Especial Murahimu

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No le había visto hasta que entró a clases...

Himuro pensó que aquel chico alto y de cabello violeta le ayudaría... pero se había equivocado.

Apenas quiso cruzar palabra con él, le miró extrañado, como si no le conociera, pero si le recordaba, sólo era que le miraba con cierta molestia.

Para suerte de Himuro, o quizás mala suerte, ambos habían entrado al equipo de Básquet, aunque a Murasakibara no parecía agradarle la idea.

Las sospechas de Himuro se vieron confirmadas cerca de un mes de ingresar a clases.

El profesor de Artes les había asignado una tarea en parejas, y ambos estaban juntos. Himuro vivía en los dormitorios por lo que le dijo de manera amable al gigante que hicieran el trabajo ahí... pero...

-no quiero- respondió con una expresión de molestia.

-pero... estaríamos más cómodos...- dijo con una sonrisa en el rostro el pelinegro.

-no pienso ir a una habitación de un... omega- la última palabra la había dicho con un tono molesto, cosa que no paso por alto a los oídos del pequeño.

-bien, entonces lo haremos en la biblioteca, y que sea rápido porque no quiero perder mi tiempo.

A pesar de que el moreno sonreía, le había dolido la manera en la que el chico se dirigía hacia él.

No era su culpa ser un omega, nunca quiso serlo... había sufrido bastante en el pasado por culpa de ello y no necesitaba de un idiota para recordarlo.

Himuro evitaba a Atsushi tanto como le era posible, pero poco y nada podía hacer si ambos jugaban en el mismo equipo y estaban en el mismo curso. Además, para su desgraciada suerte, los maestros les hacían formar pareja en los trabajos.

En definitiva, Himuro la pasaba mal.

Pero lo peor fue cuando le llegó su celo...

El Instituto tenía los dormitorios según su clasificación, los omegas se encontraban aislados, los betas y las alfas en otro lugar.

Ese día, había despertado del dolor que el celo le causaba, el supresor hacia efecto en relación a su aroma pero el dolor no le dejaba ni moverse de la cama.

Estuvo todo el día en su habitación, no quería salir de la cama, y la verdad no podía.

Escucho algunos toques en la puerta y pensó que era algún compañero de piso... pero era Atsushi.

Sin que el pequeño lo invitará a entrar, el gigante entró en el lugar y se recostó en la cama.

-Murasakibara-San...- susurró el pequeño y Atsushi le fulminó con la mirada- A-Atsushi...

Hace algún tiempo, que el chico le había dicho que odiaba que le llamarán así...

-¿N-necesita algo?- el gigante le miró fijamente mientras sacaba un dulce de algún lado.

-Muro-chin es un perezoso- dijo el gigante mientras miraba al techo- faltó a clases y no está enfermo.

Un poco de alegría inundó al pequeño al saber que el chico se había preocupado por el pero luego recordó cómo le había tratado... por lo que conservó su cara de póker.

-bueno... en la mañana no me sentía bien... pero ahora ya estoy mejor- dijo el pelinegro aún de pie mirando hacia su cama.

-hm- el gigante se sentó y le miró fijo por unos momentos, para luego alargar su brazo y jalar al chico hacia la cama.

Del Odio Al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora