* * *
Me acomodé el vestido verde al bajar del autobús, el cual me dejó a unas cuantas calles de la que sería mi nueva escuela. Sabiendo perfectamente dónde me encontraba, comencé a caminar. Iba al instituto de Gastronomía más sonado de México, había trabajado duro para ganarme un lugar ahí: un montón de pruebas, exámenes y entrevistas antes de darme el sí.
Vi el edificio desde la lejanía, era amplio y estaba custodiado por una reja que terminaba en la caseta de los vigilantes. Tuve que mostrar mi credencial antes de que me dejaran pasar.
Acomodé un mechón de mi cabello mientras caminaba hacia la entrada de la escuela, estaba emocionada, muchísimo. Amaba cocinar cualquier cosa, pero los postres eran mi corazón, mi sueño.
Entré por las puertas dobles de vidrio y solté un suspiro soñador al mirar el interior. El piso pulcro era brillante, era una especie de sala adornada por cuadros, dos escaleras a los costados y varios pasillos. Vi a un grupo de chicas subiendo las escaleras con los uniformes puestos. Me dirigí hacia la señorita que estaba sentada detrás de una ventanilla, la misma que me había atendido antes.
—Hola, Rebecca, ¿emocionada por empezar? —saludó al reconocerme con una cálida sonrisa, le devolví el gesto y le entregué mi recibo de pago.
—Hola, Lucía —contesté—. Muchísimo.
—Me alegra escucharlo. —Por el pequeño orificio de la ventana pude ver cómo se giraba en la silla y se arrastraba hasta una impresora, me tendió el papel impreso—. Ese es tu horario, los chefs te van a dar una lista de materiales, recuerda que algunos te los facilitamos nosotros, pero el resto tienes que traerlo tú. Te recomiendo que no andes por ahí sin el uniforme porque si el chef Montano te encuentra te hará la vida de cuadritos. —Mi boca se abrió formando un círculo, esa era una gran advertencia, no quería que las cosas se me dificultaran, suficiente tenía con Sam como para echarme otra bestia a la espalda.
—Gracias —dije mientras doblaba la hoja sin siquiera mirarla—. ¿Me podrías decir dónde están los baños?
Ella me señaló un pasillo, así que caminé hasta encontrar la puerta con la silueta de la chica en vestido. Entré al bañito y, posteriormente, a un cubículo. De mi bolso saqué mi uniforme y me saqué el vestido, no había querido llevármelo puesto pues no sabía que teníamos que usarlo todo el tiempo, en Victoria solo lo usábamos en la cocina y los comedores, no en los salones de clases ni en los pasillos. Me puse el pantalón negro, la filipina blanca con dos tiras verticales de botones en el centro, el cuello era en forma de pico al igual de las mangas que me llegaban a las muñecas; pero la parte que más me gustaba era el mandil negro con rayas blancas, parecía una falda escocesa.
Después de ponerme los zapatos de piel salí del cubículo y me coloqué frente al espejo para acomodar mi cabello en una coleta, cuidando que ningún pelillo rebelde se saliera del moño. Saqué el horario e inicié con la rutina.
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Cayendo por Rebecca © ✔️
RomanceSamuel es un hombre tranquilo, es maestro en una de las universidades más prestigiosas de México, tiene una novia hermosa con la que planea casarse y no pide nada más que ser feliz. Todo se va a la deriva cuando su madre lo obliga a cuidar a la desv...