Soccer y galletas

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Con 18 años Neil se consideraba muy bueno en lo que hacía. Sus cálculos siempre eran correctos y sus estrategias las mejores. Pero que fuera bueno no significara que le gustara.

Salía a correr todas las mañanas, antes que todos, entrenaba como si su vida dependiera de ello y al final del día miraba al cielo esperando ver alguna constelación en lo alto.

-Collier y Mada -Su líder, una mujer canosa de ojos negros los estaba mirando directamente -Ustedes a California.

Neil levantó rápidamente la cabeza. Por lo regular no le gustaba ir por los estados buscando amenazas o creándolas por ellos mismos, pero esa ocasión podía hacer una excepción.

Desde que su padre había muerto víctima de una bala perdida durante un entrenamiento cuerpo a cuerpo ya no le quedaba nada por lo que despertarse cada mañana, nada más que el colgante en su cuello y una fotografía donde el brillo de los ojos de Alexander cubrían su rostro por completo.

-Líder -Neil corrió para seguir a la mujer -Líder.

-¿Qué quieres, Johnson? -La mujer no se detuvo.

-¿Puedo ir a California?

-¿Estás nostálgico, Johnson? -La mujer se dio la vuelta -¿Crees que visitando la tumba de tu difunta madre vas a cambiar algo?

Neil dio un paso hacia atrás. El golpe le había dolido demasiado y ni siquiera era algo físico.

-Sí, lo creo -Neil abrió un poco las piernas plantándose en el suelo. La mujer lo miró de pies a cabeza, sin perder ningún detalle de su cuerpo.

-Largo -La mujer resopló -Ve a ver a tu madre. Tal vez así te vuelvas a ser lo que eras antes de tu padre.

Neil no le dio las gracias, solamente movió un poco la cabeza y luego fue a empacar. Durante todo el recorrido se esforzó por no correr ni gritar de felicidad. Después de tantos años eso era lo más cerca que podría estar de su novio.

+

Kurt trabajaba en Delicias Stilinski todas las tardes durante el verano, con la libertad de escoger su día de descanso porque Jordan sabía lo que era tener novio y querer pasar tiempo con él.

Camden Lahey todavía no le había dado permiso para salir con Jonah, pero lo hacía de cualquier manera. Lo cual era extraño porque Camden no le había dado permiso para ser novios formales, pero dejaba que Jonah saliera con él siempre que quisiera, incluso les había comprado chucherías para que comieran mientras veían la lluvia de estrellas desde el techo de su casa.

Kurt sabía todo sobre Jonah, su color favorito, su comida favorita, su lugar favorito, a donde quería viajar, su lista de lectura, su manía por lavarse los dientes dos veces, su amor por los separadores azules y lo mucho que le gustaba examinar cadáveres.

Probablemente para una persona normal Jonah habría sido algo difícil de llevar, pero para Kurt era todo un placer escucharlo hablar de anatomía, de sus ideas extrañas sobre realizar un implante de ojo humano utilizando el ojo de un águila como guía. Su novio era un nuevo Victor Frankestein y Kurt lo amaba tanto que no había día en que no se pasara por la comisaría para preguntarle a Camden si finalmente le iba a dar permiso.

El sargento podía seguir dándole evasivas por el resto de su vida, Kurt no iba a dejar de intentarlo con nuevas fuerzas porque Jonah le hacía feliz, cualquier cosa relacionada con él era dueña de su atención.

Mick era una cosa de Jonah. Una cosa de un metro con setenta que hablaba hasta por los codos y dormía cuatro horas al día.

-Estoy buscando a Alexander Stilinski -Kurt estaba saliendo de la cocina con un pastel de cinco kilos en sus brazos.

¿QSMN? Segunda generaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora