2016

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Mientras se besaban, le llego a Sofía una ráfaga de recuerdos, tipo flash back.

No recordaba el momento exacto en el que se enamoro de Federico, quizás así era el amor, donde las fechas no pueden fijarse en el espacio ni encerrarse en un calendario.

Tal vez fue cuando paso lo de Héctor... o lo amaba desde la secundaria pero estaba demasiada echa a la idea de odiarlo que se convenció de que enserio lo odiaba...

Federico había cambiado mucho, antes era un spaguetti, un chico hiperdesarrollado, con una estatura de gigante, unos lentes de montura tosca y una voz con timbre de niña que todos aprovechaban de comentar. Ahora era diferente, su cuerpo había adquirido grasa, era ancho de espaldas y si antes parecía un gigante ahora parecía un Dios, había optado por usar pupilentes (Aunque Sofía se burlaba de esa muestra de vanidad) y su voz era la de un buen locutor de radio.

Lo que si podía saber Sofía era el momento en el que comenzaron a mentir a todo el mundo.

Por definición, Sofía tendría que ser la mejor persona para juzgar el comportamiento de un sujeto, vamos, por eso estudiaba psicología, sin embargo, con Federico le era imposible razonar, le importaba un comino el Hipotálamo y la adrenalina o endorfinas, el encéfalo, las neuronas... todo eso era insustancial, Federico era su explicación para todo.

La tarde en cuestión, Sofía estaba cabizbaja, acababa de discutir con Héctor y la perspectiva de ya no seguir con él era tan atractiva como un viaje todo pagado alrededor del mundo.

Sofía no creía en el destino, era una mujer de ciencia, sin embargo, esa tarde, mientras paseaba en una calle que no se molesto en recordar, choco con el hombro de alguien, aunque en realidad dolió como haberse encontrado con una pared.

Se dio la vuelta y continúo su camino.

-¡Espera, Sofía! ¿Estás bien?- Federico siempre había sido atento con ella, Sofía lo sabía muy bien, después de todo, ella le pasaba las tareas y apuntes y en parte era a quien le debía el estar ya en la Universidad.

-Sí. Estoy bien...

-¿Estás segura...? ¿Vamos por un café?

Sofía no tenía ánimos para café pero sabía que Federico insistiría, se sorprendió de que lo conociera tan bien.

Había una cafetería cercana, pero nunca llegaron a ella, a mitad del trayecto, Federico se detuvo, le tomo la mano y la apretó fuerte, en una señal de afecto, de comprensión, Sofía se aferro a su agarre sabiendo que su mundo a partir de entonces estaría en función de esa mano que estrechaba...

Lo siguiente fue tan rápido que era imposible de saberse con certeza, pero Sofía recordaba que Federico la había mirado a los ojos y fue como si hubiera leído porque no se encontraba bien, después, sus labios se tocaron y el alma desbocada de Sofía se clavo al universo de nuevo...

Nunca se habían pedido mayores sacrificios, en parte a la situación en la que se encontraban, la vida hubiera sido más sencilla y feliz si tan solo pudieran estar juntos, salir a la calle gritando a todo al que encontraran que era novios.

Pero la vida no es fácil y a ratos le gusta volvernos desdichados...

Héctor le había dicho la verdad a Sofía, y estableció las reglas de la relación que llevarían a partir de entonces.

Héctor y ella fingirían tener un noviazgo maravilloso, solo para cubrir las apariencias, pero no habría ningún otro tipo de vínculo que los uniera.

Nadie hubiera aceptado aquello, sobre todo cuando entendió que Héctor planeaba ser una especie de señor feudal, él se encontraría vagando con cortesanas y caballeros y ella sería la impoluta reina que borda en un rincón.

Le pedía fidelidad y comprensión.

¿Y ella que recibía?

Salvación...

El chantaje es un método antiguo y empleado bien resulta terriblemente beneficioso para la persona que posee información.

En la secundaria, en la juventud, en la vida en general cometemos errores, muchas veces por malas decisiones, por elegir opciones que fingen facilitarnos el camino.

Sofía había hecho una de esas elecciones...

Estaban en la secundaria, era brillante, una de las mejores alumnas que había tenido la escuela, así que pidió una beca.

Necesitaba dinero para continuar con sus estudios, su padre estaba hecho bajo la vieja escuela y no quería que Sofía continuara estudiando, argumentando el costo que esto generaba.

La beca le fue denegada, a pesar de que sus calificaciones eran perfectas, al parecer, el dinero de las becas se había perdido en el Limbo.

Sin embargo, alguien llego ofreciéndole una solución...

Durante toda la secundaria se encargo de vender droga, pequeños paquetes que valían una fortuna y ella la consumía de tanto en tanto.

Héctor le ofreció otra alternativa, dejaría el negocio y él se encargaría de que le dieran la beca que merecía, el padre de Héctor trabajaba en una instancia de gobierno, a Sofía ese acto le pareció desinteresado, una señal divina de que no estaba cometiendo una equivocación al querer seguir estudiando...

No sabía que Héctor quería enredarla en su red, hasta ahogarla lentamente...

Federico tampoco quería dejar a Katia, no por amor, sino por dos cosas.

1) Le había costado mucho que Katia le dijera que si ( o sea, orgullo)

2) No quería. No podía hacerlo, no lo haría hasta que pudiera estar con Sofía, si estaba libre no tendría reparo en ir a golpear a Héctor y salvar a su damisela. Sofía no aprobaría esa conducta.

Mientras se besaban no escucharon a Antonio y Tabatha sorprenderse, en ese momento nada podía apañar su felicidad.

Nada, salvo que esta se derramara.

***********

-¡Déjame en paz!-grito Tabatha- ¡¿No entiendes que no quiero hablar contigo?!

-¿Qué te pasa?-pregunto Antonio

-Sígueme la corriente- susurro la filosofa- ¡No quiero oírte! ¡Ni verte jamás!
-¡Pero Tabatha! ¡Mi amor...!

-¡No me digas amor! ¡Te odio, Antonio!

-¿Qué pasa aquí?-dijo Katia seguida por el resto

-¡Antonio esta acosándome!

-¡Solo quiero que me escuche!

-Basta, basta- intervino sin ganas Alonso.

-Sus gritos se escuchan hasta la cocina- aporto Vanessa

-¿Oigan y Federico?-pregunto su novia

-Ni idea- respondió Antonio

-¿Y Sofía?-pregunto de repente Héctor, como si recordara que tiene novia

-En el estudio-señalo Tabatha

-Iré por ella- añadió el ingeniero

-¡No!-grito Tabatha- es decir, no, esta entretenida revisando los archivos, le lleve su cena y ni siquiera me hizo caso

-Bueno, igual voy a ir al estudio...

-Insisto en que no vayas, hay que dejar trabajar a los genios... queremos saber que paso aquí ¿No?

-Tu...- sonrió Héctor- Escondes algo ¿Verdad?

-Y-yo... no, no

-¡Pillo!-grito abrazando a Antonio- ¿Han regresado verdad?

-Amm... -Antonio se giro para ver a Tabatha, esta asintió- Sí

-¡Iré a contarle a Sofía! ¡Sofía!

Antonio y Tabatha se miran, no pudieron evitar la tragedia.

Héctor abre la puerta y encuentra a los dos amantes.

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La casa del locoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora