Capítulo 30

157K 14.9K 2.9K
                                    

* * *

El viernes acomodé mi corbata frente al espejo, intentaba verle el lado bueno a la situación, Becca y yo estaríamos juntos al final, me lo repetía todo el tiempo para no acobardarme. Me estaba preparando para ir a la reunión en la sala de juntas de la universidad.

—Qué guapo te ves —dijo desde el umbral de la habitación.

Sin pensarlo me dirigí a ella, la envolví con los brazos y le di un jalón para acercármela. Miré su rostro, buscando una señal para quedarme, necesitaba encontrar un pretexto, pero sonrió. Mi mirada estudió las facciones de su cara, sus ojos y sus labios. El corazón me latía demasiado rápido por su cercanía, por la forma en la que me rodeó el cuello.

—Te amo, Becca, gracias por apoyarme en esto, no tienes idea de lo que significa para mí. —Y significaba muchísimo.

—Promete que pronto tendremos una cita. —Hizo un puchero—. No sé, me llevarás al cine y me comprarás palomitas de maíz, después regresaremos a casa y haremos el amor en el comedor.

—¿En el comedor?

—Sí, me sentarás en la mesa y te colarás entre mis piernas —murmuró.

—Eso suena increíble —ronroneé.

Le di un beso antes de partir.



Me alejé del tumulto porque necesitaba respirar, no me sentía cómodo. Caño no había parado de presentarme a personas mientras Jessica se colgaba de mi brazo, tuve que quitármela de encima en más de cuatro ocasiones y de alguna forma encontraba la manera de volver a hacerlo, lo cual me estaba sacando de mis casillas.

Eso no iba a funcionar, no podía hacerlo.

Eran las primeras reuniones y ya sentía que la situación me superaba, Rebecca me esperaba en el departamento, yo le sonreía hipócritamente a un montón de gente desconocida junto a alguien que no era mi gitana.

No, no era correcto.

Encontré una pared en el exterior y me recargué en ella, había dos hombres de edad avanzada fumando al final del pasillo, no se percataron de mi presencia, casi quise bendecir. Sin embargo, la calma me duró poco, unos tacones resonaron a todo volumen llamando mi atención

Jess salió contoneando las caderas, dio un respingo cuando me encontró.

—¿Qué haces acá escondido, cariño? —Su pregunta me descolocó, puse los brazos en jarras, poniendo mis manos en las caderas, la observé con seriedad.

—¿Cariño? A ver, Jess, nosotros no estamos juntos, así que no vengas y me digas «cariño», quizá yo pierda mi empleo, pero tu cara y la de ese sujeto están en todos los periódicos nacionales.

Ella agitó la mano para restarle importancia, giró los ojos con exasperación.

—Tranquilízate —dijo—. Fue la costumbre.

—No sé si vaya a poder fingir que siento algo por ti —solté sin más. Jessica se puso recta, abandonó su actitud calmada y la reemplazó con una de molestia. Apretó la mandíbula y los puños.

—¿Crees que es fácil para mí cuando quiero a otro? —preguntó entre dientes. Creí que se me lanzaría a la yugular y me destrozaría—. Tampoco me agrada y me está trayendo muchos problemas. Lo estoy haciendo por ti porque me siento mal por lo que te hice, no soportaría causarte más daño. Si mi padre se entera de que ya no somos novios es capaz de correrte y dañar tu carrera para siempre, tú no mereces eso. Pero como tú quieras, podemos decirle en este momento si lo deseas.

Cayendo por Rebecca © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora