2016

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Una de las mejores formas de conocer a una persona es descubriendo sus manías a la hora de tomar café.

Y ahí estaba los amigos, buscando refugio del terror bebiendo cafeína, el saber que la casona había albergado almas desterradas de la cordura no ayudo a reconfortar a los ya de por si temerosos amigos.

Federico y Antonio bebían el café como los abogados deben tomarlo, sin aditamentos cursis propios del género femenino, ni azúcar, ni crema, ni chocolate, no, los hombres toman el café negro y como defensores de la ley debían tomarlo así: severo y riguroso.

Katia acostumbraba tomar cappuccino con mucha espuma, y le gustaba besar a Federico en la mejilla para ensuciarlo también, se abstuvo de hacerlo.

Sofía tomaba el café extrañamente cargado, como si en esa taza estuvieran concentradas todas las palabras que no se atrevía a decir. Su novio bebía el café ligero, como si al agua le agregaran una gota solo para darle color, como atleta de alto rendimiento no podía permitirse el ingerir ninguna sustancia.

Alonso tomaba café negro sin azúcar pero con mucha crema, todos parecieron sorprendidos de verlo tomar esa cosa que más que café parecía crema chantilly. Pero, las que tomaban las bebidas más raras eran las intelectuales. Tabatha no toco su café hasta que este estuvo completamente frío (alrededor de 40 minutos) y después añadió una pizca de azúcar, según ella el café adquiere un sabor diferente si se bebe así. Mientras que Vanessa, siendo estudiante de teatro, tomo una infusión que le había enseñado una amiga: té verde con té de frutos rojos, parecían análisis y aunque aseguro que era delicioso nadie se aventuro a beberlo.

Pero, los cafés no amortiguan más que el sueño, y el problema seguía ahí, estaban en una casa que antes fue... bueno, eso, y aparte había sangre en el jardín, síntoma inequívoco de que hubo un asesinato, conforme repasaban los sucesos y hallazgos la casa les gustaba menos.

Con la energía que les había dado el café, los chavos se fueron a desperdiciarla en ver si había alguna manera de abrir la puerta, el resultado fue el mismo...

Todas estas circunstancias habían evitado que se dieran cuenta de que las horas habían pasado, el Doctor Dimó, los llevo a la casa alrededor de las 6 de la tarde, después de mucho tiempo de pedir ayuda, así que la noche amenazaba con dejar caer su manto oscuro y el doctor mientras tanto no tenía ningunas ganas de regresar.

Federico fue el primero en darse cuenta de que sus esfuerzos eran inútiles, regreso a la sala de estar, se quito los zapatos y se acostó en el sofá.

-¿Qué haces?-pregunto su novia sorprendida

-Me pongo cómodo. Si voy a morir prefiero hacerlo descansado.

Era una forma muy sutil de darse por vencido y sus amigos le siguieron el juego, decidieron acomodarse en la alfombras y en los sillones que quedaban disponibles.

Antonio, de la nada, comenzó a reírse.

-¿está loco?-quiso saber Vanessa.

Antonio hizo esfuerzos por detener sus risotadas.

-No, no. Recordé la vez que jugamos la botella en casa de Héctor...

Todos recordaron junto con el abogado. Habían ido a estudiar en realidad, pero los padres de Héctor habían salido y como adolescentes atolondrados decidieron jugar a la botella, en realidad no hubo grandes problemas, ni siquiera una anécdota memorable, pero ese juego permitido a todos darse cuenta de cosas que todos sabían y aún así ignoraban, como que Federico estaba enamorado de Katia o que Antonio y Tabatha hacían una buena pareja...

Los campistas rieron entre nerviosos y genuinamente divertidos. El recuerdo de la botella sabía a otra vida, como si el universo se hubiera detenido en el momento en el que entraron en la casa.

-¿Jugamos?-sonrío traviesa Vanessa mientras le quitaba a Héctor la botella de agua que estaba por terminarse.

Todos se miraron mientras se convertían, de nuevo, en los niños que dejaron en la secundaria.

Y giraron la botella sin darse cuenta de que abrirían una puerta que serían incapaces de cerrar.

*******

El famosísimo juego de la botella es un juego que no encierra mayores misterios y que sin embargo se convierte en un complejo eslabón de la cadena de evolución de los seres humanos, es como los encantados, si no jugaste a eso en la infancia, probablemente naciste de 20 años.

Así, pues, el juego al que se aventuraron los amigos consiste en lo siguiente, estas especificaciones solo las doy por aquellos desdichados que no han alcanzado la adolescencia o para aquellos que al pasarla tan bruscamente no lo recuerda. Entonces, tenemos una botella, un lado manda y el otro obedece, en este caso, el lado de la tapa manda y el otro obedece, aunque el orden de los factores es indistinto y se pone a girar dejando que todo fluya con la lógica pura: si te toca mandar, mandas y si te toca obedecer obedeces.

Recordemos que este es un juego propio de la adolescencia, donde las hormonas están alborotadas y las endorfinas preparadas para ser despertadas, por tanto no es extraño que generalmente en este juego haya besos, más besos de lo que la moral quisiera establecer.

Pero, recordemos también que nuestros campistas ya no son adolescentes, son veinteañeros atravesando el portal sin salida de la adultez, solo jugaban esto por simple aburrición y de eso a atormentarse como seria su asesinato, bueno, bien se valía regresar a niñerías como la botella.

Perfecto, establecido estas acotaciones, tenemos a un grupo de 8 jóvenes mirando con desinterés girar la botella. Generalmente se guardaban la cordura. Si le tocaba a Federico lo ponían a besar a su novia, si era Héctor un beso casto a Sofía, entonces, la fortuna giro la botella de la peor forma que podían. Ahí estaba, apuntando a Vanessa y a Antonio.

Antonio debía obedecer, cual fiel siervo a su amo, Vanessa sonrío traviesa, era hora de poner emoción al juego.

-Besa a Tabatha.

La filosofa se puso de un elegante color carmesí, y todos abrieron bien grandes los ojos, como amigos procuraban no tocar heridas sensibles, ya era bastante incomodo el que un par de ex novios vinieran de viaje ¿Y ahora tendrían que verlos besarse...?

Aunque también estaba el otro punto: la curiosidad. Todos ansiaban ver si Antonio se atrevería, en su mente también habían concebido la idea de emparejar a ambos, pero nadie se había atrevido.

Antonio miro a Tabatha con una profunda tristeza, aunque la verdad es que no le molestaba en lo absoluto el besarla, se veía muy guapa con el peinado extraño que le había hecho Vanessa...

-No tienes que hacerlo...-susurra el abogado.

-Un juego es un juego- continua enrojeciendo Tabatha.

Lo siguiente que saben es que sus labios se tocan, en su pecho se siente un alivio, por fin habían apagado el deseo ardiente de su alma.

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La casa del locoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora