EXÁMENES Y REUNIONES
* * *
No había otra cosa en mi mente más que el examen, le daba vueltas a lo mismo sin parar. Nos pusieron un examen final con toda la teoría, todavía no me daban el resultado, pero me sentía bastante cómoda. Lo preocupante era la prueba definitiva, tendríamos que aplicar las técnicas aprendidas y crear un postre, se llevaría a cabo en el auditorio de la escuela delante del público, al final un jurado calificaría la creatividad, el sabor y el procedimiento.
Iba a hacer un pastel de tres niveles con bizcochos de chocolate, entre las capas untaría frosting de queso crema, también una salsa de fresas, moras, canela y jengibre. Estaba segura de que era perfecto, le estaba poniendo todo el corazón porque llevaba mis ingredientes favoritos, estaba inspirado en mi persona favorita.
Y eso es lo más importante, ¿no? El truco para triunfar es luchar con el corazón.
La decoración era otra cosa que me carcomía las entrañas, quería que las personas quisieran probarlo al ver el montaje de mi pastel. Ya había hecho un montón de dibujos, busqué inspiración en Internet, anduve buscando lo que necesitaría en tiendas de repostería. Ya tenía claro lo que haría, algunos profesores me dieron ánimos, sin embargo, no podía controlar la ansiedad. Quizá ese era el principal problema, yo no tenía suficiente confianza y temía tirar la azucarera en pleno examen.
La última semana que me quedaba me obligué a tranquilizarme, ya tenía todo planeado, había conseguido mi material. Debía relajarme y confiar en lo que amaba hacer, no quería que los nervios me traicionaran al final y terminara haciendo un desastre.
Mis padres me hablaron el jueves por la tarde para desearme suerte, nos quedamos horas charlando. Ellos me preguntaron cuándo regresaría, me quedé callada durante unos segundos, luego les dije que les diría en cuanto lo supiera, no preguntaron más. Me sorprendió que papá no hiciera ningún comentario desagradable acerca de mi profesión. No supe si la emoción era real o mi madre le había jalado las orejas para que me felicitara. Me quedaría con la primera.
Sam intentó estar conmigo, veía que se estaba esforzando para llegar temprano, me abrazó todas las noches y no se fue del departamento ni una sola mañana sin darme un beso. Me contaba lo que sucedía en las reuniones, en la universidad, a veces hablaba tan rápido que apenas lograba entender. No era una plática entre dos enamorados, era Samuel narrando y asegurándome que no había pasado nada malo. No me agradaba que me relatara sus actividades hasta con puntos y comas, me hubiera gustado que lo hiciera por deseo propio y no que esas ganas de contarme fueran producto de los problemas que habíamos estado teniendo.
El lunes llegó más rápido de lo que pensé, me levanté temprano y tomé una ducha, el agua caliente me empapó y relajó los músculos tensionados de mi espalda. Quince minutos después salí y me sequé el cuerpo con una toalla, me puse ropa interior limpia y volví al cuarto. Mi uniforme se encontraba colgado en el armario, me dirigí ahí y abrí las puertas.
Unos brazos me rodearon desde atrás y unas manos abarcaron mi vientre, esbocé una sonrisa al escuchar su ronroneo en mi oído, su aliento se estampó en esa zona y me erizó los poros. Me pegó a él, sentí una dura erección golpeando mi trasero. Solté un suspiro.
—Eres tan hermosa —murmuró. Me derretí, mis párpados se cerraron inconscientemente, me dejé llevar. Me condujo dando pasos cortos hacia atrás, se sentó en la cama y me llevó con él provocando que cayera sobre su regazo, cosa que le gustó pues soltó un gruñido varonil que me obligó a echar la cabeza hacia atrás—. Te voy a dar una sorpresa esta noche.
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Cayendo por Rebecca © ✔️
RomanceSamuel es un hombre tranquilo, es maestro en una de las universidades más prestigiosas de México, tiene una novia hermosa con la que planea casarse y no pide nada más que ser feliz. Todo se va a la deriva cuando su madre lo obliga a cuidar a la desv...