Capítulo 10

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Maratón Última Parte

Valeria abrió los ojos, estaba adentrada en una especie de bruma. Se levantó para comprobar que se encontraba en una ciudad aparentemente desierta, la espesa niebla le dificultaba su campo de visión, y la humedad del lúgubre ambiente le erizaba la piel. Volvió a oír esos característicos silbidos que se acercaban a toda velocidad. Observó a su alrededor y pudo distinguir ojos negros rodeándola, pero un par de ojos eran distintos, aquellos con los que soñó en el manicomio, aquellos ojos que parecían de cristal.

-Me equivocaba- dijo la voz que portaba aquellos ojos.

Los ojos aumentaron de tamaño, Valeria comenzó a retroceder y giró para correr, consiguió ver unos edificios abandonados, se escondió detrás de uno de los muros.

Mientras recobraba el aliento pudo distinguir el llanto de un niño pequeño. Siguió la procedencia de la voz.

-Estoy sola- dijo la voz de la niña llorando.

Valeria se detuvo al escuchar la voz.

-No dejes que me cojan- volvió a decir la misma voz desde otro punto de la niebla.

Ella comenzó a girar conforme las voces hablaban.

-Me van a devorar - la respiración de Valeria se aceleró más y terminó soltando un grito de frustración ante las múltiples palabras que le decía la voz. Llevándose las manos a la cabeza, con la respiración algo acelerada.

-Yo puedo hacer que todo esto acabe- esa no era la misma voz de antes- sólo debes encontrarme.

Valeria se giró para ver como una figura masculina se acercaba. Él tenía esos ojos tan perturbadores.

-¡Aléjate de mí!- extendió el brazo hacia el hombre remarcando su orden.

Hubo un gran resplandor y el hombre se convirtió en sombra.

Valeria abrió los ojos con la respiración agitada, miró a su alrededor se encontraba en una habitación desconocida, en una cama con una colcha de estilo rústico.  Escuchó el sonido del agua de la ducha. No estaba sola.
Miró en la mesilla de al lado de su cama, una pistola estaba sobre ella, junto con unos carnés de policías federales. Necesitaba saber si estaba a salvo, por lo que había podido comprobar los demonios podían tomar cualquier cuerpo, quién le decía que esos federales fueran de los buenos.

Se aseguró de que la persona que se duchaba no saliese, dejó de escuchar el agua, mala señal. Valeria se levantó de la cama rápidamente lo que le pesó, ya que notó un pinchazo  en la zona del abdomen, pero no había tiempo. Agarró la pistola y se dispuso a salir de aquella habitación, escuchó que la puerta del baño se abría. Un olor a champú llenó la habitación, acompañado del vapor que procedía de la ducha.

-Ah, ya has despertado- escuchó una voz varonil y sexy.

Valeria se giró rápidamente con la pistola en las manos, la sujetaba con ambas manos sosteniéndola por la culata. El chico al verla armada se alarmó un poco.

-Ey, tranquila. Baja el arma- él comenzó a acercarse, ella subió la pistola y retrocedió hasta darse con la puerta, él alzó las manos para que viera que no iba a hacer nada- Mira no voy a hacerte daño, así que ¿por qué no nos relajamos y hablamos?

-Cristo- dijo Valeria, él la miró incrédulo.

De repente la puerta se abrió empujándola hacia delante, el chico con un movimiento preciso consiguió quitarle el arma y alejarla de ella.
Otro chico más alto entró en la habitación, al verla a ella tan alterada y al otro chico con el arma se puso nervioso.

Fear Of The DarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora