Similitud.

Prólogo.

¿Quien lo hubiera imaginado?

Tu cabello sedoso y despeinado se parece al de él.

Tus grandes ojos verdes, que poseen un brillo indescriptible, son parecidos a los de él.

Tu rostro es delicado y hermoso.

Incluso tus expresiones inocentes son como las de él.

Son tan iguales, que duele.

Inconscientemente me lo recuerdas y sé que no es tu culpa. Lo sé muy bien.

Por favor no me mires así, no sonrías en mi presencia, no hables con ese tono de voz tan dulce, no seas amable conmigo.

Por que cada cosa, así sea la más mínima que haces, me hipnotiza cada vez más. Y lo peor de todo, hace que me encantes mucho más.

Lo siento, me he enamorado de ti sin querer.