Capítulo 22

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Ya habían acontecido varias semanas desde aquella noche. Marcus o incluso Jade se encargaban de ayudarla con su entrenamiento todas las noches, desde ayudarla con la lucha cuerpo a cuerpo hasta el uso de armas.

Ambos dijeron que su avance había sido asombroso, casi como si hubiese nacido para eso. Lamentablemente no todo era de color rosa. Las pesadillas habían continuado haciéndose cada vez más vividas.

Valeria se encontraba en un lugar completamente blanco, que parecía no tener fin, mas esa situación no la consternaba ni la inquietaba, al contrario. Era como si estuviese en casa. Sentía que debía esperar a alguien, a alguien importante para ella. En lugar de eso sintió algo filoso clavarse en su espalda, ella bajó la mirada viendo el principio de la hoja en su vientre. Soltó un quejido ahogado, calló de rodillas al suelo en cuanto sacaron la hoja produciendo un sonido bastante desagradable. Llevó sus manos a su vientre intentando amortiguar el dolor en vano. La persona que empuñaba el arma se agachó a verla, Valeria no conseguía distinguir a su atacante, sólo su silueta. Éste colocó el brazo de Valeria detrás de su cuello y agarró sus piernas, cargándola en sus brazos.
Pequeñas lágrimas de dolor y tristeza escapaban de sus ojos, sentía un dolor indescriptible no sólo por la herida sino también por la traición que había sufrido.

-¿Por qué me has hecho esto?- miró el rostro de su acompañante.

No consiguió entender lo que su atacante le decía ya que sólo alcanzó a escuchar pitidos. De repente, paró.

-Hasta siempre, Fénix- consiguió entender.

Ella lo miró asustada para después dejar de sentir sus brazos sujetándola. Valeria soltó un grito al observar que estaba cayendo desde miles de kilómetros de altura, cada vez caía con más velocidad, su cuerpo comenzó a envolverse en llamas debido a la aceleración y al contacto con la atmósfera. Cada vez veía el suelo más cerca hasta que todo se tornó negro.

Despertó soltando un grito de terror, que intentó ahogar rápidamente para no preocupar al resto de personas que dormían. Asustada se abrazó a ella misma mientras se mecía hacia delante y atrás.

-¿Qué era todo eso?- se preguntó intentando tranquilizarse.

Tomó una profunda respiración para después coger algo de ropa para darse una ducha, ya que estaba empapada en sudor frío. Dejó que la cascada de agua recorriera todo su cuerpo, eso siempre la ayudaba. Era una buena solución para calmar sus nervios. No sabía cuánto tiempo llevaba allí, pero cuando vio que sus dedos comenzaban a arrugarse decidió salir.

Miró el reloj, las siete. Resopló para después ir a secarse el pelo antes de salir.
Una vez lista bajó a la cocina donde se encontró con Jade.

-¡Vaya qué cara me traes!- le lanzó una sonrisa divertida, Valeria rodó los ojos para ponerse una taza de café casi a rebosar- Creí que no te gustaba tomar el café solo.

-Y no me gusta- dijo Valeria dándole un sorbo.

-¿Mala noche?- preguntó dándole un mordisco a su tostada.

-Ni te lo imaginas. Por cierto, ¿qué haces despierta ahora? Hoy no hay clase.

-Lo sé, yo tampoco podía dormir. ¿Quieres venir luego al centro comercial con Dani y conmigo? Vamos a ir a tomarnos algo por si te apetece ir.

-Sí, me encantaría- eso era una buena forma de olvidarse de todo ese asunto.

...

-¿Hiedra venenosa?- preguntó Valeria intentando aguantar la risa. Jade estaba como ella.

-Así es, yo pensaba que esas hojas podían servir para la hoguera al igual que las ramitas, pero lo único que gané fue un buen sarpullido por todo el cuerpo- explicó Dani.
Valeria y Jade se miraron y ahí si que no pudieron aguantar las risas.

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