Día 29.

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  El sol despuntaba en el reino de Poder y Sabiduría, Esperanza se levantó y, al salir de su cuarto, se cruzó con su prometido.

  —Muy buenos días, Su Alteza... —la saludó con ojos brillosos y una gran sonrisa. Ella lo hubiera ignorado si él no le hubiera dirigido la palabra.

  —Buenos días —respondió sin detenerse.

  —¡Princesa Esperanza! —exclamó y ella se detuvo—. Su Alteza, disculpe... —Se acercó—. ¿Me permitiría unos minutos? —La joven giró para enfrentarle.

  —¿Sobre qué desea hablar, capitán?

  —Princesa, supongo que está al tanto de su... nuestro compromiso...

  —Sí, lo estoy.

  —Sé que no lo recibió de buen grado.

  —Nada que sea impuesto puede ser agradable, ¿no lo cree así, capitán?

  —Pero, Su Alteza, no soy yo quien le impone nada...

  —No directamente... Porque bastaba decirle al rey que no y que ya debía la palabra a alguien más y listo.

  —Seguramente sería muy sencillo hacer algo semejante... si fuera cierto... Pero, es usted quien ocupa ese lugar y haré todo lo posible por agradarle. Claro que, sería mucho más fácil y prudente para ambos, comenzar desde ahora... Detestaría un desencuentro en la noche de bodas... Ese día, se supone de festejos y no de enojos...

  —"Ese día, capitán," aún no ha llegado y, mientras tanto, usted seguirá siendo sólo un buen oficial como hasta ahora. Así que... procure no irritarme. —Se marchó dejando, a pesar de todo, una sonrisa desafiante en Triunfo.

  —Como usted guste, mi princesa. —Hizo una reverencia.

  Esperanza no podía creer en lo caradura que ese hombre podía ser. ¿Acaso, no se daba cuenta de que no lo soportaba o no le importaba? ¿Cómo pudo su padre pensar que alguien así sería lo mejor para ella? Indignada, fue rumbo al río, se deshizo de sus sandalias y comenzó a caminar por la orilla. Sentir las hierbas hacerle cosquillas bajo sus pies la reconfortaba...

  Pensamiento la observaba desde el risco. ¿Acaso, su pequeña hermana tendría que pagar así el precioso don? ¿Acaso, no había nada que pudiera salvarla de las garras del autoritarismo de su padre y del irrefrenable deseo de Triunfo en echarle las manos encima, en cuanto la ilógica ceremonia la proclamase suya? En momentos así, en verdad se enojaba consigo mismo por no ser un guerrero, por ser sólo un intelectual, un religioso...

  —Pensamiento... —Paz lo nombró con suavidad; el joven sacerdote la observó con cierta melancolía— el maestro desea verte.

  —¿Alguna cosa relacionada a...? —Paz miró a su amiga ya con los pies en el agua.

  —No. Perdón es muy respetuoso y está al tanto de lo delicada que es la situación para ambos. Ven —le tomó la mano—; vayamos. —Besó su mejilla. Pensamiento abrió enormes sus ojos castaños y, luego, hizo una tonta sonrisa... No había nada mejor que eso.

  Esperanza se expuso más en el río; el agua estaba fresca y peces de colores nadaban a su lado haciéndole sonreír... De repente, una ventisca se levantó a través del bosque del reino vecino. La muchacha sintió frío, miró hacia el sombrío paraje; cubrió con sus brazos su torso y regresó a su orilla algo desconfiada y se alejó rauda, dándose vuelta un par de veces.

  Los hombres de Destino preparaban los caballos, las alforjas y las armas; en tanto, los altos mandos repasaban minuciosos los pasos a seguir en un mapa que dibujó la sacerdotisa Maldición.

  Malicia se hallaba algo fastidiosa e inquieta; algo le indicaba que este ataque no era como los anteriores. El rey se veía muy animado; más de lo habitual. En tres lunas sería el gran día.


N/A: Hola, gente, veo que hay varios leyendo la historia y me gustaría leer algún comentario. Gracias.

El Eclipse Eterno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora