Capítulo 10 ☪ Maratón {Especial de parejas} 3/4

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SIMÓN ÁLVAREZ

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SIMÓN ÁLVAREZ

LUMON

Seguí los pasos de Luna por detrás esperando a que se detuviera pronto, cuanto más alargábamos el tema peor y más duro sería de tratar. Lo más coherente sería hablar tranquilos, esta vez sin mentiras ni peros, decirnos todo a la cara, decir todo lo que sentíamos sin guardarnos nada. Ya sabíamos que omitir algunas cosas solo generaba malos entendidos.

Con las esperanzas de que todo volviera a ser como antes intente hablar pero ella de inmediato volteo dejándome ver su molestia por su entrecejo arrugado. Lo que seguía confundiéndome. No había razón para molestarse conmigo.

—¿Qué hacías con Ámbar? ¿Por qué la ayudaste? Ella tiene a miles de empleados para eso. No entiendo por qué tienes que ser tú precisamente quien lo haga. —se cruzó de brazos de forma chistosa.

Me hubiese reído en otra oportunidad pues siempre me daba gracia su intento de parecer seria cuando más daba gracia que miedo, pero este no era el momento.

—La ayude porque fue mi culpa que se lastimara. —aclare de forma pasiva— Y aun así de todas formas la hubiera ayudado. —le respondí sin darle importancia al asunto.

—¿Por qué? Ustedes nunca fueron cercanos. Ni siquiera se hablaban. No me agrada para nada esta cercanía espontanea. —siseo entre dientes.

—Me parece a mí o lo que te molesta es que ahora no esté todo el tiempo pendiente de ti. —pregunté enfatizando mi malestar.

—¿Qué? No, claro que no. No es eso, Simón. Estas confundiendo todo. Solo es que se me haca raro que ustedes no hayan sido amigos antes pero ahora tengas estos detalles de acompañarla hasta su casa como si fueras su enfermero. —curvó sus labios en una mueca.

—A ver Luna, ya te explique. La tenía que ayudar, se dobló el tobillo por mi culpa. Y sí, está bien, nunca fuimos amigos, pero no habría nada de malo si lo fuéramos ahora. No hay impedimentos.

—¿Tú y Ámbar amigos? —se le abrieron los ojos— Pero no tienen nada en común, son completamente diferentes.

—Bueno, a ella le gusta la música, patinar, cantar. Tan diferentes no somos —me encogí de hombros reconociendo que tal vez si podría ser amiga de la rubia.

Sería interesante tenerla en mi vida.

—Ah no, solo que ella es manipuladora, fresita, le encanta decir puras choradas y tú en cambio eres tierno, dulce, siempre dices la verdad y sobre todo, eres mi mejor amigo. —suavizo— No soportaría que alguien como ella juegue contigo.

—¿Luna Valente, estas celosa? —pregunté divertido para apaciguar las aguas.

No era la primera vez que se ponía de ese modo al veme interactuar con otra mujer que no fuera ella, su madre o mi abuela. Siempre optaba por tener la misma actitud.

—Claro que no. —me empujo levemente por el hombro— Solo que se me hace raro, ya sabes, ustedes dos. En realidad, tienes razón. Tengo miedo de que se hagan más amigos y me termines dejando de lado. —confeso agachando la cabeza.

—La amistad que tú y yo tenemos Luna es única, especial. —agarre su mentón alzándolo con cuidado— ¿Hasta hora no te das cuenta? Por más que quiera, no me puedo alejar de ti. —agarró mi mano y sentí mi cuerpo erizarse ante el simple contacto.

Pensé que ella ya no tenía ese efecto en mí pero me equivoque de nuevo. Pero con el tiempo sabía que lo superaría.

—Eso significa que en esta competencia patinaremos juntos como siempre, ¿no? —preguntó de repente.

—Ehmm... —toque mi nuca, por un momento lo dude— Por supuesto que sí, eras mi única opción de todos modos.

—¿Cómo es eso de que van a patinar juntos? Habíamos quedado en patinar nosotros dos. ¿No, chica delivery? —se entrometió Matteo guiñándole el ojo.

—Nosotros nunca quedamos en eso, dije que lo pensaría, pero prefiero patinar con mi amigo. Lo hemos hecho durante años y me siento más cómoda con él. —acarició mi brazo con una sonrisa tímida.

Me alegro saber que me elegía por sobre él, así que sonreí satisfecho, pero me vi confundido cuando la suya tan arrogante creció más. Como si Luna hubiera dicho lo que él quería oír.

—Ves que te dije Ámbar. Ellos iban a patinar juntos. —y lo entendí cuando la vi a ella en la puerta.

No había notado como se iba acercando con lentitud por su malestar en el tobillo.

—Por lo que veo sí. —contesto no del todo contenta— Pero eso no cambia nada, Matteo. Yo no pienso rebajarme a patinar con vos por nada del mundo. ¿Y saben qué? Me está empezando a doler la cabeza por todo este alboroto. Mejor me voy a mi habitación. —hizo un ademán de irse pero al último segundo volteo a vernos—Y felicidades, espero que les vaya bien en la competencia.

Y se fue sin decir más nada, dejándonos a los tres en un silencio incomodo que nadie se animaba a romper al no haber otro tema de conversación entre nosotros.

En cierto punto me preocupaba saber que ella no tenía pareja, ya que con Matteo por obvias razones no patinaría. Una competencia sin la mejor no sería una digna de presenciar. Faltaría emoción, la precisión de sus pasos, la vanidad en sus movimientos rápidos. Y me empezaba a asustar mi fascinación por verla patinar una vez más.

➸ ¿Todavía Te Amo? {Mambar}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora