19 de mayo de 19...

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-Ha muerto Antonio Bruns

-¿Qué ha pasado?

-Dicen que se metieron a su casa a robar, pero... pero no ha desaparecido nada...

Esta era la conversación que tenían dos vecinas, un tanto chismosas, acerca de la reciente muerte del intelectual Antonio Bruns, el asesinato causo tanto revuelo que no fueron estas mujeres de lenguas afiladas las únicas en rumorar al respecto.

El Licenciado Bruns, era un viejo abogado retirado que de tanto en tanto se dedicaba a dar vueltas en el parque, se habían metido a su casa la noche pasada y simplemente apareció con el corazón destrozado de una puñalada.

Antonio Bruns no era el único que había muerto en los últimos meses.

También estaban Emilio Cardó (Un maestro retirado), Josefina Fogue (una ex bailarina) y el Doctor Mollinedo. Todos con esa característica marca en el corazón hecha con presión y sangre fría.

En general, no podemos decir que tuvieran algo en común, ni siquiera Vivian en la misma parte de la ciudad, no eran amigos ni siquiera contemporáneos, tampoco estaban en los mismos círculos sociales... pero, si había algo...

-¡Es la cuarta persona que muere así!-exclama compungida una de las vecinas- Ya ves la pobre Finita, tan linda, daba clases de baile a algunos niños...

-¡Y el Doctor Mollinero! Una vez curo a mi Marisolsita y no me cobro ni un centavo...

-¡Y el Profesor Cardó! ¡Oh, era un ángel! ¡Estaba por abrir su propia escuela para enseñar a los adultos a leer...!

-¡Que Dios las bendiga, hermanos! ¡Déjenlo entrar en su corazón y recibir la purificación eterna!-grita el loco que pasa siempre por ahí.

-¡Pobre muchacho!-continúan cuchicheando las vecinas- ¡Nunca se recupero de lo de su mamacita!

-¡Dicen que está loco!

-Sí, pero es un loco inofensivo. ¿Qué podría hacer? Entonces, el Licenciado Bruns...

El pobre muchacho en cuestión era Darío Olleta. Hijo de padre desconocido y de madre (Rosa) de oficio mucama, quien se desvivía en consentir a su muchachito con lo que fuera, incluso le pagaba la carrera que quería aunque el Padre Román había aconsejado no hacerlo.

Darío había encontrado su vocación justo por el Padre Román, éste era muy amigo de su madre razón por la cual el pequeño Darío tuvo por escuela la iglesita de la colonia.

El Padre Román continuamente recibía alguno que otro donativo y Don Polo (obligado por su mujer) dono la vieja cámara fotográfica que tenia. El párroco no acepto con mucho entusiasmo el regalo, pero si el pequeño Darío.

En cuanto tuvo la cámara en sus manos, el padre Román dio por zanjado el asunto permitiendo al niño conservar la máquina infernal.

Desde entonces, Darío tomaba fotografías de todo, desde flores e insectos hasta de las fotografías de la parroquia.

Así, cuando cumplió 20 años, suplico a su madre que le permitiera ingresar a la escuela de fotografía.

El Padre Román no acepto muy contento de la decisión de Darío, quería transformar al muchacho en un hombre de Dios, su sucesor de ser posible, le había enseñado latín y los evangelios y veía su trabajo inútil. Pero Doña Rosa se empecino en que su hijo fuera fotógrafo.

Sin embargo, esa no fue la única decepción que recibieron del muchacho.

En la escuela de fotografía, Darío conoció a un chico del que se hizo amigo de inmediato, se trataba de un tal Ricardo Ferrey, que llevaba varios años ahí, le enseño sus técnicas, a sentir el arte en las venas, en fin, lo acepto como un maestro y el pequeño Darío correspondió volviéndose un alumno ferviente.

Pero, Ricardo Ferrey, tenía una forma de ver la vida... diferente. En principio creía que a los artistas se les debía todo, como si fueran sucursales de seres supremos en la Tierra, lo que curiosamente contrastaba con su otra opinión, él era, bueno... era... ATEO.

Pronto, esa maravilla se impregno en el alumno, le asombraba la perspectiva de ser dueño del universo y no tener que rendir cuentas a aquel Dios que le habían enseñado. A su madre le disgusto el saber que su hijo se alejaba del manto de Dios, y le rogaba que no olvidara lo que había aprendido de niño, Darío no podía ignorar a su madre y decía sus oraciones nocturnas mirando al cielo, pero ya sin fe...

Darío mejoro considerablemente, pronto se volvió un verdadero prodigio, y junto a su maestro recibieron la asombrosa invitación de ir a una exposición en España....

Acababa de contarle la noticia a su madre, cuando la escucho discutir con el Padre Román.

-¡A España! ¿Estás loca? ¿Vas a dejarlo ir a España? ¡A Europa esa Tierra llena de herejes y ateos! ¡NO VA!

-Darío es un hombre y es un genio. Merece ir a exponer su arte.

-¿Arte? ¡Qué arte puede tener ese muchacho! ¡Dios es el único que hace arte! ¡Lo peor es que lo dejes juntarse con ese blasfemo!

-Más vale que Darío no te escuche decir eso, se va en tres días.

-¡No irá a ningún lado! ¡También es mi hijo!

Darío sintió desfallecer al escuchar aquello

-¿E-él... es mi padre?-entro temblando a la habitación

-¡Darío!-exclamo la madre

-¡Sí, soy tu padre! ¡Tu padre! Pero ante todo, soy un hombre de Dios ¡No te dejaré ir a España!

-¡Mi hijo irá a España!-dijo la madre interponiéndose al Padre Román. El párroco se indigno y lleno de furia como la mano de Dios azoto un buen golpe a la mujer cayendo muerta esta en el acto...

-No es tu culpa, Darío- dijo Ricardo mientras sonreía débilmente a su alumno.

-Lo es... Es un castigo de Dios por alejarme de su camino...

-No, no. Dios no fue quien la golpeo...

-¿Y entonces quién fue? ¡Aquel miserable de Román! ¡El es un hombre de Dios, un soldado de Cristo! Él es Dios, y me arranco a mi madre...

-Darío, debemos partir a España

-Ve tú.

-Pero... es tu trabajo...

-Mi trabajo está aquí.

Por más argumentos que dio Ricardo no pudo convencer a Darío de acompañarlo.

Aunque tampoco pudo saber nada de su amigo, se caso con una bella modelo española y jamás regreso...

Pero Darío se encargo de difundir la ira divina...

Comenzó con su propio Padre, que se había escondido como una rata en el seminario. Darío entro en la madrugada y de una limpia puñalada acabó con su padre.

Nunca olvido la última mirada que le lanzo el Padre Román, suplicando por aire y viendo su sangre derramarse y entonces escucho a su garganta pronunciar

-¡Viva Cristo Rey!-grito con furia...

Desde entonces hacia visitas a aquellos infieles que blasfemaban o peor, no creían, y de vez en cuando se paseaba por las calles gritando a pleno pulmón los evangelios que fervientemente había aprendido...

He ahí porque se presento ante la bailarina después de negarse a dar limosna y rechazo la invitación a entrar a la iglesia. O el más reciente, que fue a hacer su testamento y se burlo con el notario del paraíso y la salvación eterna...

Continuo haciendo visitas hasta que lo atraparon, desde entonces camina sin ánimos cargando la vieja cámara fotográfica que le había dado su padre y enfoca al cielo, como si quisiera capturar a Dios para mostrársela a los infieles...

l+vĠ#

La casa del locoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora