26.

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Como habían llegado a eso, ni el mismo Kise lo tenía claro.

Sentía aquel dolor en sus costillas atravesarle el corazón pero lo que menos comprendía era ¿qué hacia Aomine ahí?

Recordaba esa tarde haber renunciado a su trabajo de manera definitiva, recordaba vagamente que se había topado con Takao y muy a lo lejos recordaba que Yukio le había llamado.

Pero ahora se encontraba tirado, porque no podía ponerse de pie ni aunque le rogaran, sentía también como el golpe en su mejilla comenzaba a inflamarse, además de la sangre que corría por su nariz.

Kise comenzó a cerrar lentamente los ojos mientras veía que Aomine soltaba a Yukio y corría a su lado.

Luego de eso todo era oscuridad...

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Luego de una semana de investigación y prácticamente estar suplicando, consiguió la dirección del rubio.

No permitiría más el abuso que el hijo de puta hacia con su rubio.

Así que apenas obtuvo la dirección, corrió lo más rápido que sus piernas le dieron.

Ahí estaba, frente a aquella puerta que posiblemente le separaba de su amado, pero antes de siquiera tocar la puerta, escucho un gran estruendo provenir del interior.

Su instinto le obligó a entrar sin preocuparse por formalidades como quitarse los zapatos o algo similar. Y lo vio...

Kise estaba en el suelo, sujetando el costado de su abdomen mientras el muy hijo de puta estaba parado a un lado de él.

-¿quién demonios eres?- pero todo lo que Yukio obtuvo como respuesta fue un puñetazo en su nariz.

Aomine estaba ciego de rabia, no comprendía como mierda el mal nacido habia sido capaz de golpear a Kise...

Invadido por la rabia, Aomine golpeaba a Yukio sin medir sus golpes, no podía pensar en nada más que matar al hijo de puta debajo de él.

Pero escucho un pequeño gemido de dolor y volvió a la realidad.

Busco al rubio con la mirada y sin dudar corrió hacia el mientras sacaba su teléfono para llamar una ambulancia.

Tomó a Kise en sus brazos, noto que estaba más delgado de lo que recordaba y comenzó a bajar hacia la entrada del edificio.

Sintió una presión en su pecho cuando la ambulancia llegó y los paramedicos atendieron al rubio.

Que decir durante el trayecto cuando apenas veía la respiración del rubio mover su pecho.

Aomine sostenía su mano mientras le rezaba a todo dios que conociera que el rubio estuviese bien, que despertara y que al fin, luego de ser tan idiota, reaccionara a lo que pasaba frente a él.

Todo era demasiado rápido, pronto habían llegado al hospital y Kise había sido ingresado.

El muy hijo de puta le había roto una costilla, ¡una maldita costilla! Además de dejarle diversos golpes por todo el cuerpo.

Cuando los doctores le dijeron que Kise se encontraba estable, decidió volver y terminar de matar al hijo de puta que tenía el rubio por pareja.

Tomó un taxi, decidido a golpear al idiota hasta quedar satisfecho, aunque sabía que no era lo mejor, la rabia en ese momento nublaba su juicio.

Subió corriendo las escaleras del edificio y entró al departamento del rubio decidido a cumplir su palabra.

Pero sólo lo recibió la soledad en aquel lugar.

Del Odio Al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora