Capítulo XXI.Noviembre 11.

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Querido diario. Como te había dicho las visitas eran asfixiantes más ahora que son cuatro a la semana pero aun así, Adrián y yo seguíamos en nuestra relación como sabrás. A veces recordamos el hecho de que casi nos descubren ese día que hicimos el amor en...la mesa. ¡Je, je, je! La verdad dicha experiencia fue excitante...pero sí hemos tenido cuidado desde aquel día tan loco. Me gusta cuando vamos al claro detrás de mi casa, más cuando lleve... o al río detrás de la casa de Adrián pues ambos lugares son "mágicos" para nuestros encuentros.

Ayer (día 10), las hermanas Gabriela e Irina vinieron en compañía de la Madre Superiora y no venían muy contentas. Lo vi en sus caras de piedra.

-¡Buenos días hermanas, Madre Superiora! -Las saludé.-

-¡Buenos días hermana Yamileth! Queríamos que nos respondiera ante un rumor que nos llegó al convento. -Me dijo la Superiora.-

-¡¿Un rumor, Madre?! ¿Qué rumor es? -Esto me asustaba.-

-Bueno, un rumor de que en las noches viene a su casa un joven y al parecer sale hasta el otro día. ¿Es cierto eso, hermana? -Preguntó la Superiora.-

De repente quedé petrificada pero debía de mantener la calma... ¿cómo supieron de esto? ¿Sabrán de mi relación con Adrián? ¡Diantres!

-¿Y quién les dijo? -Pregunté confusa.-

-Nos reservamos la identidad pero sí llegaron a nuestro convento y bueno al parecer son muchas veces las que ese "joven" ha pasado la noche aquí. Sólo díganos si es cierto y porqué. -Ordenó la hermana Irina muy seria.-

De pronto pensé en algo rápidamente.

-Hermanas, Madre Superiora. ¡Es cierto! Ese joven se llama Adrián y... me está protegiendo. -Se miraron con asombro y añadí.- La verdad él ha estado aquí porque si ven detrás de mi casa, hay un bosque en el que hay cazadores en las noches... oigo sus gritos, disparos además de los perros de caza que andan. ¡Esto me ha dado miedo! Un día que iba a la pulpería conocí al joven que vive en una casa allá a los trescientos metros... le dije lo ocurrido por lo que se aprestó a estar algunas noches conmigo durmiendo él en la cama de mis padres. -Ellas se ven con asombro y añadí.- Así me siento tranquila pues si sucede algo Adrián podría ayudarme.

-¿Cómo qué podría pasarle, hermana? -Interrogó Gabriela.-

-Bueno... algún cazador podría llegar con malas intenciones y violarme además de robar...podría matarme por lo solitario de mi casa. Adrián tiene un arma, -Les mentí.- y cuando se oyen esos ruidos, él sale a la parte trasera y dispara unos tiros al aire para que ellos sepan que no estoy sola...

Al decirles esto las hermanas se ven unas a otras mientras les sirvo un vaso de fresco con unas galletas luego les dije algo más:

-A veces llamo al joven porque me ha pasado que una culebra tipo terciopelo se metió un día en mi casa debajo... de mi cama. Él vino y... ¡la mató! Otro día fue un mapache pero Adrián lo espantó... Por suerte que él estaba en su casa...

-¡Oiga hermana! ¿Es en serio? -Me preguntaron asombradas.-

-¡Claro! Parece que el o la chismosa que les dijo del joven, dice las cosas a medias o le gusta inventar. ¿Acaso también les dijo si hacía algo indebido con él? -Les pregunté.-

Todas negaron esto último pero pronto cambiamos el tema y... seguimos con la rutinaria charla de siempre. ¡Estaba mejor la charla de lo que hablaron de mí! Una hora después las hermanas se fueron y cerré la puerta. ¡Diantres! ¿Quién sería ese o esa lengua larga? Eso me molestó y le mandé un mensaje de texto a Adrián para ponerlo en alerta... a lo que quedamos de hablar cuando llegue a casa.

Noviembre 13.

Hola querido diario. El día 11 advertí a Adrián sobre el rumor que les llegó a las monjas de que alguien dijo que él dormía en mi casa lo que generó la alerta de las hermanas contra mí. Al menos logré engañarlas y Adrián aún llegaba entrando por la puerta del frente.

Ya eran las 6:30 p.m. y Adrián aún no llegaba pero no me preocupé pues a veces llega a mi casa a eso de las 7:00 p.m. Ya deseaba de nuevo estar con él por lo que estaba excitada entonces fui a mi cuarto y tirándome desnuda en la cama, me masturbé usando mi consolador. Si él venía...pues que se deleite la vista antes de empezar, ¡Je, je, je!

Como siempre me miraba al espejo que como te había dicho, me excitaba sobremanera. ¡Diantres! ¡Cómo lo disfrutaba! Mordía mi labio y a veces cerraba mis ojos sintiendo mi orgasmo quedando rendida por lo que dormí por un corto tiempo. Cerca de las 7:51 p.m. un ruido me despertó, venía de la parte trasera de la casa. ¡Tenía miedo! Por esa razón no salía de mi cuarto entonces me llamaron, era Adrián que estaba detrás por lo que fui sin ropa y le abrí recibiéndolo con un beso.

-¡Yami...! ¡Estás desnuda...!

-¡Estaba pensando en ti, vida!

Al preguntarle el por qué llegó por detrás de la casa, él me dijo cerca del río hay un pequeño trillo que se aleja unos metros de la cerca y que daba cerca de mi casa. Entonces quise verlo por lo que me puse la blusita, las sandalias además de llevar la cobija, ¡je, je, je!, y nos adentramos, vi el camino llegando a la casa de él. Pero nos devolvimos hasta llegar al claro donde extendimos la cobija.

Adrián se acercó besándome mientras me tocaba y yo le abría los pantalones sacando su miembro masajeándolo hasta excitarlo bastante. La verdad ambos ardíamos por dentro.

La noche estaba oscura y apenas nos veíamos entonces me arrodillé ante él bajándole los pantalones y pronto se acercó a mi quitándome la blusita. Caí en la cobija y él separó mis piernas para meter su boca debajo de mí... ¡Diantres! ¡Esto siempre me enloquecía! Me retorcía cuando lo hacía con su boca y mis caderas se despedazaban al sentirlo; pronto subió en mí mamando mis pechos a la vez que me penetraba...Sentirlo dentro de mí hacía que olvidara todo.

El cantar de los grillos y el silencio de la noche eran interrumpidos por mis gemidos al sentir las caderas de mi hombre que golpeaban las mías con fuerza. Esto me vuelve loca al hacer el amor querido diario por eso lo menciono mucho, ¡je, je, je!

Lo rodee como siempre, con mis piernas al mismo tiempo que mordía su hombro y arañaba su espalda él por su parte mordía mis pechos haciéndome gozar y a veces querer gritar. De pronto llegó mi orgasmo tan fuerte que me dejaba sin aliento y luego sentí la descarga del suyo dentro de mí. ¡Diantres!

Luego Adrián sin despegarse de mí, me abraza con fuerza para alzarme sentándome sobre sus piernas teniéndome aún penetrada poniéndome frente a él. Aquí nos besamos sin parar y yo torcía mis caderas haciéndolo suspirar erizando nuestra piel para sentir de nuevo nuestro orgasmo quedando tendidos en la cobija donde dormimos un largo rato después y sin vestirnos, nos metimos a mi casa donde pasamos juntos la noche... ¡Diantres! Si las hermanas del convento pudieran hacer el amor tal vez les sería más alegre su vida, ¡je, je, je...!

Diario De Una Monja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora