Capítulo 15

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-¿Te encuentras mejor?- preguntó Ian en un susurro.

-Sí- respondió Valeria secándose las lágrimas y asintiendo.

-Muy bien, ¿quieres seguir con esto?- se refería al tema del espíritu.

-Claro, haré lo que pueda por ayudar- se separó lentamente de él para ver la carpeta.

-Vale el chico era Peter Wallas de diez años, estudió aquí hace veinte años, pero tras la hora de gimnasia no volvió a aparecer.- leyó Ian en voz alta.

-¿Y cómo es que nadie preguntó nada? Quiero decir, yo soy su madre y me pongo a levantar cada piedra buscando a mi hijo.

-No sé, hay algo de esto que no me gusta nada.

-¿Habla de los compañeros de clase o algo así? A lo mejor hay alguien que sepa más sobre el tema.

-Bien pensado- Ian siguió revisando los papeles, Valeria observaba como sus labios se movían mientras leía- Luke Parker ¿De qué me suena ese nombre?

-Es el director del instituto, el Sr. Parker.

-Genial, pues ya tenemos a alguien con el que hablar.- Ian se levantó y ayudó a Valeria.

Notaron un escalofrío recorrer sus espaldas, Ian exhaló y su aliento se convirtió en vaho al igual que el de ella.

-Oh no- soltó Ian.

-¿Qué sucede?- Valeria recordó aquella pesadilla que tuvo en el manicomio.

-El pequeño Peter está haciendo acto de presencia- dijo con ironía aunque no era el momento más adecuado para eso.

-¿Y cómo lo detenemos?

-Con sal o hierro, pero ahora mismo no tengo mi pistola cargada con ese tipo de balas.- soltó cabreado.

-Espera, ¿llevas encima una pistola?- preguntó perpleja.

-Pues claro y más con un espíritu.

-¿Y por qué no la has cargado con las balas que valían?

-¿Y por qué no lo has hecho tú?- recriminó como un niño pequeño.

-Tal vez porque yo no tengo armas, genio.

Ambos se callaron dejando de lado la conversación. Escucharon la risa de un niño pequeño, las luces comenzaron a parpadear hasta  volver a encenderse, al final del pasillo apareció un niño pequeño muy pálido vestido de rojo, quién los observaba con una pelota y una sonrisa extraña.

-¿Queréis jugar conmigo?- preguntó con voz entrecortada como si se estuviese asfixiando.

Ian sacó la pistola y comenzó a dispararlo, el niño desapareció.

-¿Ha funcionado?- preguntó Valeria.

De repente, Ian salió volando contra una de las estanterías haciendo que algunos libros cayeran, él gruñó por el impacto en su espalda.

-¡Ian!- ella corrió hacia él y se acercó pero una fuerza invisible la empujó también lejos.

-Las personas que no quieren jugar conmigo son malas- el chico reapareció a pocos metros de él, se acercó a Ian y comenzó a ahorcarlo con las manos.

Valeria lo observaba aterrada.

-C-corre- dijo Ian como pudo.

Valeria se levantó con dificultad y salió corriendo hasta las mesas de la entrada.

-¿Y cómo lo detenemos?

-Con sal o hierro...

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