Capítulo 34 ☪ "¡No todo se soluciona con una canción!"

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ÁMBAR SMITH

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ÁMBAR SMITH

El escucharlo cantar con ese acento suyo tan característico en él, mientras tocaba la guitarra me estremecía cada parte del cuerpo sin que hubiera fuerza para retenerlo. Es que sólo él era capaz de generarme todo estos sentimientos. Matteo era capaz de hacerme odiarlo y amarlo, todo a la misma vez.

Estaba aguantando esas inmensas ganas de esconder mi cabeza en su pecho, de aferrarme a sus brazos mientras le susurraba al oído cuanto lo quería por tener conmigo este tipo de detalles, pero no podía ni debía perdonarlo tan fácilmente. ¿Qué creía? Que podía venir, cantarme una cancioncita y todo estaría arreglado. Oh no, él me conoce perfectamente y sabe que yo no soy cualquier chiquita insignificante que se va a conformar con una disculpa tan mediocre, aunque me cueste tanto negarme a besar sus labios.

Mi sonrisa de embobada mientras cantaba esa hermosa canción se notaba a miles de kilómetros de distancia, cómo evitarla si cada agudo era una punzada en el pecho que dibujaba una sonrisa de oreja a oreja en mi rostro. Hasta trate de esquivar su mirada pero cada estrofa me envolvía en su juego donde él era el único ganador.

Al terminar de cantar note que mis lagrimales se encontraban fríos de toda la cantidad de agua que venían reteniendo y me negaba a dejar escapar a toda costa. Odiaba mostrarme débil ante cualquier persona y más si se trataba de él.

—Creo que te tengo que dedicar canciones más seguido. —comento con una sonrisa acariciando mi mejilla.

—O tratar de confiar en mí. —le recrimine moviendo mi cabeza a un lado para dejar en el aire su mano.

—Lo siento. —hablo con un tono de desaliento— De verdad lo siento, amor, sino estuviera arrepentido no haría todo esto para que me disculparas.

—No todo se soluciona con una canción, Matteo. —respondí con fiereza.

Si bien me había conmovido su gesto eso no implicaba que lo hubiera disculpado, más si eso significaba que le demostrara que podía hacer cualquier cosa y luego esperar a que yo lo disculpara como si con eso reparara el daño generado.

—Sé que no —admitió él—, pero es una forma de demostrarse lo arrepentido que estoy. Nunca debí desconfiar de ti, yo sé que serías incapaz de hacerme daño, por ende, engañarme con alguien más. —volvió a frotar mi mejilla con la palma de su mano y esta vez se lo permití incapaz de negarme a sentirlo tratarme con tanta dulzura.

—Lamento que yo no pueda decir lo mismo de vos. —respondí cruzada de brazos en mi intento de darle la contra aunque técnicamente sí decía lo que pensara.

—¿A qué te refieres con eso? —pregunto con inocencia—Yo nunca te haría algo así. —dijo firme.

—¿Ah, no? —cuestione irónica, para empezar a enumerar con los dedos sus conquistas— Primero que nada tenemos a Lunita. ¿Qué? Ahora no recuerdas la vez que la besaste enfrente de todos, incluso de mi sin importarte que acabábamos de romper hace menos de dos días. O hablamos de las miles de veces que coqueteaste con otras chicas a mis espaldas durante nuestra relación y quién sabe si paso algo más con ellas. —rechine.

➸ ¿Todavía Te Amo? {Mambar}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora