Capítulo XVI.Octubre 18.

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Querido diario. Como te dije ese día Adrián y yo salimos como una pareja de novios de la mano besándonos de vez en cuando mientras dábamos un paseo por la ciudad, fuimos a comer, al cine para pasar la noche en su casa... ¡la pasé de maravilla!

Me sentía viva de nuevo... pienso que tal vez ser monja no es lo mío pero no lo daba por definido. Al amanecer del día siguiente (14 de octubre), Adrián salió a su trabajo y yo quedé en su cama... me estiraba entre las sábanas torciendo mi cuerpo cerrando a la vez mis ojos.

-¡Aaahhhmmm! ¡Qué bien se...siente!

Me levanté de la cama usando sólo la blusa para ir al baño de Adrián y darme un baño. La verdad me siento rara pues yo siendo monja y... actuando como chica normal...

La verdad he oído historias de monjas que dejan los hábitos para volver a su vida normal, se casan y fundan un hogar o...viceversa. Pensaba en todo esto mientras me bañaba y desayunaba. ¿Estará bien lo que hago? ¿Debo volver al convento y dejar a Adrián? Esta interrogante no me gustaba y no quería contestarla pero en algún momento debía hacerlo.

Pero, ¡en fin! Aún faltan un poco menos de dos meses pero tampoco quisiera pensar en el tiempo restante... no quería que el tiempo pasase. Bueno dejé de pensar en esto, me vestí y salí para dirigirme a mi casa... caminé de brazos cruzados meditando todo lo ocurrido con Adrián... él y yo..., yo y él... cuando estamos juntos... ¡diantres, diantres! ¡Quiero a Adrián...! Y él me quiere a mí... lo puedo sentir...

Llegué a mi casa donde me quité la ropa quedando sólo con la blusita puesta y en calcetas. Como una hora después vinieron las hermanas a su vista... por lo que antes de abrirles me tuve que vestir. En mi casa y no poder andar como me gusta porque vienen a "supervisarte" a tu propia casa... ¡es ridículo! Tras de eso las hermanas han estado criticando mi forma de vestir pues una monja debe andar en todo momento sus hábitos y yo visto un short con la blusita sólo cuando ellas están. Si me hubieran visto con la ropa de Sam... ¡ja, ja, ja! De seguro y les da un infarto...

Esta vez las hermanas no se quedaron mucho a lo sumo, cuarenta minutos por lo que después llamé a Sam y le conté de cómo me fue el día anterior y ella reventó a reír...

-¡¡JA, JA, JA...!! ¡¡ERES UNA MONJA ALBOROTADA!! ¡¡JA, JA, JA...!!

-¡¡SAM...!!

-Es broma, Yami... lo sabes.... Hermanita bella...

Sam dijo que vendría a verme, así lo hizo y al llegar me tiró los brazos a lo que le correspondí.

-¡¡Uff!! ¡Qué calor! No soporto la ropa... -Dijo Sam quedándose sólo con su blusita blanca.- Cuéntame, ¿cómo te fue?

-Bueno, fuimos al cine, comimos, ¡ahh!, caminamos por la ciudad y al regresar pasé la noche con él en su casa. -Le respondí riendo.-

-¿Te volviste a... acostar con él..., Yam...? -Dijo asombrada.-

-¡Eh... pues, sí! Hemos... ¡Ahm...!, estado en la cama... desde hace varios días... Él viene aquí, duerme...conmigo y sale a trabajar... en las...mañanas...

-¿Sabes lo que estás haciendo? -Me interroga y añade.- Están viviendo como si fueran una pareja en unión libre (juntados)... No está bien lo...que haces pues... no soy quien para juzgarte pero eres una monja, Yam...

-¡Lo sé... lo sé, Sam! Pero no he podido resistir su atracción, he caído en la tentación...y la verdad... mi tentación es Adrián...Lo quiero...y él a mí...puedo sentirlo... -Le dije con dificultad.-

-Bueno, hermanita... ¡No sé qué decirte! ¿Y cómo es...él, Yam?

-Es todo lindo, simpático...

Diario De Una Monja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora