Hola de nuevo, amigo diario. Hoy me desperté a la 1 a.m. ya que no podía dormir entonces en medio de bostezos, me levanté soñolienta colocándome sólo la blusita blanca ya que la rosada estaba en la lavadora. Así que salí de mi cuarto en dirección a la cocina sobando mi cabeza y al llegar al refrigerador sacó una caja de leche para calentarla en el microondas y para luego endulzarla con miel de abeja; ¡excelente para dormir! Pero antes de esto, vi que la puerta del cuarto de Sam estaba entreabierta con la luz encendida.
La curiosidad me tentó a acercarme pues tal vez se durmió dejando las luces prendidas pero no fue así. Al ver con discreción, vi a mi hermana en su cama... ¡desnuda y jugando consigo misma!, pero tenía un consolador...
-¡Ay por Dios, Sam! –Dije en mis adentros.-
Quedé con la boca abierta con mi mano tapándola ante el asombro... ella estaba boca abajo con sus caderas levantadas en dirección al espejo. Observé como gozaba mientras con sus ojos cerrados mordía su labio además que mencionaba el nombre de varios chicos como Wilson, Bryan, Richard... y no te digo cuantos nombres más dijo porque no quise seguir viendo lo que hacía. Por lo que me fui a calentar la leche sin hacer ruido; sé... que sólo te he hablado de las veces que he estado masturbándome desde que salí del convento y sé que debes de estar aburrido del tema pero, ¿a quién se lo puedo decir si no es a ti...? Ni en sueños a mi madre; es mujer sí pero es mi madre y no está... ¡mucho menos a mi padre! Y si es a las hermanas... ¡diantres, jamás de los jamáses!
Sólo he podido hablar con Sam como ya te había dicho antes que es mi fiel confidente y yo la de ella. Pensando en esto, calenté mi leche y la endulcé mi leche con la miel de abeja para sentarme en la mesa de la cocina y es en eso que Sam sale de su cuarto vistiendo solo sus calzones con su cabello despeinado y bostezando...
-¡Aaahhooo! (Bostezo), ¿sin dormir, Yam?
-¡Ah..., yo! ¡Hm... sí! No pude dormir más así pues... me calenté algo de... leche y... miel. –Dije disimulando mi asombro por lo que la vi hacer.- Esto siempre... ¡me..., relaja!
-Haré lo... mismo que tú... -Dijo calentando un vaso de leche.-
-¿Tienes que andar desnuda por toda la casa...? –Le pregunte asombrada.-
-¡Oye, tranqui...! Traigo mis calzones puestos...
-Di pero, tus pechos... Sam... yo...
-¡Tranqui, tranqui...! Estoy en compañía de mi hermana la monja... no de un desconocido violador o de una lesbiana depravada. –Dijo en tono divertido.- Además tú estás desnuda bajo tu blusa, hermanita...
-Pero estoy más cubierta... ¿o no, Sam?
-¡Por los dioses, Yam! Estamos en casa... y aquí andamos como nos dé la gana... No estás en el cuartel de los pingüinos... ten paz...
-¡De acuerdo, de acuerdo! ¡Ganaste, Sam! ¿Y dime, no podías dormir? –Le interrogué.-
-Bueno... sí pero me levanté para ir al baño...
Un corto silencio inundó la estancia... al parecer, Sam mantenía la mirada baja y luego me dice:
-Después de ir al baño... "jugué" un rato, Yam.
-¡¿Ah... sí?! ¡Hm... vaya! –Le respondí simulando.-
-Y tengo un "juguete" para eso... ¡je, je, je...! –Dijo con risa pícara.-
-¡Eh..., ah! ¿¡Un... juguete... dices...!? –Fingí no saber.-
-¡Ji, ji, ji...! ¿Te lo enseño, Yam?
Sin dejarme decir nada, Sam me tomó de la mano para llevarme a su cuarto y luego al baño de éste porque su estancia también tiene baño privado. En el lavatorio de éste, tenía el mencionada "juguete"; un pene de plástico duro y muy firme lo digo porque ella lo puso en mi mano.
-¡No, no Sam! –Dije tirándolo al lavatorio.-
-¡No seas pola (cursi), lo acabo de lavar...! –Dijo con sonrisa pícara.-
-¿Te metes... esto..? –Pregunté incrédula.-
-¡Sípi! De haber sabido que jugabas de nuevo, te habría traído uno...
-¡Por Dios, Sam!
-¡Ji, ji, ji! –Rió con malicia.-
Sam me decía que lo usa para jugar de la "mejor" manera en ausencia de una pareja y bueno, cuando estaba con algún "novio", siempre se cuidaba al estar con él en la cama para evitar alguna enfermedad o una panza. Así le decía a un embarazo no deseado y cuando le pregunté con quién fantaseaba al usar su "juguete", ella mencionó a Wilson, Bryan, Richard que antes te mencioné además de otros tres más.
-¿Acaso te has acostado... con todos esos; Sam? ¡Por Dios...!
-¡No, no, Yam! Sólo me acosté con cuatro...
-¿Qué, quéee? ¿Sabes lo que... que haces?
-¡Sípi...! Pero la verdad soy libre, Yami, sé quién soy y como soy...
-¿Eso crees, Sam?
-¡Sípi...! Y dime Yam, ¿sabes quién y cómo eres tú...?
Esta pregunta me taladró la mente. Nunca me había preguntado esto antes querido diario pues la verdad esta era una pregunta que no podría contestar y Sam lo sabía. Como te dije querido diario esta simple pregunta me hizo pensar inmediatamente en todo incluso en mi decisión de ser monja. ¿Acaso realmente... no sabía lo que quería cuando entré al... convento? ¿En verdad no quería ser monja? Y la pregunta del millón; ¿quiero seguir siendo monja?
Sin estar segura, le respondí a Sam que sí y después de terminar la leche con miel nos fuimos a dormir... tardé un poco en conciliar el sueño debido a la duda pero al final me dormí.
Desperté a las 5 a.m. y me di un baño para hacer el rosario luego a desayunar. La puerta del cuarto de Sam estaba cerrada sinónimo de que dormía bueno, está tranquila.
Busqué la mantequilla pero me entero que no había por lo que colocándome el hábito salí y me dirigí a la pulpería pasando por el frente de la casa de Adrián la que estaba cerrada sinónimo de que no estaba; ¡al menos eso creí!
Ya al regreso, volví a pasar al frente de la casa y es cuando la puerta se abrió y él apareció.
-¡Hermana, hermana...! –Me llamó Adrián acercándose a mí.-
-¡Diantres! –Dije en mis adentros.-
Sentía que mi pecho se acaloraba, mi corazón se alocaba y mi pulso se aceleraba.
-¡Ah...! ¡Hola... Adrián...! –Dije apenada.-
-Hermana le quería pedir disculpas por lo del beso... del otro día... ¡yo... ¡
-¡Ay, no, no! ¡Lo que... pasó... pasó! Y... no volverá a... pasar... ¿de acuerdo... Adrián?
-¡Está... bien..., hermana! –Dijo cabizbajo.-
-¡Amm, bueno! Me voy, debo llevar la mantequilla para el... desayuno. Mi hermana está... de visita y... bueno... nos vemos... -Dije cabizbaja dejándolo.-
¿Por qué me siento tan rara? ¿Qué me ocurre...? Me siento demasiado rara como si fuese una jovencita que se aloca al ver al chico que le gusta pero en mi caso eso es difícil... ¡soy monja, monja...! O, ¿es lo que realmente quiero seguir siendo? ¡Ay Dios!
Llegué a casa y Sam estaba despierta, despeinada con una blusa puesta sin ropa interior y la imité. La verdad el resto del día no tuvo mucho de interesante que contar comimos, bromeamos y nos contamos nuestros secretos además de limpiar la casa luego comenzamos a empacar las cosas de Sam para su pronto viaje a la ciudad. Me entristece quedarme sola.
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Diario De Una Monja.
Teen FictionÉsta historia está dirigida al público mayor de 18 años. Lenguaje explícito. Estas son las vivencias de una joven monja llamada Yamileth quien desde los diecinueve años escuchó el llamado para formar parte de la fe en todo el sentido de la palabra...