Cuando Jesper cumplió siete años, Peter lo encontró mirándose en el espejo casi completamente desnudo observando cada pedacito de su cuerpo, desde su cabello rubio hasta sus piecitos blancos.
-¿Qué haces? -Peter se acercó a él, lo levantó en sus brazos y le besó la frente.
-¿Realmente soy un alíen? -Preguntó el niño presionando sus propias mejillas con fuerza.
-Tal vez -Peter le acomodó su ropa interior de fantasmas -Eres hijo de un lobo, de dos hombres, algo que no había sucedido en años. Eres uno en un millón, incluso sabiendo que no eres el único en Beacon Hills nacido de esa manera, tú, mi pequeño Jesper, eres un niño envidiable.
Jesper arqueó sus cejitas y luego suspiró. Eso no respondía su pregunta y Peter lo sabía, pero de alguna manera tenía que enseñarle a su hijo que no importaba que fuera, siempre iba a seguir siendo único.
-¿Crees que vengan a mi fiesta?
-Todos van a estar en tu fiesta -Peter le acarició el cabello -No eres un alíen, Jesper. Pero tampoco era un humano común y corriente, así que es normal que seas diferente al resto de las personas -Jesper asintió -Mientras yo esté aquí, nadie te va a hacer daño.
-¿Eres mi caballero? -Peter lo pensó un poco antes de asentir -¿Y algún día tendré mi príncipe?
-¿Quieres un príncipe? -Jesper asintió -Lo tendrás, un día llegará un guapo e inteligente príncipe que sabrá exactamente qué hacer para enamorarte.
-¿Y tendremos bebés?
-Todos los bebés que quieras -Peter lo sentó sobre una silla -Pero ahora eres mi bebé, así que no me hace gracia pensar en el día en que llegue tu príncipe azul.
-No azul, Petpops, verde. Un príncipe verde, con alitas como mi pollito.
-Un príncipe verde alado -Peter abrió la nevera -¿Quieres tarta de manzana para desayunar?
-A papi Jordan no le gusta que me des tarta.
-Pero papi Jordan no está -Peter tomó la tarta y dos cucharas -Vamos, antes de que nos descubra.
Se sentaron en los escalones que daban al patio trasero con la tarta y las cucharas aprovechando que no había nadie para distraerlos.
+
Jesper no lo decía en voz alta, pero no se olvidaba de lo que quería para su pareja, tal vez no literalmente, pero sí que fuera lo suficientemente extraño como para fijarse en él.
-Necesito un modelo -Fue el saludo de Rose Boyd cuando entró al gimnasio. Jeffry Winchester estaba sentado justo frente a Jesper comiendo tarta y Charlie estaba jugando ping pong en su ordenador. A veces Jesper se preguntaba porque le pagaba su cuñado.
-Hola, Rose -Jesper le ofreció un poco de su tarta. Jeffry movió un poco su banco y miró a la chica.
-Hola -Rose estaba golpeando el suelo con su teni -Necesito que seas mi modelo.
-No -Jesper alargó la sílaba lo más que pudo e intentó decirle con la mirada a su amiga que cerrara la boca, estaba intentando lucir normal frente al chico que le gustaba y que tenía alas. Literalmente Jeffry tenía dos alas de color marfil, enormes y hermosas, no era un príncipe y tampoco era verde, pero era lo suficientemente extraño como para sentarse con él todas las tardes y compartirle de su tarta.
-Por favor -Rose se miró las uñas -He pensado en Edward, pero es muy tosco y tú eres perfecto.
-No.
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¿QSMN? Segunda generación
FanfictionJordan y Stiles ya tienen hijos ¿Cuál es la historia de sus hijos?