01 de junio de 19...

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Lucia Quiroga contaba por milésima vez la anécdota de cuando filmo "Alcánzame en Alaska, vida mía" y como en una escena, ella tenía que emerger del agua y ¡no sabía nadar! Lucia estalló en carcajadas, aunque a la mayoría de sus oyentes no encontraban interesante la remembranza.

Sin embargo, es un excelente consejo ese que dice "A los locos siempre hay que decirles que sí" y estos locos, no eran tontos, así que solían seguir esas palabras aún y cuando su conducta fuera intrascendente para el mundo y esa filosofía era la que le brindaba las más grandes atenciones a Doña Lucia Quiroga. Tenía la habitación más grande, con las sabanas más limpias y más almohadas de las que se pudieran contar, tenía también un gran armario a su disposición por si era menester que se cambiara de guardarropa, maquillajes y demás productos exóticos estaban disponibles en su tocador, en fin, todo con tal de que Doña Lucia pudiera pavonearse por todos los rincones como una diva del cine nacional.

Claro está, aunque no lo fuera...

Lucia Quiroga era una muchachita de pueblo, ingenua y lozana con grandes expectativas en la capital, se había venido puesto que sus padres le habían conseguido con unos compadres una buena colocación en una casa gigantesca, sin embargo, ella conservaba la esperanza secreta de encontrarse un buen hombre (con una fortuna considerable) que la salvara de tener que trabajar el resto de sus días...

Fue así como llego a trabajar en la casa de doña Carmela Bergo, la actriz en boca de todos por su indiscutible talento histriónico. La mansión parecía un palacio, donde sin duda una chica de pueblo podía sentirse princesa, aunque solo fuera puliendo los amplios suelos del vestíbulo.

Carmela Bergo no era una mujer especialmente vieja, pero si excelsamente hermosa; melena oscura y ojos tan grandes como para inspirar canciones (y dicen que hubo un compositor que se la hizo) piel perfecta y un cuerpo escultural, tenía alrededor de 30 años y el mundo estaba a sus pies... salvo, el amor... es sabido por todos que las mujeres exitosas... bueno... no suelen tener una vida afortunada en el amor, así que Doña Carmela estaba enamorada del hijo de su abogado, un muchachito de 20 años cuyo nombre era Mauricio.

Mauricio no desaprovecho la oportunidad y se dejo consentir, no tenía que molestarse en nada, cualquier deseo o antojo que sintiera era satisfecho en ese momento por Carmela, incluso, mando a comprarle un equipo de futbol para que Mauricio no se aburriera... sin embargo, Mauricio tenía algunas otras ocupaciones con las cuales divertirse...

Desde el día en que había llegado Lucia, a Mauricio le pareció un tentempié que no estaba del todo mal probar.

Y transcurría de esa forma la vida en ese palacete, aunque de vez en cuando, Carmela debía irse a grabar y era entonces cuando la sirvienta podía jugar un rato a ser una gran dama...

Fue en una ausencia cuando Doña Carmela encontró a los dos amantes, había decidido regresar antes y darle una sorpresa a Mauricio, aunque la sorprendida fue ella...

La diva del cine se indigno y se giro para marcharse, ni siquiera escucho las suplicas de Lucia para que no la corrieran y los gritos de Mauricio explicando que solo había sido un pequeño desliz... Carmela llego a las escaleras, la alcanzo Mauricio.

-¿A dónde vas?

-¡Que más te da! ¡Anda! ¡Regresa al lado de esa mujerzuela! ¡Termina lo que empezaste!

Forcejeo y a Carmela le da vértigo, esta escena es exactamente igual a la que acaba de filmar, recordó como le había dado pena la mujer que iba a representar en la película y se sorprendió con ironía al saber que no era una actuación, había sido una mujer engañada actuando a una mujer engañada...

La caída en las escaleras no es tan dolorosa como el conocimiento de la verdad, Carmela al caer se imagina que desciende como Luzbel al infierno y que esto solo es un castigo divino por el don que le habían dado, es el costo de su éxito...

-¡Carmela Bergo! ¿Pero, qué le paso?

-Al parecer se cayó de las escaleras de su casa

-¡Pobrecilla! Imagínate ¡Yo que he visto todas sus películas!

-Sí, ya sabes, el destino de los artistas es así de trágico...

Estas y otras conversaciones se escuchaban en todos lados en la ciudad, todo el mundo estaba conmocionado, Carmela Bergo era más que una simple actriz, era un icono, un ideal, unos de esos huecos que el pueblo jamás logra llenar.

La prensa se la paso día y noche afuera de la casa de la actriz para enterarse de los pormenores del accidente, no tardo en aparecer Mauricio, explicando que su padre le había mandado a entregar unos papeles a Carmela y esta, estaba en un estado de alcoholismo, le comenzó a gritar, Mauricio intento evitar la confrontación y comenzó a descender la escalera, la diva le alcanzó, tropezó y cayó.

En cuanto a las secuelas del accidente, esas eran más graves que la causa, la actriz estaba imposibilitada del movimiento y del habla, era imposible que pudiera volvería a tener una vida en toda la plenitud que esta exige y mucho menos a actuar...

La siguiente película de Carmela Bergo, fue un éxito en taquillas, todos querían ir a ver la última obra de la actriz, Mauricio se apareció y fue entrevistado, pronto todos comenzaron a atosigarlo pues era el único testigo del accidente...

Pero, pronto, la gente fue olvidando a la diva, finalmente terminaron por dejar de acudir multitudes a la mansión y las películas dejaron de ser una novedad.

Fue entonces cuando a Mauricio se le ocurrió una idea.

No tardo en circular en los periódicos la noticia de que Carmela Bergo podía relacionarse con el mundo de nuevo, la leal sirvienta que había cuidado de ella desde el accidente, había desarrollado un sistema de señas, parpadeos y ligeros movimientos de mano, para poder entender que era lo que quería decir la actriz.

De nuevo, las masas se acordaron de la mansión...

Mauricio y Lucía disfrutaban la vida de lo lindo, gastaban el dinero de Carmela y los nuevos ingresos que las entrevistas a la ex sirvienta brindaban, y así vivieron por años, en unos de esos cuentos fantásticos que se convierten en realidad...

Sin embargo, las malas acciones, tarde o temprano tienen su merecido castigo, un día (justo después de la muerte de Carmela) apareció un anónimo en la casona, se trataba de una carta de una sirvienta que ese día había presenciado todo y pedía unas porciones de las ganancias para callar.

Fue entonces cuando Mauricio descubrió que tendría que hacer algo para poder conservar los millones que tan limpiamente se había robado...

-¿Qué haremos?-pregunto Lucía

-¿Qué haremos? Preciosa, es hora de que veas por ti...

-¡Pero dijiste que me amabas!

-Quizás, querida, pero... me amo más a mí mismo.

-¡También es mi dinero!

-A ver, escúchame, idiotita, ¡Tu no tuviste que acostarte con una anciana! ¡Y si callaste es porque tú también tienes algo que ver, amor! Así que déjate de cursilerías y déjame pensar...

Lucia miro fijamente a Mauricio

-¡Qué bueno que Carmela cayó de esas escaleras, sino, la hubieras vuelto loca!

-Loca...- esa era la respuesta...

Mauricio llevo muy temprano a Lucía a aquella mansión en mitad de la nada, un lugar que le había recomendado para aquellas personas que eran menester guardar en el olvido...

Lucía no estaba loca y ella lo sabía, pero, tarde o temprano, las culpas son un peso que no bien llevado se convierten en lastres que desembocan en locuras... Finalmente, sucumbió a esa locura, ni siquiera se entero de que Mauricio se había escapado con los millones, sin embargo, quien mando el anónimo termino por delatarlo y al poner un pie en la cárcel fue torturado por un matón de la prisión que amaba a Carmela Bergo...

Y hay costumbres que no cambian, en los días continua siendo alabada como la diva que jamás fue, pero, por las noches intenta escaparse del fantasma de aquella mujer hermosa que reclama su muerte entre susurros...

m2s7

La casa del locoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora