Capítulo 20 | Secretos de familia

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La inseguridad se evidenció en mi expresión y sus marrones ojos intentaron transmitirme algo de seguridad cuando la puerta de su casa se abrió con ayuda de la llave. Mi cuerpo se tensó, y pensar que sus padres estarían allí para hacer de la situación mucho más incómoda me preocupó, pero terminé por asentir de acuerdo y me dejé llevar a duras penas por su mano guiando la mía hacia el interior de su casa. No había nadie allí, y eso me hizo sentir una enorme molesta en el pecho.

-Mis papás están trabajando -casi leyó Josh mis pensamientos mientras cerraba la puerta tras sí -Y Marcus fue a la casa de un compañero de su salón.

De alguna forma incoherente de mi parte, entre señas le pregunté si sus padres estaban de acuerdo conmigo aquí. Claro que mis clases no de lenguaje de señas no eran tan intensivas como creí, porque su ceño se frunció cargado de confusión y terminé rodando los ojos dando por finalizado aquel momento de desconcierto.

Ya había estado en su casa antes un par de veces, pero seguía sintiendo la misma sensación ajena, aquella que me llamaba desde el interior del lugar. Entre risas, Josh comenzó a subir las escaleras conmigo tomado de la mano, y por primera vez conocí su habitación. Una guarida digna de un chico pulcro y decente, como él.

Las paredes era de un tono melocotón bastante pálido que me hizo pensar que tal vez su madre alguna vez fue devoradora en interiores. Esa mujer tenía tan buen gusto. Todo estaba perfectamente ordenado, su cama matrimonial, las sabanas pulcramente estiradas, la mesita de madera pulida a un lado con una lampara y un despertador que marcaba la hora actual y un escritorio intachable con un par de hojas encima. Además de su closet de madera esta vez cerrado que me llamó desde un principio cuando pensé en su olor, y en que probablemente toda su ropa oliera de la misma forma. ¿Por qué todo en su vida parecía ser perfecto? Mi habitación siempre era un desastre, y aunque algo infantil el color celeste de las paredes y el estampado de las cortinas, me hizo sentir una niña a su lado tan... maduro.

-Ven aquí -se sentó sobre su cama e hizo un ademán para que me sentara a su lado. Con algo de timidez lo hice, y su cómoda y su cama me recibió a su lado. Pronto encendió el televisor y programó la película que habíamos acordado de ver, la cual en diez minutos más comenzaba.

Me permití ponerme cómoda, y lo abracé de medio lado mientras él configuraba el volumen del televisor. Sonreí sintiéndome mejor a su lado, después de mi mini discusión con Nathan había estado de ánimos bajos, apenas hoy Evan en la mañana había aceptado lo nuestro y lo había en hecho oficial, y luego de ese montón de preguntas incomodas por parte de Nathan pude sentir sobre mis hombros la realidad, eso me hacía ser consciente de que esto en serio estaba pasando.

Levanté mi mirada para encontrarme con sus marrones ojos fijos en la pantalla, y sonreí para mis adentros mientras sacaba el papel que habia arrugado en mi bolsillo poco antes de entrar a su casa.

-¿Qué es esto? -me preguntó mientras recibía el papel por mi parte. Su ceño se frunció mientras leía con total concentración el pedazo de papel.

"¿Tus padres saben sobre lo nuestro? No quiero que se molesten si llegar a saber que estuve aquí contigo"

Un leve deje de preocupación se filtró en sus ojos, y pude percatarme como evitaba a toda costa encontrarse con mis ojos directamente. Su respuesta no sería positiva, lo sabía por la forma en cómo esta vez no sentía la necesidad de mirarme. Me senté y me crucé de brazos esperando respuesta de su parte, y un suspiro escapó de su boca cargado de frustración.

Palabras mudas © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora