Josh.
El día por parte de Mallory transcurrió bien, yo no podía dejar de adorarla desde que llegué, admirando su belleza y preguntándome a mí mismo si sería la última vez que lograría verla y estar con ella.
No. Eso no pasaría.
Desde que me levanté no pude dejar de pensar en Lisa y en su amenaza. Porque eso no era una simple propuesta, estaba amenazándome diciendo que solo buscaba lo mejor para ella. Pero yo no podía entender como era que después de pedirle que le rompiera el corazón me decía que era por su seguridad. ¿Estaba loca acaso?
Por más que mi cabeza me decía que todo estaría algo muy dentro en mi sistema se aferraba a la idea de que tal vez no fuese cierto, y que Lisa si sería capaz de hacer mucho más con tal de desgraciarle a vida a mi chica. ¿Por qué una parte de mi le creía? Porque cuando ayer fuimos a la pista de patinaje juntos recibí su primera amenaza, la prueba de que sus palabras eran ciertas y que sería capaz de dañar a mi chica si nos veía juntos de nuevo. Sí, el chico de rasgos asiáticos fue su primera advertencia. Yo sabía que nadie se acercaría a Mallory así como así, y menos llamarla por su nombre, solo existía una razón y se llamaba Lisa. Sí, fue ella en definitiva.
Pero ya estaba cansado de que hubiese impedimentos entre ambos, porque yo solo deseaba ser feliz con ella a pesar de todo.
Caminé por los pasillos en su búsqueda algo desesperado por llegar a su lado, la dejé unos minutos sola en la entrada esperándome mientras iba al baño para que retomáramos el aprendizaje y enseñanza de su idioma. Yo quería profesionalizarme en ellos para así no tener ninguna excusa nunca para comunicarme con ella. Era importante saber a qué se refería cuando hablábamos.
Lastimosamente en ese momento, me encontré con la persona menos deseada en el camino en medio de los pasillos. Su cabellera pelirroja teñida se hizo visible en mi campo de visión, y maldije para mis adentros al saber que no me salvaría de esta. Se detuvo y me miró expectante cuando se interpuso en mi camino. Trague duro y traté de contener mis nervios.
Dos de sus inseparables amigas se encontraban del lado de ella mirando la escena con intriga y sin dejar de verse patéticas al seguir a esta chica a todos lados.
-¿Recibiste mi mensaje ayer? -apreté mis puños a mis costados sabiendo que se trataba de el chico que interceptó en la meda de mi novia -. Lamento que te sacaran así de la pista, supongo que eso no pude evitarlo.
Mi mandíbula se tensó, y sentí la enorme necesidad de gritarle mil improperios en el rostro.
-Muy graciosa, pero no estoy para tus juegos -intenté pasar desapercibido y rodearla para salir, pero me tomó del brazo haciéndome detenerme.
La encaré, preso del odio expresando mi indignación son bajar la guardia, traté de mostrarle la mirada más fría que guardaba, pero no se amedrentó a pesar de que el odio se percibía en todos lados de mi rostro.
-Te dije que no soy un chiste, estoy hablando en serio. Hoy es el gran día -me recordó su propuesta.
-Yo no te creo -me crucé de brazos manteniendo mi postura.
-¿No te quedó claro? -enarcó una ceja, y por primera vez noté que llevaba entre sus manos una bebida en un vaso desechable.
-No creo en ti, no puedo creerte cuando sé que solo eres una víbora mentirosa.
-Ah, ya veo, quieres que te lo demuestre -afirmó haciéndose la inocente, arrugue mi frente en desacuerdo y negué -. Entonces hazlo. Si quieres mantenerla segura, haz lo que te pedí.
-¿Qué ganas con esto? -cuestioné ya fastidiado de tantos rodeos.
-Yo nada, pero ella puede ganar su seguridad. Sabes que no siempre vas a estar allí para defenderla.
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Palabras mudas ©
RomanceA Josh no le importaba que Mallory fuera muda. Sus problemas de comunicación verbal parecían insignificantes al lado de las emociones que por primera vez experimentaba a su lado, cada vez que tomaba su mano. Algo que aprendió con ella, y que nunca p...