Capítulo 42 ☪ "La diferencia entre querer y poder"

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ÁMBAR SMITH

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ÁMBAR SMITH

Algunas enfermeras trataron de calmarme, mi madrina llego unos minutos después y dudaba que fuera porque realmente se preocupara por mí, apostaba que se trataba más por los papeles que debería de firmar, además del monto de dinero que debía depositar al hospital por mi accidente.

Todavía sigo sin recibir noticias de lo que me pasa, mis piernas aun no me responden y no soy estúpida, sé que no puede ser bueno. A los chicos los sacaron, no pude hacer nada al respecto, aunque tampoco quería que siguieran viéndome en ese estado.

Con mi madrina y el doctor de cabecilla reunidos en mi habitación puedo ver el tiempo volar más lento que de lo normal. Las manos pican de los nervios y no me atrevo a mirar a nadie a los ojos. Estoy comenzando a exasperarme, no me gusta no estar al tanto de nada. Me hace sentir sin control y eso te puede jugar en contra, más tratándose de mi vida.

—Hola, reina. —saluda el señor mientras yo veo por la ventana—¿Cómo te sientes? ¿Mejor? —sigue intentando con las preguntas en un tono conciliador. Me recuerda a Simón y ese pensamiento hace que voltee a verlo.

Es joven, pero tampoco tanto. Su mirada tan... dulzona, me fastidia, pero hago mi mayor esfuerzo para responder porque quiero acabar con esto de una buena vez y que solucione mi problema.

—Ya no me duelen las piernas, en realidad no siento nada. Ahora me puede decir que rayos significa eso porque absolutamente nadie me ha querido dar razones. —increpo rabiosa, porque así me siento.

—¡Ámbar! —me sermonea mi madrina, no la miro por ello, estoy al pendiente del señor. Necesito respuestas, pese a que me aterre oírlas.

—Bueno, parece que sos una chica directa. —sonríe haciendo que ruede los ojos, ¿se piensa que esto es una broma?— Yo también me considero alguien directo así que lo seré con vos. —veo sus dedos tocar el extremo de una silla y arrastrarla hasta mi lado— Me han dicho que sos una chica muy fuerte y te puedo asegurar que esto no es el final aunque lo parezca. —eso me hace querer taparme los oídos, no me gusta la forma en que lo dice— Tuviste mucha suerte tras el accidente, pudiste haber quedado en peores condiciones y miráte, seguís intacta, aunque yo digo que fue el universo mismo que no quería perder a una chica tan especial.

—Dijo que iba a ser directo. —le recuero generando que se le escape una risa.

—Lo sé, lo sé, perdón. Como dije es un milagro que no hayas tenido mayores complicaciones, pero lamentablemente como sabrás muy bien, no todo siempre es color de rosa y el impacto que tuvo el coche en tus caderas fue muy grave. Pasaran unos largos días de terapia hasta que tus piernas vuelvan a funcionar con normalidad. Lo siento mucho, Ámbar.

Mi corazón deja de bombear sangre y mi sistema entero se convierte en aire puro al momento en que lo escucho. Es lo único que siento dentro de mí, frío aire, vacío, sin peso alguno. No oigo más que el parloteo de mi madrina quejándose, las paredes de la habitación se desvanecen ante mí. Realmente estaba conociendo el dolor en carne propia, esto era el sufrimiento verdadero. Imaginarme una vida sin... patinar. Sin poder sentir la brisa del viento desordenar mí cabello mientras vuelo por los aires haciendo unas piruetas perfectas. En eso se resumía lo valioso de mi vida. ¿Ahora en qué recaería?

➸ ¿Todavía Te Amo? {Mambar}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora