❝Nuestra historia comenzó hace dos años. Fuimos la pareja perfecta ante los ojos de los demás y, aunque les cueste creerlo, yo sí la amé.❞
✏ Primer fanfic publicado de la pareja 'Mambar'.
✏ Nuevos capítulos cada dos días de la semana.
✏ Vers...
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SIMÓNÁLVAREZ
¿Escuchaban eso? Era el sonido de mi corazón rompiéndose, en miles de pedazos después de ver el beso entre Luna, mi mejor amiga de toda la vida, y Matteo, él engreído que como suponía me había robado su amor —uno que nunca me perteneció—.
Todas las esperanzas que podría haber tenido antes la destruyeron en milésimas de segundos que duraron una eternidad para mis ojos esclavos de esa escena interminable. Mi única reacción ante aquel beso fue salir corriendo, huir de mis propios sentimientos. No quería que ella sintiera solo lástima hacia mí, y eso, es lo que por desgracia ahora debía de sentir.
Sabía que venía detrás de mí, pero sinceramente ahora no tenía ganas de escuchar ninguna de sus excusas.
Siempre supe que entre ellos dos había algo más de lo que decían tener. Esas miradas que se regalaban el uno al otro no eran solo de "amigos", a pesar de que él ya tenía una novia.
No entiendo cómo podía fijarse en una persona como él, si es capaz de engañar de esa forma a su novia de años no me quiero imaginar cómo jugaría con los sentimientos de Luna. Y eso era lo que temía, que saliera lastimara, que la usara como si fuera un juguete nuevo que por ahora lo entretenía para luego de jugar con él lo desechara como a un estropajo viejo.
Ella valía mucho más que eso.
Lo que más deseo en este mundo es verla feliz, toparme con su brillante sonrisa por muchos años. Y sospecho que él la acabara exterminando.
¿Qué estás haciendo Luna Valente?
Caminando por el salón busco algún refugio para aclarar este torbenillo que ahora es mi mente, pero me encuentro con algo diferente en mi campo de visión: una figura un tanto familiar. Si no me equivocaba, creo que se trataba de Ámbar Smith, la reina de la pista y la chica más popular del Roller, novia o ex novia de Matteo, con la que no había cruzado más que dos simples palabras.
Se hallaba sentada en una esquina a la puerta de salida, con su espalda encorvada y manos en el rostro, delatando así, que acá yo no fui el único que termino con el corazón roto. Pero era de esperarse, si a mí me dolió ver ese beso siendo simplemente un amigo de Luna, qué debió sentir ella siendo la novia de Matteo, aunque terminaron tan solo unos días antes.
Que va, sigue siendo lo mismo, el amor no cambia tan repentinamente. Los sentimientos no se matan de la noche a la mañana, yo sabía mejor que nadie de eso. Tantas veces que intente olvidar a Luna, verla como lo que era, una simple amiga, pero el corazón no entiende de razones.
En fin, pese a que a dudo al inicil decidó acercarme, pero lo hago con cuidado de no alarmarla para poder hablar con ella aunque no lo haya hecho nunca antes, pero ahora nadie podía entenderla mejor que yo acerca de lo que acababa de pasar en esa pista.
Al principio se muestra a la defensiva, como lo espere, con esa actitud que solía mostrar a los demás siempre, pero después empieza a demostrar, creo yo, a la verdadera Ámbar que oculta del resto.
Me conmovió verla de esa forma, jamás pensé que ella, justamente una chica como ella, fuera tan frágil por dentro. Tal vez por eso se ponía una coraza tan grande: para que no la lastimaran. No pude evitar el querer consolarla así que la abrace, supongo que le tomo de imprevisto mi acción ya que tenso el cuerpo pero luego pareció acostumbrarse a la sensación y tomando confianza rodeo sus brazos por mi cuello, poniendo su cabeza en mi pecho en busca de seguridad. Pude sentir el cosquilleo de esos cabellos rubios en mi nariz.
Tenía un aroma único, pensé en silencio.
No lo negaré, me encanto. Disfrute del tenerla entre mis brazos hasta que por un movimiento brusco se separó de mí de golpe.
No tuve que verlo a los ojos para saber de quien se trataba: Matteo, siempre Matteo.
MATTEOBALSANO
No me costó mucho deducir quién era su acompañante por la ropa que vestía. Lo que sí es que me sorprendió, pero la furia ya estaba haciendo efecto en mi sistema como para detenerme a pensar en eso. El verla con ese guitarrista producía un fuego en mi interior que alertaba en explotar a cualquier momento, faltaba poco para que sucediera.
Aprieto mis puños por reflejo. Quería ir a romperle la cara a Simón y no lo dude ni por dos segundos cuando comencé a avanzar en su dirección.
Me acerqué para demostrarle que ella era mía, mi chica.
Estando ya a su lado la sujete de sus dedos y le hice dar una pequeña vuelta para ponerla enfrente de mí.
Rozando nuestros pechos agitados por la cercanía me miro aturdida tanteando de mis ojos a mis labios. Evite sonreí por eso recordando mi enfqdl.
—¿Qué haces con ese guitarrista? —pregunté directamente. De lo cerca que estábamos nuestras respiraciones se confundían al hablar pero no titubee con mi cuestionamiento.
—Qui... ¿Quién te creés que sos para decirme eso? —se alejó de inmediato. Y aunque intento ocultarlo, note su nerviosismo.
—Ámbar, sé lo que buscas, te conozco mejor que nadie. Si haces esto para darme celos déjame decirte que no está funcionando. —advertí señalándola.
—¡Hey! Bájale a tu actitud, Matteo. —intervino él en su defensa posicionándose por su delante— Yo solo estaba abrazándola, ¿de acuerdo? Además, no tienes ningún derecho en reclamarle nada después de ser el culpable de que este así.
—Ni te gastes, Simón. —lo corrió ella del brazo— Él siempre va creer que el mundo gira a su alrededor, y no del sol. —volcó los ojos, como si ella no fuera igual— Pero no te preocupés más Matteo, como ya te dije hace un momento, hoy en esa pista, mataste todo lo que yo podía llegar a sentir por vos. —sin más preámbulos se fue. Dejándome con la palabra en la boca, cosa que odiaba hicieran y más si se trataba de ella.
La vi alejarse con sus patines, desechando con rabia en el suelo los accesorios que cubrían su ondulado cabello. Solo hasta ahora notaba el esfuerzo que había empeñado en su vestuario. Las lentejuelas de su vestido que sabía con certeza contaba una por una, el brillo esparcido de sus patines rosados y una de las pulseras que le regale en nuestro aniversario, cuando los celebrábamos o nos acordábamos si quiera.
Pensó en cada simple detalle para que al final de cuentas terminara abandonando yo todo por otra chica que hace escasas semanas conocía.
No sé si fue remordimiento lo que sentí, pero de lo que estoy seguro es que ella merecía patinar en aquella pista y se lo impedí. Era la primera competencia desde que llegue a Buenos Aires en la que no patinábamos como pareja.
Algo dolió en mi pecho y no supe descifrar lo que era.
—Creo que al gran Matteo Bálsano no le salió todo tan bien hoy día. Me podrías decir, ¿Qué se siente? —ironizo Simón a mi costado sacándome de mis reflexiones recientes.
Inhale hondo para clavar una mirada gélida en él.
—Lo mismo que sentiste tú cuando viste a tu amiguita besándose conmigo. —recalque con fuerza la última palabra y con una sonrisa triunfadora me fui patinando, dejándolo atrás.
Podría decir que gané al dejarlo callado, pero en realidad siento que perdí, no solo por el hecho de perder literalmente a Ámbar, sino que algo me decía que este comentario me iba a costar demasiado caro. No sabía ni el por qué ni el cómo pero lo intuía. Esta solo era una batalla ganada, faltaba la guerra.
¿Pero pelear por qué o por quién? Ya no hay nada por lo cual enfrentarnos si ya había ganado a Luna, nada se interpone para seguir peleando entre nosotros. Por ahora.