❝Nuestra historia comenzó hace dos años. Fuimos la pareja perfecta ante los ojos de los demás y, aunque les cueste creerlo, yo sí la amé.❞
✏ Primer fanfic publicado de la pareja 'Mambar'.
✏ Nuevos capítulos cada dos días de la semana.
✏ Vers...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ÁMBARSMITH
Las personas buscan constantemente el amor. Siempre están ahí rogando por un poco de cariño. Necesitan tanto sentirse amadas que no les importa lo que tengan que hacer para encontrarlo y en su desesperación cometen locuras que por desgracia yo cometí.
¿Y está mal eso? ¿Está mal quererse sentir querido?
Sólo buscas amor de tus padres, de tus amigos o de algún novio de paso que reviva tu alma apagada.
Hice cosas de las que me arrepiento, cosas de las que no me siento orgullosa y es por eso que prometí alejarme del amor. Huirle cada que lo vea cerca. Y era irónico porque eso era lo que me brindaba Simón, un poco de su buen amor.
Tal parece que las ganas de que me quieran eran mayor que mi inconsciente gritándome que corra. Pero no me bastaba su amor, no era suficiente. Al menos no para mí.
¿Qué faltaba?
Faltaba lo que sobraba cuando Matteo y yo nos juntábamos: Amor de mi parte. Eso es lo que faltaba. Lo quería sí, pero nunca lo podría querer como quiero a Matteo.
Debo estar demente para volver a caer en la boca que alguna vez me insultó, me lastimó e hirió besando a otra en mi cara. Se supone que me debía alejar pero regresaba entre sus brazos y no me desagradaba sentirlo por tan sólo una vez más, como si el tiempo no hubiera pasado y fuera el primer beso que nos dábamos.
Me iba perdiendo en el movimiento lento de sus labios. La razón ya había abandonado mi cuerpo. Tendría que asumir las consecuencias de este acto, lo sabía, pero acaso era consciente de la verdadera magnitud de la situación. Estaba lastimando a alguien inocente.
Simón... no puedo hacerle esto, pensé. Tarde era para arrepentirme y más si no sentía un sincero arrepentimiento.
Nos separamos al oír el ruido de unos pasos, y ya hubiese querido nunca haber volteado o nunca haber ingresado para no sucumbir a la tentación que me propiciaba Matteo.
—¿Simón? —susurré con un penoso desaliento— No es lo que parece. —dije lo primero que se me vino a la cabeza. ¿Se podía decir algo más que curara el dolor que le acababa de generar?
Mire a Matteo. Sobresalía en él el color rojizo de sus labios y seguramente tenía el mismo color en los míos. Era una evidencia clara de nuestro delito. Ni siquiera podría negárselo.
—No lo puedo creer, Ámbar. —apretó sus labios conteniendo lo que sabía era un llanto— Esto es.... yo no... —respira para verme con lo que parece ser no odio, sino decepción— Pensé que podrías quererme, que con el tiempo quizás podrías quererme de verdad, pero ahora veo que sólo fui un idiota al pensar eso.
—Y sí que te quiero. —me apresuré a decir corriendo hacia él como medida desesperada— Sólo que... no lo sé. No quise que pasara así. —balbucee no encontrando las palabras adecuadas. No sabía que decir.