Del Odio Al Amor

18.

Era el gran día, Kise había intentado olvidar la confesión de Kasamatsu pero de solo recordarlo sentía como la sonrisa en su rostro se hacía gigante.

-¡Kise!- grito una voz muy conocida, en cuanto pudo ubicar a su dueño, su sonrisa se mostró en su rostro.

-Kagamicchi, ¿vienes con Kurokocchi?- el pelirrojo se puso un poco nervioso y Kise rio un poco.

-no... Kuroko aún no llega...- Kagami podía ser el macho más macho que se pudiesen imaginar, pero apenas el nombre del pequeño era pronunciado, parecía un pequeño niño que había sido descubierto en mitad de una travesura- y tu... ¿Cómo te sientes...?- claro que el pelirrojo estaba al tanto de su situación, estaba prácticamente las 24 horas del día con Kuroko, ya que era habitual que el pequeño durmiera en su departamento, sino, estaban siempre en contacto el uno con el otro.

-solo un poco ansioso... es Aomine después de todo...- el rubio miro sus manos- es un rival difícil...

Quiso decir que si, que estaba nervioso, que sentía pánico por el momento en el que se reencontrara con el moreno, pero... no se dejaría vencer por eso...

-¡Kise!- la voz de su senpai le hizo sonreír- ya vamos a comenzar- Yukio corrió a su lado y miro a Kagami un momento- hey... ¿Cómo has estado?

-bien gracias- el pelirrojo hizo una pequeña reverencia- espero ver su victoria hoy.

El moreno solo asintió y prácticamente arrastro al rubio a los camarines.

Los minutos pasaban tortuosamente, hasta que ambos equipos fueron llamados a la cancha...

Pro un leve momento, Kise rogo porque Aomine no se presentara, después de todo, había escuchado que no había querido participar en ningún partido anterior. Pero para el nada era sencillo...

-Hola rubia...- la imponente voz del moreno se escuchó en el lugar. Aquel tono de voz, frio y despectivo le hizo notar que él no había cambiado... claro que no...

Se sintió idiota, muy idiota, al pensar que podría ser que el moreno le hablara con un tono diferente... como amigos que no se ven en muchos años, pero eso sería engañarse el mismo... porque ellos nunca habían sido amigos... ellos solo habían cogido un tiempo y eso era todo lo que significado para el moreno...

-también es un gusto verte, AHOmine- no pudieron cruzar más palabras, ya que, su senpai lo arrastro lejos de aquel chico... cosa que poco y nada le gusto a Aomine...

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No había querido jugar... no valían la pena... ninguno de ellos lo valía... pero cuando Satsuki me dijo que jugarían contra el rubio, sintió una extraña calidez en su pecho...

¿acaso era la emoción del momento por encontrar un rival? ¿o era otra cosa?

No se había permitido mayor duda ante aquello y acepto de inmediato jugar esa vez...

Estaba ansioso, no podía negarlo, la emoción invadía su cuerpo completamente a medida que el día se acercaba. Pero la ira lo cegó cuando vio a aquel idiota jalando al rubio...

Un enano, porque si, era muy pequeño incluso para Kise, de cabello negro, se atrevió a apartar al rubio de su lado...

Y lo peor... no era que fuese un enano o que su cuerpo no se comparara al suyo... sino que era pésimo en el básquet, bueno, para el todos eran pésimos, pero que Kise le llamar tan cariñosamente "Senpai" a ese idiota le hacía enojar... ¡era un don nadie!

-ahora lo entiendo...- susurro el rubio a su lado- para poder ganarte... solo debo olvidar que en algún momento mi camino se cruzó con el tuyo...

Antes de poder responder, Kise le había quitado el balón y en menos de lo que pensaba ya se encontraba bajo el aro encestando...

Nunca había visto esa faceta del rubio... cada vez que Aomine jugaba con él, el rubio se mostraba de manera diferente pero nunca lo había visto tan... decidido... tan salvaje...

Pero nada era suficiente para superar a Aomine, nunca nadie podría igualar sus habilidades, apenas su equipo fue capaz de recuperar el balón comenzó a jugar más en serio...

Los minutos pasaban y cada vez la diferencia se acortaba más y más...

Era increíble como jugaba el rubio y más aún como era que respondía el moreno... pero... no podían estar así para siempre...

En aquellos últimos momentos... en aquellos últimos segundos... Kise había saltado junto a él sin embargo había logrado encestar, dándole la victoria a Touo...

Aomine sonrió en victoria pero apenas sintió un estruendo a su lado su sonrisa se borró... el rubio no podía ponerse de pie... no lograba mover las piernas... Aomine quiso acercarse a él... quiso ayudarlo... pero no fue capaz de mover un solo musculo...

Lo veía acabado... el rubio que siempre podía responderle, que siempre sonreía a todo el mundo... estaba llorando, aun intentando ponerse de pie...

Una mano se puso frente a él... aquel idiota enano y pésimo para jugar estaba ayudándolo y fue ahí cuando pudo notarlo con claridad... aquella sonrisa que recordaba... aquella bella expresión que siempre tenía el rubio, ahora tenía un destinatario...

-lo siento... senpai...- Kise lloraba y se aferraba a ese enano, todo frente a Aomine que no podía dejar de mirar al rubio...- en serio, lo siento... si hubiese corrido más... si hubiese entrenado mas duro...

-todo está bien, Kise...- la mano del pequeño comenzó a acariciar el cabello rubio del modelo...- hey...- levanto el rostro del rubio y limpio las lágrimas que habían en sus mejillas- solo debías divertirte y este ha sido el mejor partido que he jugado en mi vida...

Y Kise sonrió... aun con lágrimas recorriendo su rostro sin poder detenerlas, Kise sonrió como si nada más importara en el mundo... y Aomine se sintió vacío...

Ambos equipos se reunieron en el centro para despedirse... aunque no habían rastros de Aomine... el miro todo desde el pasillo que lo llevaría a los camerinos.

Aomine no entendía porque ese pequeño gesto de Kise... esa sonrisa que tantas veces había visto antes le dolía tanto... porque para que negarlo... cuando vio que el rubio le sonreía a otro... cuando noto que la felicidad invadió su rostro mientras miraba a su capitán... entendió...

Al fin, Aomine pudo notar que estaba celoso... celoso de no ser el quien era el receptor de aquella bella sonrisa...

Y fue ahí... en mitad de aquel pasillo, que Aomine derramo una lagrima... solo una... por aquel amor del que muy tarde se había dado cuenta...

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