Apenas el sol comenzó a asomar, Orden despertó a sus hombres. Emprendieron el camino a paso lento. Por la noche, no hubo quien no sufriera pesadillas y sus cuerpos se sentían adoloridos como si cientos de caballos los hubieran pisoteado. De alguna forma, se sentían derrotados... Para ellos, el día transcurría en silencio, excepto, por sus propios suspiros y por los cascos de sus monturas.
Esperanza despertó antes que Destino; la noche caía sobre el reino. Quitó la pesada mano de su cintura con cuidado y se incorporó silenciosa. Una vez más, miró al hombre en el lecho, todavía dormido, y se decidió a ir a la puerta, deseaba cerciorarse de que si la cerraba bajo llave durante el descanso o no; se desilusionó al descubrir lo primero, por lo que resolvió refugiarse en la privacidad de las cálidas aguas de la habitación contigua. Destino se movió incómodo, hizo ademán de aferrarse a algo, despertando sobresaltado.
—¡¿Esperanza?! —exclamó sentado en la cama y con la mano en el sitio que la joven ocupaba.
Se incorporó y se dirigió a la puerta, esta seguía cerrada; la ventana nunca era asegurada ya que estaban a buena distancia del suelo, pero, bueno... tampoco era imposible para alguien con poderes. Se asomó y no distinguió nada en medio de la creciente oscuridad. Quedaba una alternativa y fue a verificarla. Ingresó alarmado al cuarto de baño y allí la halló, envuelta en su toalla, la cual apenas había terminado de ajustar a su cuerpo. Destino sintió una gran calma al ver que no se había fugado. Ella quedó pasmada.
—¡Estás aquí! —proclamó aliviado.
—¡¿Cómo osa irrumpir así?! —Destino cobró consciencia de su situación.
—¡Oh...! Yo... No fue mi intención... Yo... Discúlpame. —No hizo ademán de retirarse y se quedaron viéndose unos segundos.
—¡¿Ya se disculpó, verdad?! ¡Ahora, márchese!
—Pero... —pareció extender una mano hacia ella.
—¡Pero, nada! ¡Afuera! —Le dio la espalda y él se fue rezongando.
—¡Afuera! ¡Ni que fuera un perro! ¡Y en mi propio baño! ¡Tenía que ser del otro lado del río! —clamó ya en la cuarto, vistiéndose.
Cuando Esperanza salió y encontró que la aguardaba afuera de la alcoba, advirtió que se hallaba de mal humor ya que no le dirigió la palabra. Durante el desayuno, Destino no cambió su actitud, lo cual llamó la atención de Sacrificio.
—¿Su Alteza, qué le ha hecho para hacerlo enfadar? —el religioso cuestionó.
—¿Yo? Nada.
—Pues, creo que algo tuvo que haber sucedido; no es fácil disgustarlo.
—¿Ah, sí? ¿Entonces, yo soy la culpable de su humor? ¡Ja!
—Definitivamente algo sucedió entre ustedes. —Esperanza lo fulminó, por lo cual, el sacerdote cambió de tema y preguntó cómo se llevaba con Soledad.
El resto de la noche, las tres jóvenes siguieron con el aseo del patio hasta que vinieron por ellas antes del amanecer. Cautiverio ya no tenía recelos de Esperanza y, por el contrario, notaba que Lila se mostraba más alegre desde que la conoció. Soledad se desenvolvía mejor junto a las dos princesas, mas, su mente sólo se ocupaba de su más grande pena y gran dicha: su maestro.
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El Eclipse Eterno.
RomanceEsperanza era la princesa más joven del reino de la Luz. Su padre, Poder, un rey bastante dictador, la sentenció a casarse con el amigo de su hermano mayor y capitán de su reino, al cual ella no tolera y él sólo la ve como un trofeo a conseguir. ...