Capítulo 15 | Sabor a todo

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Como era de esperarse, nuestro equipo ganó con demasiada ventaja de 6-2 carreras. Josh y yo celebramos victoria llenos de euforia y luego de eso, sin soltarme de la mano, me llevó a comer pizza. A pesar de que había comprado un par de Hotdogs y varios refrescos, mi estómago no dejaba de exigir comida. Sí, amaba comer, y al parecer a él también le gustaba, porque no rechistó en ningún momento al devorar tres pedazos de su pizza napolitana. Sí que era la gloria, y no solo comer con él, si no sentir las delicadas y disimuladas caricias que su tobillo le proporcionaba a mi pantorrilla por debajo de la mesa con una actitud completamente inconsciente de lo que su piel me provocaba.

—Estuvo genial —clavó sus marrones ojos en los míos, y durante varios segundos fui incapaz de sostenerle la mirada.

Asentí cabizbaja mientras sonreía sin poder contener la emoción que toda nuestra cercanía y todo nuestro viaje nos había proporcionado. Estaba delirando por tener más momentos así. También era consciente que me estaba ilusionando más de lo que debía. Aún no tenía muy claro que era lo que él sentía, o si existía alguna posibilidad de que las cosas entre ambos fueran diferentes. ¿Y si me rechazaba por ser diferente al resto? ¿Y si solo estaba siendo amable conmigo, sin ninguna intención del más allá?

—¿Qué pasa? —no me había dado cuenta de que mis pensamientos negativos habían atraído hacia mi expresión sentimientos negativos —¿Hice algo malo?

Lo miré con una curvatura tambaleando en mi comisura, y negué levemente algo afligida. No hizo nada malo, la que se había equivocado era yo, al fantasear con algo que nunca podría tener.

—Oh, ya entiendo —hizo una mueca incómodo —No te gusto, ¿cierto?

Abrí mis párpados como platos, y negué con prisa queriendo evitar que pensara algo así de la que había sido hasta ahora una de mis mejores noches con él.

—¿Qué es lo que pasa entonces?

Di un suspiro cansado. No supe nunca como decirle aquello, como hacerle saber que a su lado sentía algo jamás había sentido con nadie. No quería que supiera que me estaba buscando algo que no podía tener. Tomé el bolígrafo de mi bolsillo y una servilleta.

«Fue la mejor noche de todas, en serio gracias»

La leyó, y me sonrió al terminar para después clavar su mirada en la mía con curiosidad, ladeando su rostro hacia la izquierda como un gesto muy propio suyo que ya había notado antes. Saqué mi teléfono antes de que hiciera más preguntas al respecto y le envíe un mensaje. Su teléfono sonó en su bolsillo, y me miró como pidiendo permiso para contestar, supongo que solo buscaba no ser maleducado. Asentí mostrando mi mejor sonrisa para luego verlo tomar su teléfono y ojearlo solo lo necesario. Sus ojos una vez más se clavaron en míos con curiosidad.

—¿"Gracias"? —asentí sintiendo con mis mejillas se tornaban rosadas —¿Por qué me agradeces?

Con una seña obvia, le mostré mi alrededor con el índice en un ademán y él poco luego entendió que le agradecía por todo.

—No es necesario, de hecho yo tengo que agradecerte a ti.

Entreabrí los labios confusa, y sacudí la cabeza haciendo un reconteo mental de las cosas que había hecho bien por las cuales él sintiera la necesidad de agradecerme. De pronto, sin darme tiempo para procesarlo, llevó su mano por encima de la mesa y buscó la mía para luego tomarla con firmeza y una seguridad que creí imposible. Mi corazón se detuvo, mis sentidos colapsaron, sentí mis pupilas dilatarse y un cosquilleo ya conocido se asentó en mi cuerpo entero. Aún no dejaba de sentirme sorprendida ante las sensaciones que su toque me provocaba.

Palabras mudas © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora