Capítulo 14

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Estaba dando vueltas en mi habitación como león enjaulado, no podía controlar el enojo que me habían provocado sus palabras, no era capaz de comprender por qué tenía tan mal concepto de mí si nunca había hecho algo que lo ofendiera. Sí, mi juventud fue algo alocada después de que me rebelé, pues mi padre quería que me convirtiera en algo que no me gustaba. Sí, había ido a algunas fiestas, había tomado cervezas como todos los chicos de mi edad y sí, mi papá tendía a exagerar las circunstancias diciendo que había llegado borracha cuando solo tenía aliento a alcohol.

En aquella época Samuel ni siquiera me dirigía una mirada, jamás cruzó más que el saludo conmigo, había sido un chico bastante pesadito, me parecía indignante que me juzgara solo por lo que creía que había pasado. ¿A caso yo lo juzgaba? No, pero él creía que tenía derecho como si fuera un ser omnipotente conocedor de mi alma oscura. Imbécil.

—Tengo ganas de sacudirlo para que reaccione, ¿por qué tiene que ser tan idiota? —le pregunté a Nena.

No había sido mi intención escuchar esa conversación, fue un accidente, pero me alegraba de haberlo hecho porque quizá habría aceptado su propuesta sin saber lo que verdaderamente pensaba de mí.

Yo no le había pedido amor eterno a Samuel, la verdad dudaba mucho que fuéramos compatibles para tener un noviazgo, pero sí esperaba que fuera maduro.

—Es como si estuviera programado para pensar mal de mí, solamente porque me gustaba vestirme de negro en mi adolescencia. Está demente, como si él no se hubiera cogido a media secundaria detrás de las gradas del gimnasio, eso es peor, era un promiscuo y ¿a caso yo le ando echando en cara lo pene suelto que era?

Nena soltó una risotada, yo giré los ojos. Llevábamos media hora hablando y todavía seguía furiosa. Ella se mantuvo callada toda la llamada, escuchando mis quejas y resoplidos.

—¡Dime algo! —exclamé, embravecida—. Intenta tranquilizarme o lo próximo que verás en las noticias será cómo me meten presa por asesinato. 

—Ten sexo con él.

—Mierda, no, ¿me estás escuchando? Te acabo de decir que este tipo cree que soy una cualquiera sin cerebro que hace pasteles, a la cual quiere utilizar hasta que venga otra Jessica aburrida y ¿me dices que tenga sexo con él? Me ha insultado, no todo en la vida se arregla así. —Me crucé de brazos y fulminé con la mirada la nada como si ella estuviera ahí.

—Lo sé, ya te escuché, déjame hacerte una pregunta: ¿por qué mierdas te importa lo que piense ese bastardo? ¿Qué más da si cree que eres de ese modo? Es un grano en el culo, y por lo que dices no te interesa como algo más porque no cumple con tus expectativas, ¿no estás haciendo lo mismo tú? Dale, tú también diviértete mientras encuentras al correcto.

—No lo sé. —Solté un suspiro y apreté el puente de mi nariz—. Yo creo que será mejor que encuentre un empleo en algún restaurante y otro lugar para vivir.

Cayendo por Rebecca © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora