Capítulo 8 | Miradas cruzadas

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Sentía mi respiración acelerarse, mis pulsaciones intensificarse, sentía que me hacía falta el aire, de pronto no pude respirar. Sus fuertes manos se aferraron a mi cuello impidiéndome tomar oxígeno. Quise zafarme, pero me apretó con más fuerza y se sentó sobre mi cuerpo apoyando su peso en mi torso.

que él no deseaba matarme. No podría matar a algo que le obsesionaba, simplemente no mataría a su juguete.

Cuando comencé a hacer sonidos incómodos con la garganta, me soltó, pero casi de forma inmediata me tomo por los hombros y me dio la vuelta.

Mientras que con una mano presionaba mi cabeza para evitar que me moviera, con la otra clavaba sus uñas en las heridas de mi espalda. Quise gritar, pero de mi boca no salía ninguna palabra, simplemente no podía hablar.

Y presionó cada una de mis heridas con fuerza. Haciéndome sangrar.

Desperté de golpe emitiendo suaves jadeos con la garganta. Estaba sudada, y podía escuchar el palpitar constante en mi pecho. Retiré el cabello pegado a la frente y me hice una coleta alta con una liga que se encontraba en mi mesita de noche.

Me levanté y cuando miré el reloj de pared supe que era hora de empezar un nuevo día. Di un suspiro profundo y me dirigí al baño a asearme.

Cuando llegué a la preparatoria junto con Nathan, luego de la primera clase a la hora del receso me dirigí a la biblioteca mientras Nathan compraba algo para comer. No quería esperarlo en los pasillos exponiendo a que Lisa o cualquiera de su grupo de atreviera a molestarme.

Me paseé durante un par de minutos mientras buscaba algo nuevo por leer, me la pasaba mucho tiempo en este lugar rebuscando entre los estantes y leyendo artículos y libros sobre cualquier cosa. Me gustaba leer de todo, aunque prefería las historias. Me gustaba aunque fuera por un momento pensar en qué se sentiría ser la protagonista de la historia.

Vagando por los pasillos, encontré raramente un libro acerca de la mudez. Se titulaba «Palabras mudas» y enseguida el título me hizo sentir identificada. Luego de tomarlo me senté en una mesa bastante retirada y escondida y comencé a leer.

Palabras mudas © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora