Capítulo XXXIII. Febrero 10.

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Querido diario. El día 8 de febrero pensé mucho lo del embarazo y decidí contárselo a mamá pero cuando estuviésemos solas pues... ¡tú sabes!, ahí estaba papá pero tenía más confianza con mamá así que en un momento él salió rumbo a la ciudad quedando mamá y yo solas pues papá regresaría unas horas después.

-¡Mamá! Quiero decirte algo...

-Sí dame un momento, hija. –Me dijo bajando una sopa del fuego.-

Luego se acercó a mí y la invité a sentarse en la mesa pues no sé cómo tomaría la noticia. Luego se lo dije.

-Mamá...yo, ¡estoy...embarazada! –Le dije con miedo.-

Un leve pero muy profundo silencio nos rodeó a la vez que mi mamá colocaba su mano derecha en su muy abierta boca con mirada asombrada y exorbitada dejando caer un tenedor que traía en su otra mano; el sonido de éste al caer al suelo, rompió el silencio. Después quedé cabizbaja.

-¿Me dices-que estás-embarazada-Yamileth?- -Preguntó pausadamente.- ¿Pero cómo pasó...?

-Bueno mamá... ¡tú...sabes! Me quité la ropa y él...

-¡No me refiero a esos detalles, hija! –Me interrumpe alterada.- Quiero decir, que con quién..., ¿de quién...es? (...) ¿Quién es el padre? ¿Es responsable...? ¿Acaso huyó...? ¿Lo sabe... tu padre...lo conocemos a él...?

Mamá entró en shock o mejor dicho, se le quiso hacer un corto circuito en la cabeza por lo que tuve que detenerla.

-¡Mamá basta! ¡Basta, basta, basta! –Le dije levantando mis manos en rendición y cabizbaja para dejarlas caer en la mesa.-

Levanté así la mirada con lágrimas cayendo por mis mejillas.

-¡Sí, así es mamá! Estoy embarazada del nuevo vecino llamado Adrián, él no huyó por el contrario; aceptó la responsabilidad y...sólo Sam lo sabe y ahora tú. Papá no sabe nada aún.

-Pero hija...no tienes nada de conocerlo y...

-Lo conocí mientras cuidaba la casa y...

-¿Acaso...te acostaste con él siendo... ¡monja!?

Esa no era una pregunta para mí...mamá lo dedujo por lo que no le mentí y se lo dije. Ella se levantó de la mesa reclamando que irrespeté de la peor manera las prendas sagradas de una monja... Yo le aclaré que desde hacía un año atrás deseaba salirme del convento y que al estar fuera esos tres meses; recapacitaría ya sea para quedarme o salir escogiendo así lo último.

-¿Ahora me dirás que no dejaste el convento por él... o por lo que hacían?

-¡MAMÁ NO! –Me alteré demasiado.- Dejé el convento fue por mí... por mi persona, no por él o por sólo estar en la cama con él...

Mamá guardó silencio un momento y le dije:

-Si yo hubiese dejado el convento por Adrián me sentiría frustrada, decepcionada y engañada por mí misma. Aunque no tuviese nada con Adrián, habría dejado siempre el convento... Al venir a cuidar la casa fue la única forma de "escapar" temporalmente de ese lugar...

-Pero hija... -Me dice más relajada.- si deseabas salir desde antes, ¿por qué no lo hiciste? ¿Por qué no nos lo dijiste?

-Porque no sabía cómo lo tomarían tú y papá... y, no... yo tampoco estaba muy segura, ma.

Mamá se acercó a abrazarme para pedirme perdón acerca de su actitud además de prometer apoyarme en todo. Luego decidimos hablar con papá omitiendo el hecho de que tuve una relación siendo monja. ¡Diantres si se diese cuenta de lo que le dije a mamá!

Diario De Una Monja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora