28.

3.5K 307 169
                                    

Aomine sentía la ira recorrer su cuerpo al ver a Yukio. Sabía que el muy hijo de puta no podría estar ahí con buenas intenciones, claro que no, y la reacción de Kise era lo que más le preocupaba.

¿Qué podría hacer si el rubio aceptaba irse con el idiota ese? No, el no lo permitiría jamás.

Ahora que el rubio estaba a su lado, no dejaría que nadie se lo arrebatara.

-te ves bien, Amor...- Yukio sonreía mientras miraba al rubio- aunque no está bien acompañado...

-escucha basura, nunca volverás a acercarte a Kise en tu puta vida- Yukio sonreía mientras miraba hacia la calle.

-sabes... De verdad te amaba, Kise... Pero siempre supe que tenías a otros...- Yukio sonreía mientras miraba al rubio.

-no... Yo nunca...- quiso responder el rubio pero un grito de parte de Yukio lo interrumpió.

-¡Mientes! ¡Acado vas a negar que estuviste con Haizaki! ¡Él mismo me lo dijo!- Kise dio un salto mientras sentía que las piernas le cedían- pero sabes... Aún tengo un regalo para ti...

Yukio comenzó a buscar entre su ropa hasta que sacó un sobre, miró sonriendo al moreno y luego lo lanzó hacia ellos.

-tomalo... No tiene nada que pueda dañarte... Creo... -el reía de manera maníaca.

Ambos vieron como Yukio pasaba las piernas por la baranda de la ventana.

-Y-Yukio... Que estás...- Kise camino un paso hacia el moreno, pero Aomine lo detuvo.

-quiero que me recuerdes siempre Kise...- Yukio se volteó y miraba fijamente al rubio- toda tu vida me recordarás...

-¡NO!- y sin decir más, Yukio se soltó...

Kise corrió a la ventana pero no miro hacia afuera... Aomine no se lo permitió.

El rubio gritaba mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, abrazado a Aomine que intentaba calmar la desesperación del rubio.

Aomine pidió una ambulancia y llamó a la policía, Kise apretaba su camiseta mientras que Aomine pasaba sus brazos por la espalda del rubio.

Luego de llegar la ambulancia, le informaron lo que esperaban, Yukio había muerto.

Aomine se encargó de todo, de sacar las cosas del rubio del lugar, de las declaraciones, de los temas legales, todo.

De pronto recordó el papel que el moreno le había tirado a Kise, cuando lo abrió sintió que la ira dominaba su cuerpo.

Sólo serás feliz si te vas conmigo, Kise...

Habló con los policías acerca de la situación y se fue de nuevo junto al rubio a su hogar.

Aomine llamó a Kuroko para contarle acerca de lo sucedido, el peli celeste no podía creer lo que le contaba, pero así era la realidad.

Durante la semana siguiente el rubio se encerró en la habitación, no habían despedidas en las mañanas ni bienvenidas en la noche.

A menudo, Aomine se paraba en el marco de la puerta a observar como Kise dormía.

Sentía su corazón oprimirse cada día más, pero no sabía que hacer... Le amaba pero no quería que el rubio le rechazara.

Por primera vez en mucho tiempo, Aomine estaba asustado.

Diez días pasaron y a pesar de todo lo que sus amigos hicieron por el rubio, las cosas no cambiaron. Fue por ello que su paciencia se agotó.

-Kise- entró a la habitación y el rubio estaba acurrucado en la cama

-¿hm?- apenas abrió un poco los ojos.

-levantate, vamos a salir- el rubio aún estaba dormitando por lo que sin más ignoró al moreno.

Pero Aomine era un hombre decidido, que no se dejaría vencer por ese pequeño contratiempo.

-dije que saldremos y te sacaré de aquí sea como sea- como no hubo respuesta del rubio, mientras reía, tomó a Kise con mantas y todo y comenzó a llevarlo por el departamento.

-¡bajame!- gritaba Kise mientras pataleaba.

-me niego, si lo hago volverás a la cama- Aomine tomó algunas cosas y estaba por llegar a la puerta cuando el rubio hablo otra vez

-no volveré a la cama, pero al menos dejame cambiarme- dijo el rubio casi rendido, Aomine soltó una pequeña risa y dejo libre al rubio.

Ahora que lo miraba, noto que apenas traía su ropa interior.

Al rato Kise salió de la habitación con unos lentes oscuros y un gorro.

Aomine quiso tomarle de la mano pero en aquel momento había llegado su taxi por lo que no pudo.

Viajaron en silencio hasta llegar a la estación de trenes, el rubio lo miro sin entender mucho y el solo sonrió.

Tomó la mano de Kise y lo arrastró hacia uno de los vagones, el rubio estaba un poco desconfiado con respecto a eso, pero no dijo nada.

Subieron y Aomine guardo aquella maleta que había traído consigo, se sentó junto al rubio y tomó nuevamente su mano, moviendo su pulgar sobre ella de manera calmada.

Kise no movió su mano ni dijo nada al respecto, sólo miraba hacia afuera como si quisiera encontrar alguna pista.

-¿adónde vamos?- dijo el rubio sin mirarle y Aomine sólo sonrió.

-es una sorpresa- Kise no pregunto nada más hasta que lentamente el sueño comenzó a ganarle.

Aomine miraba fascinado al rubio apoyado en su hombro, claro que estos días encerrado habían hecho estragos en su apariencia.

Kise estaba más delgado, su piel se encontraba pálida y tenía unas grandes ojeras bajo su rostro.

Pero ese momento era perfecto, y Aomine quería nunca llegar a su destino.

Luego de cerca de dos horas, llegaron a la estación, Aomine despertó a Kise de mala gana y el rubio acomodó un poco su ropa para luego seguirlo.

La vista era hermosa, mejor de lo que hubiesen imaginado, y para Aomine, todo era aún mejor al ver la sonrisa del rubio, aquella sonrisa que no veía hace mucho tiempo.

-esto es hermoso...- dijo al fin el rubio mirando el horizonte.

-me alegra que te guste...- Aomine sostuvo su mano- ven, vamos a nuestro hotel.

Kise sólo asintió y una sensación de calidez comenzaba a embriagar su cuerpo.

En el hotel, la pacífica actitud de Aomine se vio interrumpida por el error en la recepción, les habian asignado una habitación matrimonial, y Aomine había pedido una doble.

Luego de varios minutos de regañar a la pobre encargada, Kise le dijo que estaba bien, que no se molestara y con un sonoro suspiro, Aomine se rindió.

Todo estaba perfecto, más que perfecto, increíble.

Aomine no podía pedir nada más que estar en aquel lugar junto a Kise y poder disfrutar de la compañía del otro.

Pero un estruendo se hizo escuchar en el baño de la habitación y Aomine corrió a ver que ocurría. Sin embargo, se encontró con un Kise sonrojado a más no poder y con un fuerte aroma dulce...

-Aomine...- el rubio lo miro y Aomine se sintió idiota al haber olvidado algo tan importante... Pero sus instintos eran más fuertes que su mente en ese momento y lo único que hizo fue correr a abrazar al rubio mientras inhalaba el intoxicante aroma...



*************************

Les dije que esto está llegando a su final? Porque así es.

En fin, no se esperaban lo de Yukio, verdad?

Saludos y nos leemos pronto.

Del Odio Al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora