➸ ¿Todavía Te Amo? {Mambar}

Capítulo 16 ☪ "Beso con interrupciones"

MATTEO BALSANO

Definitivamente, este no era mi mejor momento. No me sentía yo. No me sentía un Balsano. Había perdido mi esencia, mi encanto. Antes solía repetir constantemente: "Es bueno ser yo". Ahora sólo pienso que es todo lo contrario.

Mi vida se iba a pique. Mis padres querían que nos regresemos a Italia. Luna no comprendía por todo lo que estaba pasando, y no la juzgo, no puedo esperar a que entienda algo que no me he tomado el tiempo de explicarle porque simplemente no puedo siquiera tocar el tema con ella sabiendo que no me entendería. Su vida era muy diferente a la mía.

Perdí toda mi popularidad en el Blake, ya nadie me consideraba el rey de la pista. Y además ahora me llego a enterar que mi mejor amigo estuvo con mi novia, o ex-novia. Lo que sea.

Ya esto no podía ponerse peor.

Nada era lo mismo desde que termine con Ámbar. Todo ha cambiado aunque en un inicio no lo quise admitir en voz alta. Sé que las cosas cambiaron. Soy consciente de eso. Ella me daba seguridad. Sabía que con ella podía hacer de todo, no había limites que me detuvieran, si la tenía al lado todo era posible.

Ya ni sé quién soy. Estoy perdiendo poco a poco cada rasgo que me hacía único e intento aferrarme a alguien, pero siento que por primera vez, Mateo Bálsano está solo.

—Matteo. —gritó precisamente Gastón al verme, pero gire ignorándolo— Oh, vamos, amigo, no podes seguir ignorándome. Te llame toda la noche, dejáme que te explique cómo fueron las cosas. —se paró enfrente de mi obstruyéndome el paso— Tenemos que hablar Matteo.

—¿Qué me vas a explicar? Está todo más que claro. No hay nada qué hablar. Todo este tiempo tú y Ámbar me estuvieron viendo la cara de idiota. —le recrimine aunque en el fondo me negara a creer que era cierto.

—Vos me conocés mejor que nadie, y yo de igual manera, por eso sé que no me creés capaz de hacerte algo así. En el fondo sabés que estas equivocado. —me dijo apoyando la palma de su mano en mi hombro.

—No sabes cómo quisiera creerte, pero no puedo. Por más que le doy mil vueltas al asunto no logró entender nada y solo me imagino las peores cosas.

—Entonces no pienses más y dejá que te explique. ¿Querés sentarte? —señalo las gradas de la pista.

Esta vez preferí ceder porque quería creerle. Era mi amigo y cuando paras viajando de un país a otro son pocos los amigos que te quedan. Gastón era de los pocos y perder su amistad no estaba en mis planes.