió calmarse—. Nos veremos. —Miró al trío.

  —No, gracias; prefiero verme con tu hermana. — Deseo sonrió cínico e hizo un saludo con su mano—. ¡Buen viaje! —El capitán hizo ademán de dar un paso adelante, mas, otra vez, Orden lo retuvo.

  —Ignóralo —le aconsejó y se marcharon. Optimismo se aproximó a Perdón.

  —¿Maestro, se encuentra bien?

  —Por supuesto, Optimismo. ¿Puedo preguntarles cómo es que llegaron aquí? —indagó, pues, todos solían juntarse con su hijo Amor.

  —Fue por mi culpa —explicaba el iniciado—. Es que... yo acompañaba a la princesa hasta el río Géminis y... un día, salvamos a un elfo... que resultó ser el rey de los oscuros.

  —Comprendo. ¿Y ustedes?

  —Intentamos esconderlo y como no resultó... —Placer detallaba corriendo su castaña melena.

  —Intentamos impedirlo. —Deseo sonrió —. Pero, no somos muy buenos en eso.

  —¡Jóvenes! —Sacudió la cabeza Perdón—. ¿Cómo está mi hijo?

  —Bien. De hecho... —Placer se cercioró de que nadie los oyera— fue él quien nos advirtió del pedido de captura de Optimismo. —El maestro rió afable.

  —Eso creí. ¿Y Esperanza y Pensamiento?

  —¿Sabe lo de Pensamiento? —se asombró Optimismo.

  —Sí; el rey vino a insultarme por la educación que le di a su hijo, luego de insultarme por no impedir que se llevasen a Esperanza.

  —Ah... Bueno; no se sabe nada de ninguno. Tuvieron que regresar con el rabo entre las piernas. Se ve que el supremo de allá les dio una paliza. —Rieron los jóvenes sin que Perdón comprendiera las palabras de Deseo.

  —Es que fueron sin un sacerdote —Placer aclaró.

  —Y, ahora, se llevarán de mala gana a su suplente, Justicia —agregó Optimismo—. Lo extrañamos, maestro —confesó.

  —¡Qué dulce! —Deseo se mofó—. ¡Lástima que ya no tenemos nuestros instrumentos!

  —¡Qué va! Sus cabezas eran más duras.

  —Justicia es buena —Perdón explicó — y si se esfuerza tiene posibilidades. Pero, no sabe con quién se está metiendo; ese hombre es fuerte y su energía es peligrosa. Por eso, no lo contrarresté aquel día. Hubiéramos perecido como insectos.

  —¿Insinúa que es más poderoso que usted, maestro? —se paralizó su iniciado.

  —Quizás. Pero, es porque su energía es diferente y puede provocar un efecto adverso al contrarrestarla. Estando sólo no dudaría en enfrentarlo, mas, teniendo inocentes junto a mí, no. El más mínimo error se convertiría en la fatalidad más grande... ¿Y la reina cómo se encuentra?

El Eclipse Eterno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora