Día 40.

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  El sol no asomaba. Silencioso, medio moribundo, lleno de lodo y poniéndose de pie cada vez que se tumbaba por el cansancio y el hambre, Pensamiento, ya estaba por los alrededores del castillo. Su férrea voluntad evitaba que empleara su magia para recuperarse; ahora que estaba tan próximo, no lo arruinaría; sólo unas horas más y, con suerte, llegaría a Esperanza.

  En tanto, el ejército de Orden comenzaba su tediosa marcha que ya parecía un camino demasiado conocido.

  La noche no comenzó muy bien para Destino; apenas levantado olvidó la discusión mantenida con la princesa, por lo que la respuesta a su cariñoso beso no fue otra cosa que un nuevo reto para él y enojo para ambos. Luego del desayuno, cada uno continuó con su quehacer. A mitad de la noche, el batallón de la comandante Guerra volvía de su práctica por las cercanías del castillo en prolija marcha. De pronto, la mujer dio una orden.

  —¡Alto! —Los soldados se detuvieron—. ¡¿Qué rayos es eso?! —se cuestionó al distinguir, entre la neblina, un bulto en el suelo, a pocos pasos de ellos. Se acercó con la espada desenfundada, al comprobar que se trataba de un elfo inconsciente rió—. ¡Vaya, qué suerte tengo; un hombre! —El batallón festejó su broma—. Pronto, Odio, ve a dar aviso al rey y al general.

  —¡Sí, señora! —Presto acató el mandato, interrumpiendo así, un juego de mesa entre el monarca, el sumo sacerdote y el general—. Su Majestad, disculpe la molestia, señor... —Cuando explicó el hallazgo, los tres se dirigieron de prisa, rumbo al indefenso sujeto.

  —¿Quién es? —Caos indagó y Sacrificio se inclinó para verificar su estado y su aspecto.

  —Está muy débil.

  —Si es un enemigo, déjenlo afuera; no durará mucho —el general Caos opinó; Destino pareció de acuerdo por el gesto en su rostro.

  —No puede, Su Majestad —Sacrificio señaló mostrando el sucio amarillo del harapo.

  —¿Por qué? ¿Por qué es un sacerdote?

  —Este hombre es mucho más que eso, mi señor; este hombre ha venido por su hermana y ha sobrevivido, no sé cómo, hasta ahora, porque pudo evitar todas mis trampas.

  —¿Qui-quieres decir que es el... hermano de Esperanza?

  —En efecto.

  —¡¿Por qué no lo dijiste de una vez?! ¡Pronto; llévenlo adentro y cúrenlo! ¡Pero, ténganlo bien vigilado y que la princesa no se entere!

  —¡Sí, Su Majestad! —Guerra ordenó a dos soldados que lo cargaran y trasladaran al interior.


  Más tarde, en el cuarto de Sacrificio, este se hallaba conversando con el monarca.

  —Pensé que habías dicho que lo tenías todo controlado —Destino cuestionó.

  —Y lo tenía; pero, obviamente el chico es muy sagaz y no volvió a usar su poder para que no pudiéramos ubicarlo.

  —¿Y el ejército?

  —Por ahí, dando vueltas en círculos y apenas con fuerzas para mantenerse en pie.

  —¿Seguro?

  —¿Dudas de mí?

  —No. No es eso, pero... debo reconocer que esta inesperada visita me pone un tanto inquieto.

  —Te entiendo. Imagínate que se hubiera salido con la suya. ¿Quién te hubiera soportado luego?

  —¡Oye! —el rey se quejó y Sacrificio se largó a reír.


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N/A: 

 Como este capítulo es corto, hoy subiré el que le sigue. :)

  Quería agradecer a todos aquellos que están siguiendo esta historia y haciendo comentarios. Para mí es muy importante saber qué opinan, me ayuda a crecer como escritora y a conocerlos más para poder traer a futuro, más historias con un poco de todo, como la vida misma, pero, con más fantasía y más justicia ;)

 Gracias, Esme2319CoraNRT y Nirtty. Esta historia ya está hecha, pero, prometo siempre dar lo mejor de mi. Un gran abrazo.

El Eclipse Eterno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora